Jinette Amézquita, la mamá de Juan ya le había advertido a Ilse Amery Ojeda que su hijo era peligroso, que era malo como su papá. No le gustaba trabajar y vivía metido en negocios de internet. Jinette vio el sufrimiento diario de Amery Ojeda, la expolicia de 53 años que lo dejó todo detrás de un amor 25 años menor que ella. Desde que llegó a Colombia no hizo sino llorar. Al maltrato físico y sicológico que le propinaba a diario se sumaban las continuas infidelidades. La chilena descubrió que Juan estaba casada con una estadounidense de 55 años llamada Becky Evans.
Muchos tragos amargos había tenido que beber Ilse Amery desde que se conocieron en el 2016 en el Casino de Suboficiales de la Policía en Santiago de Chile. Valderrama era un inmigrante colombiano que se ganaba la vida como mesero. Tenía un sueño, ser millonario a como diera lugar.
Ilse se enamoró inmediata y perdidamente de Juan Valderrama. No le importaron sus hijos, su país, sus nietos. No le importaron que Juan durante días no se reportara, que su familia le indicara que definitivamente sería la peor de las decisiones. Igual viajó a Colombia, a Bucaramanga. Allí quedaba claro el lugar que iba a ocupar en la vida de Juan: sería sólo la que proveería al joven, la que saciaría todos sus gustos.
Juan Valderrama estaba acostumbrado a esto. Durante su periplo chileno había alquilado un departamento en Santiago. Al dueño del inmueble le confesó que era prostituto, que él necesitaba alquilar a diario el espacio y que le pagaría según como le fuera yendo económicamente. Estaba en la página Sexo Sur, un portal chileno en donde jóvenes se ganaban la vida acompañando a mujeres mayores casi siempre de los barrios altos de Santiago.
La familia de Amory estaba convencida de que el tipo se dedicaba a cosas raras. Conocían de cerca al muchacho porque la mujer le había dado una habitación para que pasara su estadía en Chile. El cuento que les sacó a ellos es que Juan Valderrama era un empresario que había quebrado con una cadena de restaurantes en Bucaramanga. Al mes de conocerlo le dio un anillo de lata de compromiso. La única que creía que la historia de amor era auténtica.
Él se separó de ella a mediados del 2017, mantuvieron la relación a distancia. La chilena le enviaba un sueldo básico. Juan Valderrama viajó a Chile a por ella en junio del 2018. Allí ya la familia de la expolicía sabía del maltrato que le propinaba: tenía un dedo roto por culpa de él. Ella dijo que había sido un accidente en el baño pero nadie le creyó. El de marzo del 2019, después de recibir una suma parecida a los 100 millones de pesos producto de un bono pensional. Le dijo a su familia que viajaría a Colombia con su futuro esposo y que ambos pondrían un restaurante. El 29 de marzo dejó de contactarse con su familia. Lo último que se vio de ella fue un video en un peaje en donde aparecía en un carro que ella le había comprado a Valderrama, él manejaba el carro que le había comprado.
El mismo noche que Ilse murió Juan Valderrama salió a celebrar. Creyeron que iba a disfrutar de los millones de ella y del seguro de vida que había sacado. Pero su propia ambición lo condenó.