El arte de extinguirse (y extinguir a otros)
Opinión

El arte de extinguirse (y extinguir a otros)

Al ritmo actual, alcanzaremos niveles de extinción masiva en cuestión de cien años

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octubre 03, 2015
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Se estima que alrededor del 99% de las especies que han existido en los 4000 millones de años que tiene el planeta Tierra (con el perdón de los creacionistas de la tierra joven), se ha extinguido. Normalmente se reconocen seis grandes eventos de extinción masiva. Cinco de ellos se han debido a eventos naturales. ¿Y la sexta? La estamos viviendo. Peor aún: la estamos causando. Además, en un tiempo récord (décadas en vez de millones de años).

¿Y cómo?, todavía habrá quienes se pregunten. Aunque no voy a ahondar en la ciencia del cambio climático (ni si lo causan los humanos o no), es importante resaltar que una de nuestras mayores contribuciones son las emisiones de GEI a la atmósfera, resultantes en su mayoría de nuestros hábitos alimenticios, de transporte y de uso de la energía.

Y por supuesto están nuestros métodos preferidos de extinción: la pesca masiva, la caza, y la destrucción desenfrenada de hábitats y las especies que los habitan. Se estima que la actual tasa de extinción es entre 100 y 1000 veces mayor que la tasa natural. A este ritmo, alcanzaremos niveles de extinción masiva en cuestión de cien años. “¡Ah! Pero es que yo no cazo, no pesco, y no quemo bosques nativos”, dirán muchos… mientras se comen una hamburguesa de su cadena de comidas rápidas preferida, un sánduche de atún (¿sabía que es una especie amenazada?), o quién sabe qué animal o planta exótica que el restaurante de moda está ofreciendo.

Algunos estiman que el 40 % de los animales capturados por las redes de pesca son descartados, problema conocido como “captura accesoria”. Por otro lado, la ONU estima que el sector de la ganadería (carne y productos lácteos) es responsable de más gases de efecto invernadero que el sector transporte. El solo hecho de criar los animales destinados a comida es el mayor contribuyente al problema. Para entender lo destructivo del sector, súmele la cantidad de estiércol que cae a los ríos, lagos y mares. Súmele la cantidad de bosques nativos convertidos en potreros (espacio que era de otros animales y plantas, los que estamos extinguiendo). Y a eso súmele la cantidad de agua y espacio desperdiciado en criar animales (para matarlos después). O peor aún: para sembrar comida, pero para dársela a animales, para luego matarlos y (los que puedan pagarlo) comérselos. Aproximadamente el 75 % de la soya que se cultiva en el mundo se le da a animales criados por la industria alimenticia, y ni mencionar el efecto de esta industria sobre las comunidades locales.

Dice Peter Singer, en su libro Salvar una vida:

Solamente en China, en las dos décadas antes de 2006, el número de reses producidas anualmente aumentó de menos de 5 millones a más de 50, las gallinas ponedoras de 655 millones a 2300, los patos de 300 millones a 2000, y los pollos de 1500 millones a 7700. Virtualmente todos estos animales son alimentados con granos y soya. Según la FAO, 756 millones de toneladas de granos fueron usadas para alimentar animales en 2007. Sólo para darle una idea de qué tanto grano es esto, imagíneselo igualmente dividido entre los 1400 millones de personas viviendo en la pobreza extrema. Esto le daría a cada uno más de media tonelada de granos… lo cual le da a uno el doble de las calorías que necesita. Súmele a eso que la mayoría de los 225 millones de toneladas de soya cosechados en el mundo son también usadas para alimentar animales, y verá cuánta de la comida que cultivamos no es consumida directamente por los humanos […]En el caso de las reses, recibimos 1 lb. de carne por cada 13 lb. de grano que come. Con los cerdos, la tasa es 6 lb. de grano por 1 lb. de carne. El mundo no se está quedando sin comida. El problema es que nosotros –los relativamente acaudalados– hemos encontrado una manera de consumir cuatro o cinco veces la cantidad de comida que sería posible consumir si nos comiéramos las cosechas directamente.

En otro contexto, nuestra responsabilidad en el problema se llamaría autoría intelectual. Que otros hagan el trabajo sucio no nos hace inocentes. Si antes, honestamente, no sabía lo que estaba pasando, pues ya lo sabe y la única excusa es la que usted mismo se invente para justificar su estilo de vida. El hecho de que no se esté comiendo un oso polar, un tigre de bengala o un rinoceronte de Java, o no esté usando un abrigo de chinchilla o un guarniel de nutria, no significa que no esté contribuyendo a la sexta extinción masiva sobre el planeta Tierra.

NOTA (BASTANTE) IMPORTANTE: Los seres humanos también estamos en la lista de especies en peligro de extinción, por más que muchos se empeñen en convencerlo de que no es así. Cerrar los ojos cuando viene el tren no hará que no lo atropelle.

OTRA NOTA IMPORTANTE: A estas alturas, ningún ambientalista serio puede seguir ignorando el impacto que el consumo (moderno) de proteína animal tiene sobre la vida en este planeta.

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