El zar de la contratación, como se le conoció a Emilio Tapia, participó desde la sombra en el robo de los $70.000 millones del adelanto que recibió el consorcio Centros Poblados por parte del Ministerio de las TIC. Antes de que el escándalo saliera a la luz pública, Tapia, con la plata del contrato, tenía planeado comprar un avión ejecutivo de lujo Embraer Legacy 650 propulsado por dos motores Rolls Royce BR 725 A1-12. La aeronave se prestaría a los funcionarios encargados de adjudicar contratos y para sus viajes al exterior. El costo cotizado era de 35 millones de dólares.
Y ese no era el único lujo que buscaba adquirir. Según el diario El Colombiano, Tapia llegó a Rionegro, Antioquia, este año para buscar una casa o arrendarla, por un valor que en el sector está por encima de los 20 millones mensuales, con espacio para sus escoltas y con pesebreras para su segunda obsesión: los caballos.
Y es que a pesar de las condenas y las detenciones que ha pagado, el gusto por los lujos y el vallenato los tenía que seguir costeando, y el dinero público siguió siendo para él su principal fuente de financiación. Tapia fue uno de los cerebros del carrusel de contratación que saqueó a Bogotá a punta de contratos.
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