El arte por encima de la guerra

El arte por encima de la guerra

Guillermo Martín Moreno habla con emoción de la paz porque conoce los horrores del conflicto y del arte porque ha visto su poder transformador

Por: Manuel Tiberio Bermúdez
octubre 07, 2019
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
El arte por encima de la guerra

Guillermo sabe de lo duro del conflicto colombiano porque en varias ocasiones enfrentó la muerte cara a cara.

Llegó al evento con la intención de compartir su anhelo de paz con los artistas nacionales e internacionales y también trajo consigo su trabajo artístico que refleja la naturaleza: aves endémicas de la región que el habita y ha vivido con intensidad, coloridas y hermosas, pero que también significan para él la libertad.

En agite constante en los diversos espacios del festival: iba, venía, traía, siempre alegre y dispuesto para atender a los invitados aunque era el también otro de los participantes. Si la humildad tiene rostro, se llama Guillermo Martín Moreno, quien es hoy el subdirector de Arte sin Fronteras por la Paz de Colombia.

Sobre este II Festival Internacional de Arte sin Fronteras por la Paz de Colombia se siente muy complacido por la respuesta de los artistas, por la acogida que ha tenido por parte del público presente en los eventos programados. “Destaco la presencia de los colegios porque es allí en donde cae bien la semilla de la cultura. Porque es en esos chicos y chicas que está el futuro de nuestro país y son ellos los que aprenderán a derrotar la violencia, la intolerancia la desigualdad”, dice.

“Es muy reconfortante ver esta cantidad de niños y muchachos que quieren otra situación diferente para el país, alejada de la violencia que vive el país. Reclaman que no haya más muertos, como dicen ellos; que no haya más violencia, que no maten más soldados. Son palabras que recogí y que les nace a ellos. Qué bonito es que cambie también la educación, que los maestros se vinculen y practiquen más el pensamiento crítico”, señala.

Quiero saber qué significa el arte para Guillermo y para qué cree que sirve el ser artista y esto me dice: “El arte es una terapia, es una expresión también de un sentir interno. Es la forma de expresar lo maravilloso de lo que vemos en nuestro entorno: la naturaleza, la gente, la idiosincrasia, las costumbres etc”.

El arte crea en niños y en los adultos sentimientos muy especiales y además de esto, es una forma de abstraerse de las situaciones difíciles que nos plantea la cotidianidad: pobreza, falta de empleo, corrupción, violencia. Creo que el arte minimiza la agresividad, creo que expresiones como la danza, el teatro, la pintura, la poesía, genera nuevos valores en las personas y de paso los aleja de los malos sucesos que se viven a diario en nuestro país.

Respecto a la presencia de los artistas que atendieron a la convocatoria pienso que el compartir durante estos días del festival, nos han convertido en una gran hermandad, y hemos podido intercambiar saberes, retroalimentarnos unos de otros, sobre todo, valoro la sencillez de artistas de mucha trayectoria como el maestro, Ríos de México, que tiene un gran nivel y recorrido internacional y ha estado aquí como un hermano, compartiendo, enseñando, mostrando su talento.

¿Que se lleva en su alma de este encuentro?

Amistad, mucha amistad y conocimientos por parte de las personas que están más avanzadas en el oficio artístico; personas maravillosas con mucho talento. En este grupo tuvimos poetas, compositores, cantantes, fotógrafos, periodistas, gente que desde su alma nace el propósito de cambiar lo que sucede en nuestro país por medio de la palabra, del color y mediante su intelecto proyectar esos conocimientos a favor de que en algo cambie lo que está estático, pero por medio de sus actuaciones.

Le he visto con su hija, caminando todos los espacios del festival. Ella es compañía pero también ha participado pintando, hablando en nombre de los niños. ¿Cómo ha logrado que ella se involucre en todos estos procesos?

Soley, que así se llama ella, es para mí como una escuela de aprendizaje. Tener una hija tan pequeña pero con tantas iniciativas y compromiso es gratificante, pues pienso que ella me ve como un líder y los niños son esponjitas que absorben lo que observan pues uno enseña es con el ejemplo.

En mi taller siempre me está viendo trabajar y constantemente preguntando sobre mi quehacer. Pienso que así se adquiere el conocimiento, lo mismo que la lectura, pues soy amante de los libros para aprender cada día algo nuevo y me gusta la tecnología que aunque es muy importante hay que orientar su uso. No es cierto que los niños tienen ya el chip de la tecnología porque eso es un error, siempre hay que orientarlos y saber qué sitios están visitando porque en las redes hay información muy dañina para los chicos.

