Las callejuelas, escaleras y decenas de chozas tallan las montañas de uno de los barrios más peligrosos de Caracas, Petare. En medio de una pasarela de chatarreras hay una casita, le dicen Tazmania. El verdugo del recinto, Jackson Gutiérrez, de estatura pequeña, barriga ancha, y rostro templado, recibe diariamente a muchos hombres que necesitan de su servicio. No vende drogas, no comercializa armas, el respeto y la admiración se lo ganó cortando el cabello y retratando, por medio del cine, lo que se vive en el denominado barrio de Pakistán.
Jackson Gutiérrez, mientras rapaba las cabezas o embellecía las cabelleras de sus clientes, escuchaba sus cuentos y decidió, en el 2005, grabar dramatizados con su handycam. Las historias del hampa, las pandillas y el crimen fueron los temas escogidos. Las cabezas de: traficantes, sicarios, matones y ladrones pasaron por sus manos y se convirtieron en protagonistas de los mismos largometrajes. El Gocho, un extraficante de armas, se interpretó a si mismo en Azotes de Barrio III y, además fue el encargado de proveer el armamento para el filme.
En una ocasión un usuario habitual le contó un chisme: varios hombres persiguieron a un ladrón y lo lanzaron por un barranco, vivo. Jackson Gutiérrez no le creyó, pero le aseguró que sería una buena trama para transformarla en película.
Al crear la saga Azotes de Barrio, el cine guerrilla que impuso este barbero tuvo tanto furor y fue tal la acogida por la audiencia venezolana, que lo contrató una productora nacional para hacer el remake de Azotes de Barrio junto al cineasta venezolano Carlos Malavé.
La vida de Jackson dio un giro inesperado, ya vestía con smoking, corbata y pantalón de dril para las conferencias de prensa o reuniones importantes. En Petare todos iban a saludarlo constantemente, la barbería incrementó el número de clientes y las historias, que tanto añoraba Jackson, proliferaron por doquier. No obstante, su primer amor seguiría siendo la peluquería.
Paralelo a su trabajo como barbero siguió con la producción cinematográfica e incentivó, en los últimos años en las periferias de la capital del país, a crear jóvenes cineastas amateurs. Ahora, Jackson imparte talleres sobre cine social y los ayuda a evadir el hampa.
El cine de Jackson Gutiérrez es el reflejo de la crítica situación que se vive en los barrios de la capital. Caracas es la segunda ciudad más peligrosa del mundo, según un informe publicado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal de México, con 4,364 muertes violenta registradas en el 2013.