Luz Bella Velandia y Natalia Moreno recuerdan su último viaje en Avianca como una de las pesadillas más angustiosas y dolorosas del que todavía no han podido despertarse. Ellas, representantes de Polimorfa, un colectivo de mujeres discapacitadas en Colombia, fueron escogidas para representarlo en un evento de talla internacional el pasado mes de noviembre en Ciudad de México. Decidieron viajar en uno de los tres vuelos diarios que tiene Avianca a la capital mexicana y ese fue el inicio de la desgracia que las motivó para salir a protestar en contra de la aerolínea.
Las dos mujeres tienen una condición de discapacidad física que les exige tener unas tecnológicas sillas de ruedas para movilizarse por sus propios medios. Ambas ya habían viajado internacionalmente por lo que este evento no les producía ningún tipo de preocupación.
Y el día del viaje, el pasado 27 de noviembre, todo parecía transcurrir con normalidad. Llegaron al aeropuerto a las 5 de la mañana para abordar el vuelo de Avianca de las 8am a Ciudad de México. Una vez abordo, una azafata se les acercó y les dijo que se tendrían que bajar de la aeronave por problemas técnicos con sus sillas de ruedas que iban en bodega. No les especificaron que había pasado, pero 20 minutos después de que el avión había despegado, les aseguraron que todo estaba bien. Que se había tratado de una falsa alarma.
Las montaron en el siguiente vuelo a las 11 am. Llegaron a México sin mayor molestia hasta que les entregaron sus sillas de ruedas. Ninguna prendía. La respuesta de Avianca fue que un mal manejo de los aparatos en las bodegas de la empresa en Bogotá las habría dañado. Les aseguraron que la empresa respondería y, mientras tanto, les prestaron unas sillas de ruedas genéricas de los aeropuertos. Este fue el inicio del dolor físico en sus cuerpos.
La condición de cada una requiere un diseño de la silla milimétricamente acorde a su cuerpo. No por nada, sus sillas marcas Invacre y Ottobook cuestan alrededor de 20 millones de pesos. Pasar de estas a unas sillas de ruedas de aeropuerto tuvo repercusiones obvias en el bienestar de cada una que les impidió disfrutar de México.
Volvieron a Colombia y no les quedó de otra que seguir movilizándose con las mismas sillas prestadas por la aerolínea. Pasaron 3 semanas hasta que un funcionario llegó a la casa de cada una con las sillas supuestamente arregladas y como nuevas. Les aseguraron que las habían llevado a donde un técnico experto en sillas de ruedas eléctricas, pero no respondieron nada cuando pidieron una constancia o recibo de la intervención que supuestamente les hicieron. La silla de Luz Bella la recibió ella y fue enfática en que le faltaba fuerza de movimiento. Sin embargo, la recibió y en la noche de ese día presenció cómo se le quemaron las baterías. A Natalia ni siquiera le prendió.
Desde entonces, Avianca empezó a ignorar sus llamadas. Acudieron a la Defensoría del Pueblo que les agendó una audiencia de conciliación con la aerolínea que, por los daños causados, les ofreció un bono de USD 200 para tiquetes internacionales. Firmaron un acta de no acuerdo y decidieron llevar el caso a nuevas instancias.
Demandaron, entutelaron, mandaron derechos de petición y hoy, tras la demora burocrática de cada uno de los procesos, decidieron salir protestar. A través del colectivo Polimorfa, harán un plantón al frente de los counter de Avianca en el aeropuerto el Dorado para exigirle a los funcionarios que respondan por la movilidad autónoma de la que la aerolínea las privó.
Todos los días aumentan las quejas contra Avianca y su servicio. La aerolínea de Germán Efromovich poco resuelve los problemas de los usuarios cansados de vuelos retrasados, cancelados sin justificación aparente o en este caso, daños a los equipajes. Natalia y Luz Bella encendieron nuevamente la chispa de la protesta ciudadana en contra de la aerolínea, que todavía debe responder ante la Defensoría del Pueblo por un problema que provocaron y ahora no quieren asumir.