Colombia está atravesando una de las crisis más profundas de su historia reciente: una pandemia que desnudó lo más profundo de la desigualdad, seguida de un crudo estallido social que venía mostrando sus atisbos en el año 2019 (justo antes de la pandemia) y que, a raíz de la presentación de una serie de reformas al congreso, se jalonó el impulso que se venía dando y que fue segmentado por la pandemia.
En este contexto hemos visto innumerables videos en redes de profesores de distintas áreas “regañando” a sus estudiantes por mostrar apoyo al paro y todo lo que ello representa a través de sus perfiles y fotografías, tildándolos de izquierdistas y guerrilleros. ¿Acaso no es el aula justamente el lugar donde reflexionamos? ¿Acaso no es un lugar donde debe primar la inclusión y el pensamiento diferente? ¿No estamos hablando todo el tiempo de formación en valores y virtudes desde todas las áreas y un currículo permeado de competencias disciplinares, pero también ciudadanas?
Lo cierto es que por cada una de estas conductas las instituciones adelantaron decisiones, por no llamarlas de otra forma, contundentes frente a estos docentes. Algunos las consideraron injustas, pero otros (un movimiento muy fuerte de estudiantes, padres de familia, otros docentes y personas del común) las apoyaron y aplaudieron.
Hay que aclarar que también ha habido profesores, y muchos, que no solo han apoyado a sus estudiantes, sino que han convertido el aula en un pequeño espacio de debate, incluso sacrificando contenido temático. Este momento histórico así lo ha requerido. Varios estudiantes agradecen el gesto y valoran más al profesor.
Llamó la atención en un detalle: la memoria colectiva es muy corta, esto pasó rápidamente como el huracán de tendencias en las redes y la gente olvidó estos grandes desafíos.
A mi juicio, es justamente el aula el lugar donde debe darse la discusión política, no importa si la clase es de matemáticas, inglés, español o cualquier otra área de conocimiento. Nuestra misión como docentes es formar personas, con pensamiento crítico y la capacidad de indagar e investigar todo aquello que abunda en las redes. Las instituciones educativas fomentan el aprendizaje activo, donde la base es que nuestro estudiante es el centro de todo el proceso de aprendizaje. ¿No es acaso el centro del aprendizaje cuando el estudiante presenta inquietudes políticas?
Escuchar y ser escuchados es lo que fortalece las comunidades académicas. Es la base de nuestra democracia frágil y cada día más fracturada.
