El beso cercano, algo así como del tercer tipo (tipo: sinónimo de nivel o clase, y no de hombre, porque no estamos hablando de un ménage a trois; es decir, no se trata de trío como se dice en francés y en el más bajo de los sentidos) ha despertado centenares de miles de comentarios en las redes sociales a lo ancho y largo del mundo entero. El ósculo (sinónimo de beso, y no relacionado con otro asunto bajo, para los malpensados que nunca faltan), se dio a propósito de la firma de un histórico texto que gira alrededor de la lucha contra el extremismo. El ósculo, beso, carantoña, aproximación, contacto, caricia, mimo, encuentro cercano (dele el nombre que quiera, apreciado lector) se dio con motivo de la reunión entre el Gran Imán de Al-Azhar, el Jeque Ahmed al-Tayeb y el Papa Francisco, máximo jerarca de la iglesia santa, católica, apostólica, romana y cómo no, controvertida, a raíz de los recientes y antiguos escándalos de cuyos detalles no es nada grato acordarse. El suceso que ha despertado críticas contaminadas de doble sentido, tuvo lugar en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos.
Conviene destacar que este es un acontecimiento en el marco del diálogo interreligioso que va muy de la mano con el espíritu del Concilio Vaticano II, el cual entró en apogeo con Juan Pablo II, reforzado luego por Benedicto XVI y que queda demostrado en su máximo esplendor con este noble gesto de Francisco. A mi modo de ver, si esta escena mediática y espectacular redunda en la toma de conciencia sobre lo nefasto y perverso de los extremismos, ese beso pasará a la inmortalidad, como pasó a la inmortalidad el fotomontaje del beso francés y apasionado entre Benedicto XVI y el Imán del Cairo en 2011.
Lo sucedido en Emiratos Árabes, dejo constancia, no es ninguna salida del clóset de uno y otro líder religioso, como lo dan a entender muchos malintencionados en las redes sociales. En cambio, sí deben salir del encierro de ese clóset llamado odio, todos los extremistas, terroristas y enemigos de la paz y la concordia en todo el mundo; esto es, que abran las puertas de su corazón y vean la luz, para que de una vez entiendan que todos los seres humanos estamos llamados a la tolerancia de los buenos hermanos. Por último, de algo estoy más que seguro, dentro de poco tiempo las religiones pasarán a un segundo plano, porque lo importante será la espiritualidad, unidos todos en un mismo sentir, sin odios, con paz y amor universal.