¿El Bagre o San José del Nechí?

¿El Bagre o San José del Nechí?

Un breve recorrido histórico por la trayectoria de este municipio antioqueño

Por: carmelo antonio rodriguez payares
octubre 26, 2020
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¿El Bagre o San José del Nechí?

Aunque en algunos textos de geografía se encuentran detalles de cómo eran estas tierras antes de que alguien osara poner la planta de sus pies en ellas, lo cierto es que el sitio en donde hoy ven discurrir sus vidas las más de 40.000 almas que habitan El Bagre no fue el resultado del azar, ni su escogencia fue de manera fortuita. Los primeros colonos vieron en sus feraces tierras el rincón predilecto para hacer su última pausa fluvial, después de haber remontado por más de tres días las turbulentas aguas del río grande de La Magdalena y luego el tramo del Nechí en donde se gastaban día y medio, antes de desembarcar las mercancías en el puerto de Zaragoza, las mismas que habían sido cargadas en Magangué, ciudad donde nació, un día como hoy, la bella María del Carmen. Eran los primeros años del siglo XIX, es decir, 1918.

Se trataba de unos grandes buques impulsados por la fuerza de unas calderas hirvientes que eran alimentadas con la leña adquirida a lo largo de las riberas de los ríos por donde hacían sus travesías comerciales, cuya imagen quedó para siempre guardada en la memoria con el sonoro nombre de David Arango, el buque insignia de la Naviera Colombiana, el mismo que fue pasto de las llamas el viernes 17 de febrero de 1961, y con él se fue a pique la navegación a vapor sobre las aguas del Magdalena, según rezan los textos históricos.

De ser un valle florido, con una finca por allá y una propiedad por acá, y de ser también el objeto del deseo de los mineros ancestrales que apenas se contentaban con lo que su batea les pudiera dar en una larga jornada, fue arrastrado de un día para otro por la súbita presencia del personal de una empresa minera que primero ocupó las tierras de Pato y, años más tarde, tras las huellas de los chivos, unas máquinas que husmeaban las tierras detrás del oro, descubrieron que este era el sitio por antonomasia para levantar los campamentos que aún, como unos robles que se resisten caer, permanecen enhiestos como muestra de una historia que aún no ha sido contada por completo.

Esa es la visión que tiene el personaje de esta historia, a quien saludo a la moda coronavirus: con los puños cerrados, pero con una sonrisa que despeja cualquier duda de que este encuentro tendrá como punto medular los cuentos de su pueblo natal y los de su abuela, doña Olinda, una mujer que para él es como el eje de su universo personal, a quien cita de manera recurrente, y a la que llamó desde su celular en una oportunidad para que le ayudara a despejar una incertidumbre a lo largo de las más de dos horas que duró este encuentro. En cambio, su mamá, la señora Libia María Ramírez Chávez, es una especie de planeta que gira alrededor de ese sistema solar con epicentro en El Bagre, Antioquia, que por estos días celebra con devoción y algo de entusiasmo los 50 años de la presencia de Dios en ese pueblo de la mano de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, y los 40 de haber sido erigido como el municipio número 116 de Antioquia.

Se trata de José Gabriel Navarro Ramírez, actual personero de Zaragoza, y quien ocupó ese mismo cargo en El Bagre, tierra donde sus amigos y detractores coinciden al señalar que desde allí le dio lustre a tan importante cargo y que lo llevó a mostrar como un ejemplo de constancia y servicio comunitario, no solo en la región del Bajo Cauca, sino que la hizo trascender más allá de los mil quinientos sesenta y tres kilómetros cuadrados de superficie que tiene la cabecera, lo cual habla bien de sus ejecutorias. No por menos es llamado el ministerio público.

Superada la discusión de los 40 o 41 años, el diálogo abre sus puertas por la vía de los recuerdos familiares que lo llevan a precisar que fue la zaragozana Juana Navarro la mujer que montó el primer negocio en aquel amago de pueblo y era para atender a los pocos viajeros que se aventuraban llegar a esas tierras sin intenciones de quedarse más allá de una semana, pero que más tarde la señora Dominga Pulido le puso el ojo al futuro y sin mayores atenuantes levantó un caserón de madera de dos pisos, le puso el nombre de Residencias El Viajero y se sentó a esperar a los primeros clientes que entraban por la puerta de su casa y accedían a sus dormitorios como si fueran conocidos de siempre. Ubicado en una esquina de callejones estrechos, fue por muchos años el sitio de referencia para quienes llegaban a vender todos los cachivaches, habidos y por haber, en aquel pujante pueblo de los años sesenta y que por eso se conocieron con el pomposo nombre de “agentes viajeros”. Varios de ellos, atraídos por las riquezas, fijaron su vivienda en el pueblo, se casaron tuvieron hijos y hoy no sabe de su paradero.

Cuando llegamos al tema que nos convocó, es decir, la emancipación de El Bagre para dejar de ser el corregimiento de Zaragoza, no le tiembla la voz para señalar en todos sus detalles que la figura de Manuel de Jesús Tovar Ruiz actuó de manera definitiva para alcanzar estos sueños que desde los salones donde impartía las clases de Física y Matemáticas, le fue dando forma a una idea hasta que ella se volvió realidad la tarde del martes 30 de octubre de 1979, cuando los diputados de la Honorable Asamblea de Antioquia, seducidos por las historias del naciente municipio y atraídos por la belleza de unas mujeres que engalanaron la última sesión con un puñado de rosas que estamparon en las chaquetas de los corporados, lograron obtener las mayorías para sellar esta aventura.