Estuvo participando con los demás en la elaboración de un mural que se regaló a la ciudad; ¿Cómo se sintió allí en ese colectivo de trabajo?

Fue muy agradable. La verdad es que finiquitar esa idea de congregar artistas de varias latitudes permite que allí se refleje el concepto de la amistad de la familia, del trabajo solidario y de la humildad. Destaco e insisto, la actitud del maestro Ríos Rocha, porque con todo el nivel que tiene, toda la trayectoria que ha logrado, se comporta como uno más. Está trabajando, está inmerso en su quehacer y así dan ganas de trabajar.

Amo el arte, tengo pasión por él, vi personas, jóvenes y gente de más edad que estuvo allí desde temprano, como el Caso de Alicia Ninco, una jovencita muy dedicada: pasión, vocación, todo se encierra en ella y la artista Graciela Romero, que también fue admirable. Ella pasó de largo la jornada y terminó feliz, porque el arte es terapéutico también.

¿Qué piensa de la paz usted a quien le tocó vivir la guerra?

Que hay que pensar que la paz nace del interior de nosotros. Tenemos que limpiarnos desde dentro, dar ejemplo en nuestra familia. La violencia intrafamiliar, tan común hoy, es parte de esa agresividad que nos han contagiado los medios de comunicación con algunas canciones, pues se olvidó la composición, lo poético del mensaje y se volvió comercial. La paz es posible pero es una actitud personal. Que cada uno aporte, que cada persona se diga: “estoy presente no quiero que se repitan los hechos violentos que se han venido sucediendo.

En mi caso, fui parte del conflicto, de esa guerra que aún no termina: pienso que no está bien que nos matemos entre hermano porque: ¿el guerrillero quién es? Un campesino, una persona al que le ha faltado oportunidades y se aprovechan de esa situación. Además, no tiene empleo, no tiene formación académica, no tienen para dónde coger. Y el caso de muchos de quienes ingresamos a las fuerza armadas, somos gente de extracción campesina, gente humilde. Prácticamente se escoge esta profesión también por el desempleo. Muchas personas encuentran como fuente de ingresos trabajar en estos grupos del Estado, donde finalmente adiestran para la guerra. Lamentablemente es así.

Hoy, estoy afuera mirando eso y no quiero que se repita. Por eso estoy aportando a la paz mediante talleres que hago en los que los niños pintan, dibujan, aprenden algo nuevo. Van a estar ocupados y de paso les transmitimos conceptos sobre la importancia de la tolerancia, les convocamos a la inclusión, que no haya discriminación que entiendan que cada persona tiene una condición diferente y no hay porque excluirlos ya que todos somos seres humanos.

¿Cómo fue la experiencia suya como uniformado y el amor por el arte, en una guerra salvaje como la que vivimos?

Fue muy contradictorio y de verdad que la presión de formar parte de grupos bélicos y uno prepararse para la guerra, así sea para defenderse, no fue fácil. El arte en mí no murió no pudo apagarlo la guerra. Yo aspiraba a prepararme, ir a la universidad en cualquier momento que saliera de esos sitios de conflicto, y cuando uno tiene un sueño llega.

Yo empecé desde niño dibujando como autodidacta en mi pueblo, Gacheta, Cundinamarca. Uno quiere surgir pero no hay los lugares. Luego en la policía, tampoco se da fácil la oportunidad de estudiar porque: se es policía y si se prepara es para luchar contra el enemigo. Esa es la idea que predomina. Y lo otro es que no te dejan pensar ni opinar porque opinan son los que tienen grado. Ellos tienen la razón y en eso son psicorrígidos y ya cuando uno sale, pues lo único que queda es la disciplina que deja para la vida, el orden y el aprovechamiento del tiempo. Yo logré combinar las dos cosas y así estuviera –como dicen- en el lugar equivocado, pude mantenerme en el amor al arte.

El arte me sirvió para trabajar en la policía científica y técnica con lo de los retratos hablados y por ese sendero me encaminé y creo que aporté en cuanto a ciencia y arte para, de algún modo, combatir la delincuencia en la ciudad y me incliné por lo correcto creo.

