Después de una racha de malos resultados, un nuevo cuerpo técnico recoge los escombros de un equipo que cabalga sobre un caballo herido. Después de fechas de sanción y multas por lo acontecido en Envigado, el Atanasio y otros escenarios deportivos, ahora la "barra oficial" se vuelca contra el club e instala un punto de constante protesta en el Atanasio.
Algo que no es del todo claro, porque el día domingo en inmediaciones de la tribuna norte Los Del Sur (LDS) deciden atacar una vez más a parte de la hinchada del atlético nacional. Esto motivado por una disputa interna entre las barras autónomas y la barra tradicional, algo que cobra un herido y se suma al largo prontuario de conflictos.
La Más Fiel (LMF), una facción rebelde de colectivos organizados quienes se encontraban departiendo a las afueras del estadio junto a otra barra disidente la Nación Verdolaga (NV) fueron atacados, aun cuando las autoridades conocían de la necesidad de crear condiciones seguras para arribar a su lugar tradicional de establecimiento en el sector nor-oriental.
En esta ocasión son bastantes los videos que circulan en internet donde se observa como un amplio grupo de los del sur (LDS) se avalancha contra un grupo de hinchas mucho más pequeño. El cual responde a las agresiones y hace uso de su legítimo derecho a la defensa para preservar su vida y la integridad de muchas familias que se encontraban presentes en ese momento ¿hasta dónde llega el poder de una barra como los del sur? ¿Son los amos y señores de las tribunas? ¿Existe una complicidad de autoridades, club y barra para racializar y excluir a otros grupos de hinchas? Interrogantes justos en estos tiempos de crisis institucional.
De ser así el Club Atlético Nacional (CAN) debería perder su nombre tradicional y convertirse en club atlético del sur, esto motivado por prácticas racistas, xenófobas y racistas hacia los propios aficionados del club, donde prima solo los intereses de la barra brava tradicional por encima del resto de tribunas.
Hay que recordar que el racismo no es solo cuestión de piel o etnia, es un acto de exclusión hacia aquellos que teniendo la misma pasión son reducidos y apartados. Solo por el hecho de no ser cómplices de la crisis, y denunciar las prebendas que desde hace décadas recibe la "barra oficial" a favor de su silencio.
Deberá la ciudad de Medellin esperar una tragedia humana para despertarse y tomar cartas en el asunto, o como siempre esperará apacible ante nuevas sanciones y seguirá segregando a un significativo grupo de hinchas. Lo cierto es que nacional aún no levanta cabeza y las comisiones como los puestos de mando unificado tienen fracturas e intereses encontrados.
Porque, mientras apaga una chispa se olvida del incendio en el que se ha convertido el Atanasio Girardot. Algo que muchas personas denuncian por redes pero que nadie se atreve a mirar con ojos objetivos.
Amanecerá y se sabrá en que termina esta disputa que aún fuera de los estadios es latente y se alimenta cada día más de una crisis interna y un poder enajenado de un grupo reducido de directivos y jefes de barra.
