Una noche en Pisingo vereda del Bagre, Carlos se sacudió el agobio que le había producido el conflicto de los grupos ilegales, tomo sus corotos y decidió buscar con su familia otro horizonte. Llegó a Las Colinas, un barrio de invasión de la cabecera municipal. Por casualidad escuchó a un vecino hablar de barequeo.
Hasta entonces, solo había trabajado como jornalero pero vio en esa actividad una oportunidad para ganar la vida. Desde hace cuatro años, muy temprano todos los día, Carlos sale con su batea en mano, una pala y su ilusión de encontrar una brizna de oro. Busca en aquellos escasos lugares donde los mineros mayores les permitan por un corto tiempo realizar su labor. Comienza entonces a lavar arenas con sus propias manos hasta que aparezca alguna pepita de oro que recoge para vendérselo al mejor postor. En el Bagre son más de mil quienes se ganan el sustento de esta manera vendiendo a 62.000 el gramo de oro, con lo que consiguen ponerse un ingreso de setecientos mil pesos al mes.
La mayoría del oro de Colombia es producida por pequeños mineros que trabajan de manera artesanal distribuidos en diferentes departamentos, con una producción a nivel nacional para el año anterior de 56 toneladas. En la mayoría de estas zonas donde se encuentran este metal precioso, también hay presencia de grupos armados ilegales que hacen que las zonas sean violentas, desplazando las comunidades obligados a empezar una vida desde cero.
(La fuente de la fotografia es de internet)