Dibujos en medio de la guerra

Le recordé a Guillermo cómo les contó a los jóvenes de la Universidad Surcolombiana que siendo policía logró vincular a los niños de las áreas donde trabajaba, así le tocara ejercer ese oficio horroroso de la guerra, y les enseñó a pintar.

Sí, es cierto. Estaba en el Huila, en un pequeño caserío donde había una escuelita de primaria al que acudían niños de extracción campesina y sabíamos que era zona de la guerrilla. Pero en vista de que tenía mucho tiempo pensé que debía hacer labor social y no esperarme a que llegara una incursión de la subversión, un ataque o un asalto. Me nació, por mi formación y mis valores, pues quiero compartir lo que yo siempre he hecho que es dibujar. Además que los niños me han motivado.

Algunos de esos niños de esa veredita se acercaron a mí a pesar de mi uniforme, pues les enseñan que rechacen a los uniformados, que el policía es malo. Esa ideología de odio que les inculcan; pero, el arte es universal y cambia todo, y uno se gana a las personas; tanto a los papás que obviamente eran guerrilleros pues lo confirmé con los niños y con la gente. Mi acercamiento a los niños a enseñarles a dibujar, creo que nos salvó de que nos hicieran un ataque, porque ellos también miran las actuaciones y creo que observaron la labor social con los pequeños. Considero que fue la forma de combatir al enemigo de una manera pacífica y ayudando a los niños.

Les hacía dibujos, le ayudaba en las tareas. El dibujo siempre es una manera lúdica de entretenerse y ellos eran felices cuando los enseñaba a hacer aves, pajaritos de colores, los animales que habitaban allí. Igualmente en la escuelita que había les hice un mural, en esa época con el ratón Mickey y dibujos infantiles que los niños disfrutaban bastante. Los chicos ya me miraban de otra manera, pues era su cómplice con los dibujos y creo que se les borró el concepto de que el policía era malo.

Sin proponérmelo me gané la confianza de la comunidad y aunque esa no era propiamente la misión y había compañeros que me criticaban. "No hay que ayudarles pues son hijos de guerrilleros", pensaban ellos. También que esos niños mañana irían a ser también subversivos, pero a mí no me importaba porque en aquel momento solo eran niños que reían y disfrutaban los dibujos que hacían. Se notaba la pureza en su alma y nada tenían que ver con el conflicto, ni ayer ni hoy. Estoy seguro de que eso salvó mi vida pues ellos contaban a sus padres lo que yo hacía y los que les enseñaba.

¿Cómo se enamoró del arte?

Pienso que fue el entorno. Resulta que en casa, a mi mamá le gustaba ponerle arroz a los pájaros que llegaban por cantidades: toches o turpiales, azulejos, copetones o gorriones eran asiduos visitantes a mi casa. Crecí amando la naturaleza pues mi madre tenía anturios, rosas, dalias, y eso me conectaba con el entorno y yo procuraba pintar los pájaros y las flores como le dije de forma empírica. Mi padre no estaba muy de acuerdo porque para la época se quería era que los hijos hicieran carreras que les diera estabilidad. Preferían que los hijos aprendieran a lidiar con vacas o a sembrar café porque según ellos, eso era más importante que estudiar.

Soy de familia numerosa 10 hijos, también normal por aquella época. Mis hermanas empezaron a estudiar y me impulsaron a mí al colegio, pues tres de ellas son docentes, me inculcaron la lectura, y el estudio. En mi pueblo, gran cantidad y aun sucede así, se quedan deambulando en las calles o se quedan en el campo sin recibir formación de estudio.

Salí de mi pueblo con la ilusión de estudiar en la Universidad y tuve fe que en la policía pudiera estudiar pero me demore demasiado haciendo dos carreras: Sistematización de Datos y Diseño Gráfico que duran cuatro años, casi que en 20 logré sacarlas adelante, pero la persistencia fue la que finalmente me dio la fortaleza.

Así mismo he decidido hacer un libro: Fisonomía, arte y ciencias forenses; no con el afán de figurar sino de transmitir conocimientos ya que de esto no hay mucha literatura: allí del arte se aprende el dibujo, la fisonomía, cómo se hace un retrato, etc.

¿Hoy a que se dedica?

Con la llegada del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) aparecieron los institutos de formación en ciencias auxiliares como antropología, fotografía, grafología, morfología, entonces empecé a dar clases de fisonomía y eso es lo que hago. Ya llevo 14 años enseñando y, claro, siempre cercano al arte que es lo que creo nunca voy a dejar de hacer.

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