A pocas horas de la posesión de Joe Biden, se habla con esmero del asalto a la democracia materializado en la toma del Capitolio en Washington por un grupo de manifestantes azuzados a todas luces por el actual mandatario Donald Trump el día en que se ratificara el triunfo del presidente electo. Llama la atención la manera como este grupo de personas ingresaron con suma facilidad a las instalaciones del recinto, en tanto diversas manifestaciones terminan con detenidos e incluso muertos cuando se trata de grupos poblacionales que históricamente han sido discriminados y criminalizados en medio de la que se enmarca como ejemplo de democracia a nivel mundial.
Recordemos no más el caso del asesinato de George Floyd y las protestas que desencadenó este suceso de abuso policial, se notó como toda la fuerza disponible se puso en contra de los manifestantes. Así pues, surgen así varias preguntas: ¿por qué fue tan fácil la incursión en el Capitolio cuando se trataba de un respaldo al presidente Trump?, ¿dónde se encontraba toda esta fuerza disponible?, ¿hicieron caso omiso a la situación? Todo ello se traduce en que con su actuar respaldaron las acciones que a todas luces se iban a presentar por los partidarios de Trump.
Algo similar sucede en Colombia: cuando se trata de las protestas por parte de manifestantes que están del lado del partido Centro Democrático, la fuerza no actúa de la misma manera a como lo hace cuando las manifestaciones son protagonizadas por parte de otros movimientos sociales, sindicales y populares, contrastemos las manifestaciones en respaldo al líder del partido centro democrático cuando a este se le dictó orden de captura y las que se dieron en medio del paro Nacional en el año 2019 donde resultó asesinado Dylan Cruz o las que surgieron a causa del asesinato de Javier Ordoñez también a manos de la policía, que resultaron con la muerte de 9 personas más.
De esta manera, el asalto a la democracia es una constante y no solo se da por el citado hecho en el Capitolio de Washington, sino que se percibe en el ambiente latinoamericano por parte de la potencia norteamericana, principalmente desde el marco de la denominada guerra fría, donde por cuenta de los intereses del norte se derramaron golpes de Estado por todo el orbe en aquellos países que no fueron del todo obedientes a su influencia, quizá el más destacado y que sirvió como experimento para el modelo económico imperante, el derrocamiento de Salvador Allende en Chile por Pinochet.
Usurpar el poder es la esencia y el fondo del asalto a la democracia, quizá eso era lo que pretendían quienes protagonizaron la toma del Capitolio, deseando dar una continuidad a su mandatario, pero va también de la mano con los citados golpes de Estado, bien sea directos o indirectos, del primero un ejemplo es el citado caso chileno y el segundo enmarcado en la manera como se doblega a poblaciones enteras por parte de grupos armados con el fin de obtener beneficios para élites políticas y económicas lo cual se traduce principalmente en masacres y desplazamientos de la población, el caso más relevante hasta la actualidad: Colombia.
Básicamente la alianza entre élites políticas y económicas ha sido la finalidad del asalto a la democracia, llegando al punto que representantes de conglomerados económicos son quienes llegan a ocupar la Rama Ejecutiva en los países, los casos más destacados a citar son Trump en Estados Unidos, Macri en Argentina y Bolsonaro en Brasil. Ello quiere decir que garantizar los intereses del mercado se ha transformado en el principal objetivo del ejercicio político en diversos países, es decir el eje esencial del asalto a la democracia.
Concluyendo, este ha sido el ejercicio de la denominada ultraderecha a través de su articulación en el proceso político de los países, de allí su permanencia en el poder en el caso colombiano, la agudización de la confrontación armada, negando toda vía de diálogo con grupos insurgentes como el ELN, el asesinato sistemático de los firmantes del acuerdo de paz, líderes sociales, reclamantes de tierra, defensores de derechos humanos y sindicalistas, la eliminación de posibilidades políticas alternativas como el caso de la eliminación de la Unión Patriótica UP, la criminalización de la protesta social, la siembra del terror en las poblaciones, raíz principal del desplazamiento y el empobrecimiento de grupos humanos enteros.