Su paso por la dirección de la entonces todopoderosa Junta de Acción Comunal de Bijao le sirvió para moldear su imagen de líder en un pueblo que hasta entonces carecía de ellos, y ello facilitó la llegada al espectro político de nombres como el de Horacio Zapata Muñoz, Rodrigo Mira Builes, Ana Celia Moore de Melo y Eduardo Bonilla Mosquera, todos ellos venidos de otras tierras, lo cual hizo que el de Manuel fuera visible y desde allí, tanto sus amigos como los que no, le dieron el bautizo de Mañe y así se quedó hasta el sol de este mediodía.

De esa voluntariosa organización nacieron obras como la construcción de su propia sede, administrada en buena hora por señores como Oscar Padilla, Cristo Rafael Navarro y Azarías Ortega, todos ellos de origen conservador, pero quienes defendieron hasta el último centavo los recursos que fueron invertidos en la modernización de nuestro colegio, en los muelles, en las vías, en la salud, en el deporte y en tantas obras que se llegó al extremo de que era mejor ser presidente de esa entidad que ser alcalde. Fue cuando se vieron los trabajos para rellenar los espacios entre las Brisas, el Liceo y Cornaliza y entre el hotel don David y la Caja Agraria que le abrieron la oportunidad a muchos para tener su propia vivienda. Vinieron tiempos malos, es cierto, Mañe llegó a la Asamblea y entonces por esas cosas que nadie entiende se hizo un personaje inalcanzable y desconocido para quienes tenían en él fijado un futuro mejor, y se dejó llevar por asuntos de la farándula y demás, pero hoy es una persona respetada.

Antes de que me dijera algo, le recordé a mi estimado amigo que yo comencé a dar lora en este mundo justo un segundo después de nacer aquel jubiloso mediodía cuando los estallidos de la pólvora inventada por los chinos en su versión pequeña de voladores, traquitraques y buscapiés, anunciaban el nombre de María en su advocación de nuestra señora la virgen del Carmen, santa y patrona, no solo de El Bagre, sino de otros cientos de pueblos en el mundo entero, pero de muy pocos Carmelos, para honra, prez y fortuna de la cristiandad. Luis Alberto Puello Jiménez, nuestro recordado cumbamba, dicho sea con todo el mayor respeto que su dignidad, edad y gobierno le merecen, me contó una historia que escuché atento mientras yo intentaba disimular el miedo ancestral que me causan los ataúdes que exhibía entre camas, nocheros y juegos de sala de su almacén, como si fuera una extensión de lo que es la propia vida, pero al revés.

Don Luis me contó que para esos años un pescador alcanzó la mejor de las jornadas al capturar un enorme bagre en un sitio que hoy podemos ubicar en la orilla del viejo Mena, final de la calle de los Kioscos, que para ese entonces se encontraba deshabitado y la bulla hizo que al lugar se le conociera como “en donde pescaron al bagre”, y se viralizó, hubieran dicho los jóvenes de hoy; cuando lo que ocurrió fue que era la mejor fórmula para los encuentros de los amigos, que entonces decían: nos vemos donde cogieron al bagre y terminó por ser lo último: nos vemos en el bagre.

Ahí fue cuando me interrumpió para decirme que él tenía una teoría de por qué El Bagre debió llamarse San José del Nechí, en homenaje al padre putativo de Jesús, quien sin llegar a los estrados judiciales perdió su batalla frente a la mirada misericordiosa de la virgen del Carmen, que fue señalada el jueves 25 de octubre a través del Decreto 931 emanado por la Diócesis de Santa Rosa de Osos, como la patrona de ese pueblo, no obstante las persistentes aclamaciones que hicieron en su favor las gentes de Achí Bolívar que vieron relegado su patrono. Consultadas muchas personas, están de acuerdo en revisar el nombre, pero eso será para dentro de muchos años más.

Nos devolvemos en el tiempo y José Gabriel recuerda que su abuela, con un regalo que recibió de Osvaldo Montero le compró el negocio a los herederos de doña Dominga Pulido por la módica suma de $80.000,oo, es decir, en letras, ochenta mil pesos y desbarató el caserón de madera y de un día para otro apareció en aquella esquina el nuevo hotel El Viajero, que se constituyó por muchos años como el mejor en su ramo, al punto de que un fin de semana acogió a los rigurosos integrantes del Binomio de Oro, contratados para la época y fue allí cuando sucedió la anécdota que le da toda su personalidad a la señora Olinda Martínez. Resulta que mientras ella subía las escalas para saber cómo estaban sus honorables huéspedes, la pareja de Israel Romero y Rafael Orozco lo hacían en sentido contrario. Entonces escuchó de la voz del mimado del vallenato que decía: “yo esperaba que este hotel fuera más pulido” y ella no se aguantó para decirle: “Sí, señor, esto era de la señora Pulido, pero ahora es de Olinda Martínez”.

A José Gabriel, muchas gracias y sé que a esta historia le falta un pedazo.

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