Todo lo que le ocurre a los más de 325 mil habitantes del Bajo Cauca antioqueño, y que es reseñado a diario en los medios de prensa, no es otra cosa que la sumatoria de los cientos de errores cometidos, una y otra vez, por quienes han tenido en sus manos la oportunidad de tomar las decisiones de sacar la región del marasmo en la que ha caído en los últimos 40 años, según lo acaba de sugerir el señor Brigadier General Juan Carlos Ramírez Trujillo, comandante de la Séptima División del Ejército Nacional, con jurisdicción y mando en la zona, una respetada institución a la que los gobiernos de turno le han asignado sin el consentimiento de su parte, el papel de comodín o del yoli del naipe, como dicen en mi tierra, para que le solucione al Estado lo que éste no ha querido remediar por su falta de voluntad.
En cada uno de los 8 mil 485 kilómetros cuadrados que tiene el territorio y en donde hacen causa común seis municipios, se funden como en un crisol gigante las más variadas razas y costumbres, en donde además se entrecruzan los caminos de los andariegos venidos del Chocó, de la costa Atlántica, de los Llanos Orientales, de la región de Urabá, del Pacífico y del interior de Antioquia, quienes le pusieron fin a su propio éxodo bíblico para ocupar unas tierras que nadie les había prometido y por eso se asentaron en sus extensas laderas, en sus fértiles valles y en sus empinadas montañas en una historia que nos lleva a los tiempos de la Conquista.- Allí se mezclaron y surgieron nuevas generaciones que para identificarlas en un todo se usa una palabra que a veces no es bienvenida en la conversación diaria entre nosotros: Chilapos.- Pero estamos allí, allá nacimos y ser del Bajo Cauca nos ha servido a veces para saber que los desayunos que se sirven en Caucasia no se parecen a los de El Bagre, y menos a los de Zaragoza, solo por mencionar una de las tantas cosas en las que somos diferentes, pero a la vez nos sirve para demostrar sin hacer demasiados esfuerzos académicos, que esas son nuestras riquezas ancestrales.- Y me abstengo de mencionar los gustos musicales o de otra índole, que también conviven allí de manera pacífica y que si hay muertos ellos apenas hacen parte de los relatos de esas canciones de arrabal.
Hace unos días la plenaria de la Asamblea de Antioquia se ocupó del tema a instancias de una citación que al respecto hizo el Diputado de la Alianza Verde, Camilo Calle Ochoa, quien fue elegido con los votos de la zona de Urabá, cuyo propósito era la de averiguar y escrudiñar las diferentes causas sociales, económicas o históricas, que han hecho de esta región una de las más apetecidas para hacer del miedo y del terror las mejores herramientas utilizadas por quienes, sin encontrar talanquera alguna, se apropiaron de lo que en vez de ser un eje de la convivencia pacífica, de buenas a primeras es todo menos eso, porque ahora es un nido de alacranes en donde se engendra una guerra sin control a la que los estudiosos, con el diagnóstico en sus manos, se la adjudican en un gran porcentaje a la codicia de los violentos por apoderarse de las fuentes de riqueza, legales e ilegales, que abundan allí.
Desde hace un buen rato y cada vez que ocurre un hecho violento, hay tantos que ya son paisaje, aparece el funcionario de turno para decirnos que allí hay una batalla por un corredor y que tal y tal y tal y tal; pero de soluciones nada; de obras que rediman a sus habitantes, nada de nada. Siempre se habla del crecimiento de los cultivos ilícitos, medidos desde los satélites gringos, pero nunca nos han dicho cuánto crece la cobertura en el área educativa, cuántos centros de salud se construyeron, ni el número de kilómetros en los que se ampliaron las vías terciarias para hacer más fácil que los productos de pan coger lleguen a las cabeceras. Nada de eso, al contrario, nuca faltaron las voces de que a la zona le servían apenas dos cosas; plomo y glifosato, sin más alternativas.
Cualquiera diría que es una exageración o un chiste de mal gusto cuando se dice que las buenas intenciones de ayudar que tienen muchas entidades, nacionales o internacionales, a la larga se convierten en nuevos gérmenes que ayudan a propagar las desigualdades que ellas mismas intentan frenar.- Fue por eso, creo yo, que el secretario de Gobierno de Antioquia, Luis Fernando Suárez Vélez, en uso de sus facultades de sentido común y considerando que desde la presidencia de Iván Duque Márquez se anunció una nueva estrategia, llamada ahora Zonas Futuro, pidió un poco de calma para que esas iniciativas, por muy loables que se muestren, no sean otra piedra en el tortuoso camino y más bien pongan en marcha lo diseñado en los PDET, Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial, y se inclinen por apoyar lo que se apruebe en el Plan de Desarrollo que será debatido en breve en la propia Asamblea, como escenario propicio para ello.
