El ascenso de los impostores
Opinión

El ascenso de los impostores

La red social es una tecnología diseñada para fingir

Por:
abril 24, 2022
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Un migrante israelí y su esposa, una actriz frustrada, convencen a inversionistas y bancos de despilfarrar cientos de millones de dólares en una empresa de oficinas compartidas disfrazándola de secta con anuncios de neón y estaciones de café. Una jovencita rusa engaña a todo el jet set neoyorquino de su espurio origen alemán y una herencia gigantesca e inexistente; por meses defrauda hoteles, empresas de alquiler de aviones y reconocidos arquitectos e inmobiliarias. Una disciplinada estudiante con muy buenas calificaciones abandona su carrera en la prestigiosa universidad de Stanford para darle rienda suelta a una idea de un dispositivo médico que nunca pudo hacer funcionar; aún así, logró capturar una fortuna de experimentados empresarios, el apoyo de las farmacias más importantes del país y contar con el apoyo de personajes políticos de primera categoría; incluyendo al controversial Henry Kissinger. Wecrashed, Inventing Anna y The Dropout,  son las nuevas series de televisión (Apple+, Netflix y Star Plus) que cuentan en detalle el ascenso de estos impostores y las formas -casi siempre sin ninguna profundidad- que utilizaron para crear de forma deliberada trampas obvias y voluminosas camufladas con discursos desorbitados, falsas convicciones y publicaciones en redes sociales.

Uno de las coincidencias más interesantes de estas tres historias (basadas en hechos reales) es la descripción del perfil común de estos personajes. Todos son jóvenes ambiciosos con una voluntad férrea e imparable que comparten una intermitencia moral peligrosa y enfermiza: su disposición a hacer lo que sea necesario para triunfar. Y aunque es posible que se trate de un truco narrativo, en las series es evidente el momento en que deciden cruzar la línea -nada sutil- que diferencia la terquedad de un emprendedor al criminal burdo y desquiciado. Ese instante del compromiso absoluto que destruye familias, amigos y a ellos mismos: por el sinsentido de defender una mentira que empieza a desvanecerse. La faceta monstruosa de una idea desorbitada y la impaciencia que causa el impulso patológico de ser exitoso.

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Ya no importa la capacidad o la competencia, ahora se suplanta por celebridad y presencia mediática

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Aunque siempre han existido impostores a lo largo de la historia, las condiciones sociales y mentales (colectivas e individuales) de la actualidad han creado el escenario perfecto para su ascenso. Mucho de su influencia e importancia tienen que ver con una de las pérdidas más dolorosas que padecen nuestro días: el desinterés en la búsqueda de la verdad. Una tendencia cada vez más notoria en la que los objetos son confundidos con su brillo artificial y las personas son reemplazadas por sus poses y discursos. Ya no importa la capacidad o la competencia, ahora se suplanta por celebridad y presencia mediática; las cuales bastan para comprobar -erróneamente- atributos y entereza. Lo anterior se suma a que muchos de estos impostores basan sus mentiras y corrupción en la instancia perfecta para la falsedad y el engaño: la red social. No es de extrañar que el filtro, uno de sus elementos básicos, no sea algo distinto a una herramienta para crear pequeñas mentiras que, amontonadas, terminan por erigir montañas huecas y vacías. La red social es una tecnología diseñada para fingir.

Por supuesto, como todo villano, el impostor tiene un talón de Aquiles: su desmesurada codicia. Una condición que lo conduce a una fragilidad extrema que termina por desmoronarlo. Ante esta fatalidad, su infaltable escudo es la arrogancia. Un mecanismo de defensa que los hace soberbios ante la revelación de su ineptitud e incapacidad. Hasta el último de sus días persisten en la mentira y las palabras que le sirven. Con altivez desprecian los llamados de la justicia y de tanto repetir engaños construyen un mundo imaginario que se convierte en su único refugio. Algunos terminan en la cárcel, otros en cómodos exilios y no pocos resultan victoriosos. No obstante, estén donde estén, saben con certeza que no tardará el siguiente impostor en llegar para convencer a todos los desatentos que renuncian sin ningún pudor a la verdad. Todos esos que prefieren contar likes a revisar con minucia una idea o a corroborar una hoja de vida.

 

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