Luego de innumerables folios producidos por los portentosos y atiborrados procesos judiciales contra los principales cabecillas de la dictadura venezolana, parece abrirse una hendija para que esa menesterosa nación pueda por fin ganar la lucha libertaria que tanto ha venido librando.
Con la extradición a los Estados Unidos de Álex Saab, testaferro del régimen genocida de Nicolás Maduro, el mundo se ilusionó con que el presidiario encendiera el ventilador y comenzara a delatar las atrocidades financieras y criminales causadas por el dictador venezolano; asunto el cual este convicto zanjó de tajo desde la primera entrevista con autoridades estadounidenses, confirmando que no delatará a la cúpula madurista.
Ahora bien, el día de ayer se confirmó que el gobierno de España dejó a disposición de autoridades internacionales al prófugo Hugo Carvajal, apodado el Pollo Carvajal, perteneciente a la cúpula atrabiliaria e ilegal del régimen venezolano, buscado en diversos países por narcotráfico y diversos delitos. Con esta noticia se activa una nueva esperanza de que salgan a flote los oscuros secretos de este régimen que tanto daño le ha hecho al hermano país.
Sin embargo, pese a lo precitado con anterioridad, ronda en el aire la convulsa idea de pensar en los poderes internacionales ejecutados por los amigos del régimen. ¿Serán más fuertes que la justicia norteamericana? Solo el tiempo dará la razón, pero, en una aproximación muy somera, dependerá de ciertos factores en la legislación de Estados Unidos.
Por consiguiente, es dable avizorar un escenario en el cual las altas condenas impuestas por el Estado norteamericano puedan incidir en una hipotética confesión de estos dos cabecillas de esta cúpula genocida, pues no es desconocido que la justicia de ese país suma las penas, a diferencia de la justicia colombiana, en la cual se promedian y no exceden de 60 años; se sabe entonces del amplio prontuario delictivo de estos sujetos, lo cual podría traer condenas altísimas y hasta cadena perpetua, convirtiendo este debate jurídico en un escenario loable a ser sujeto de confesiones sobre las conductas criminales.
En conclusión, todo dependerá de la justicia de Estados Unidos. Esperemos que sea reacia a permearse por la influencia política que causa este tema; se espera, además, que el amplio acervo probatorio haga de las suyas y dirima una condena ejemplar, y por qué no, una buena sarta de verdades sobre lo que pasa y el futuro de la nación venezolana.