Las tales Zonas Futuro, que para el caso del Bajo Cauca estaría bajo la tutela del genio que ocupa la Alta Consejería de Paz, el especialista en enredos propios de los viejos sofistas, Miguel Ceballos Arévalo, no es otra cosa que un invento que todavía no tiene los estudios suficientes y que más bien sería un anzuelo para que algunos peces caigan en esas redes.- Ante esa y varias iniciativas que se escuchan a diario, el gobernador Aníbal Gaviria Correa ha sido claro en señalar que se debe prestar especial atención en la articulación de las distintas entidades para superar las dificultades de tiempo de ejecución del proyecto.- Allá en la zona le tienen nombre a estas propuestas y son las de los famosos “chalecos”, que no son otra cosa que la llegada de funcionarios de toda especie que pretenden reactivar la economía con proyectos que son flor de un día y que a la larga hacen más difícil que los beneficiarios puedan obtener los resultados.
En aquella oportunidad en la Asamblea de Antioquia, el titular de la Secretaría de Gobierno, Luis Fernando Suárez Vélez fue enfático al advertir que el tema de cultivos ilícitos es prioridad para el gobierno departamental y agregó que desde allí “ven con preocupación que el Programa de Sustitución Voluntaria de Cultivos Ilícitos, un programa liderado por el gobierno nacional, viene incumpliéndole a las personas beneficiarias. Esto es muy grave porque si el gobierno nacional, que viene liderando esa estrategia de erradicación y sustitución, les incumple a las personas, eso destruye confianza y dificulta que los procesos sean sostenibles en el tiempo”. Más claro no se puede.
Al respecto agregó que por ahora se han establecido conversaciones con las directivas del PNIS para definir tres elementos que son fundamentales en el programa de sustitución.- “Lo primero es la legalización de la tierra porque si una persona está hoy con plantaciones de cultivos ilícitos en terrenos baldíos, vemos que ahí no hay un incentivo para que haya una erradicación, pero de la mano con la legalización de la tierra tiene que haber proyectos productivos sostenibles, con asistencia técnica, con acompañamiento, pero asegurándole a la persona que se le compran los productos que cultive. O sea, la integración completa para que estas personas que se someten voluntariamente a erradicar, se les acompañe con asistencia técnica pero también se les asegure la compra de sus cultivos”. No sobra recordar que la administración del gobernador Luis Pérez Gutiérrez puso en marcha el programa Antioquia Libre de Coca, pero más que la ordenanza y las líneas de trabajo de la ordenanza, “queremos hacer un trabajo muy integral en el territorio, en esa ruta de sustitución, pero con proyectos productivos”, dijo en aquella plenaria.
Sin embargo, esas no fueran las únicas perlas que encontramos en el debate.- Faltaban las fuertes denuncias del alcalde electo y no posesionado de Caucasia, Leiderman Ortíz Berrío quien le pidió a las autoridades tener el mismo rasero cuando enfrenta a las bandas criminales como lo hace con los mineros ancestrales, cuya maquinaria queda reducida a cenizas al término de cualquier operativo que se hace con presencia de uniformados de varias armas y de la rama judicial; mientras que apenas de la otra parte se conocen capturas de las manos derechas, de jefes de finanzas, de los administradores de tal cosa, pero nunca se captura a los verdaderos autores que, según el propio denunciante en aquel recinto, hacen de las suyas desde Piamonte o cualquier otro sitio.-
También llamó la atención la participación del exalcalde de El Bagre, Harold Echeverri, quien siempre es claro y directo cuando se refiere a ese tema que tanto le preocupa. Ya en la calle un amigo me abordó y me preguntó: “¿No es una contradicción que, a una persona de la talla de Harold, su propia región le haya dado la espalda y no lo acompañó en las elecciones para la Asamblea el año pasado?” Pero tampoco me dejó responder porque él mismo dijo: “Lo que pasa es que él fue muy franco en la campaña cuando dijo que no tenía la cantidad de dinero que le pedían para llegar a esta corporación y que ojalá volviera a insistir”.