Su triunfo fue contundente, tanto en el voto electoral como en el popular. Se apoderó del Senado y posiblemente de la Cámara. Desde su primer gobierno conformó una Corte Suprema a su medida.
Hace cuatro años, cuando resultó perdedor, desconoció el resultado y promovió la toma del Capitolio. Tiempo después, fue declarado culpable de 34 delitos graves de falsificación de registros empresariales y de manejo indebido de documentos clasificados. Pero acumula muchos más, incluyendo casos de abuso y violencia contra las mujeres. Es decir, es un delincuente convicto.
¿Puede ser presidente? Sí, claro, porque la Constitución del país que se precia de ser máximo juez de la democracia en el mundo, no lo prohíbe. Además, con el control absoluto del poder, podría hasta autoindultarse.
El resultado electoral es un duro golpe para las fuerzas democráticas y progresistas del país y del orbe. Traerá el afianzamiento de la ultraderecha más radical, expandida por el mundo entero en movimientos, partidos y gobiernos.
Trump y sus similares, adentro y afuera, defienden una postura crítica frente al llamado globalismo y sus instituciones, impuestas hace décadas. Las desprecian, lo mismo que al establishment y al Estado. Pero estos poderosos han usufructuado muy bien las políticas neoliberales vigentes.
Por su parte, Biden y su vicepresidenta y candidata derrotada, Kamala, han sido los principales voceros de esa elite excluyente. Por eso el magnate pudo nuevamente canalizar el amplio descontento de la población frente al impacto negativo de la economía global y al recorte de los derechos económicos y sociales para las mayorías.
Más allá de su patanería y vulgaridad, su regreso a la Casa Blanca impulsará las ideas y políticas más retardatarias de un mundo patriarcal, defendidas hoy sin asomo de vergüenza, más bien con orgullo: supremacismo blanco, racismo, xenofobia, misoginia, homofobia, fanatismo religioso.
Niegan el cambio climático; defienden la fabricación y uso indiscriminado de armas; el enriquecimiento y la estafa son valores supremos para magnates como él y su nuevo amigo y mano derecha, Elon Musk, figura principal de los ultrarricos, dueños del capital en la nube y grandes beneficiarios de la pandemia, analizados por Yanis Varoufakis en su último libro.
Es el arrasamiento de los derechos de trabajadores y trabajadores, la arremetida en contra de las minorías diversas y de las mujeres.
El auge del negacionismo y del desprecio por la ciencia. Trump promete eliminar el programa conocido como Green New Deal y frenar la lucha contra el cambio climático. El asalto a la razón, como proclamó Lukács frente a Hitler.
Anuncia mayores aranceles y desregulación, recorte de impuestos, lo que beneficiará a los grupos financieros y empresas tecnológicas poderosas, como la de su amigo.
J.D, Vance, el joven vicepresidente electo, es todavía más peligroso e insidioso
J.D, Vance, el joven vicepresidente electo, es todavía más peligroso e insidioso. Su autobiografía se centra en su salida de la pobreza y su esfuerzo de superación personal, en el marco de la desindustrialización estadounidense y la crisis de la clase trabajadora en los estados del Cinturón del Óxido.
En la lógica malthusiana, sostiene que los estadounidenses blancos no pueden responsabilizar a nadie de su suerte, porque son perezosos, no estudian. Sin embargo, en campaña. empezó a culpar a los inmigrantes.
El desprecio por esta población es notorio. Trump los responsabiliza de todo, desde la crisis económica hasta la criminalidad. Anuncia que expulsará a alrededor de 15 millones para acabar la “invasión inmigrante” y pide pena de muerte para cualquiera de ellos que mate a un estadounidense.
La campaña de hacer grande a EE. UU, de nuevo (MAGA en inglés)fue un sartal de mentiras, insultos e improperios contra su rival, muy efectivos desde el punto de vista electoral. Veamos solo una muestra.
Señaló que en una pequeña ciudad de Ohio, los inmigrantes haitianos se comían las mascotas de sus vecinos. Vance agregó que estos ilegales, infrahumanos, agotaban los servicios sociales, por lo que serían deportados de regreso a Venezuela.
En el plano de la diversidad sexual, repitió hasta la saciedad que Kamala iba a financiar con dinero público cirugías de transición de género a la población reclusa. Vance se inventó que los adolescentes se volvían trans para burlar las cuotas asignadas a las minorías en las prestigiosas universidades de la Ivy League.
Pero con las mujeres fueron especialmente severos. Harris no estaba capacitada para la presidencia por no tener hijos, que compensaba su soledad con gatos. “una persona con bajo coeficiente intelectual, que tuvimos durante cuatro años”, “perezosa”.
Se han dado varias explicaciones sobre el resultado electoral. Primera, la responsabilidad de Biden en el genocidio de Gaza. En su artículo “Salir por la derecha”, Gabriel Winant invoca la imagen de los delegado/as de la convención demócrata, al ingresar al recinto en medio de manifestantes que coreaban los nombres y edades de niñas y niños palestinos asesinados, y el desprecio de Kamala hacia los manifestantes. (Salir por la derecha, Dissent, noviembre 8,2024).
De acuerdo con un artículo del New York Times, el apoyo de los demócratas al genocidio fue definitivo. Durante el último año, esta continua atrocidad provocó uno de los mayores auges del activismo progresista en una generación. Generó gran indignación entre jóvenes y población negra. En más de un centenar de universidades se establecieron campamentos pro palestinos, que fueron muy reprimidos. Pero Kamala nunca se diferenció de Biden. Defendió el gasto militar y el apoyo irrestricto a Netanyahu.
Segunda, tras el triunfo del candidato demócrata en medio de la pandemia, la situación económica mejoró para la población. Sin embargo, después se deterioró. Señala Winant que la inseguridad alimentaria y la pobreza, en especial infantiles, aumentaron significativamente, lo mismo que la inflación. Sin embargo, Harris se conformó “con una gira de campaña de multimillonarios y celebridades”, que abogaban por el statu quo.
Concluye que el demócrata es el partido del capitalismo neoliberal organizado y al mismo tiempo de la clase trabajadora.
No obstante, no hay duda de que no era lo mismo quién ganara. El triunfo de Trump es una mayor tragedia para los estadounidenses y el resto del mundo.
La movilización social sigue al orden del día.