Soy una mujer profesional en administración de empresas graduada luego de cinco años de duro trabajo diurno y extenuantes jornadas académicas en la noche, eso es apenas normal para miles de personas que, como yo, queremos salir adelante y anhelamos un futuro mejor. Eso en Colombia de alguna manera es ser un privilegiado Infortunadamente hace unos días cumplí un año desempleada, ¿La razón? Bueno, precisamente esa es la motivación para compartir con ustedes mi experiencia.
Lo primero es contarles que hace un año trabajaba para una empresa en las inmediaciones del parque de la 93 en Bogotá, donde la prioridad para mis empleadores además de hacer el trabajo de tres personas, era usar unos tacones de actriz porno sin importarles que tenía que caminar 10 cuadras hasta la estación de Transmilenio más cercana, vestir bien y con ropa de “fibras naturales” pese a que me pagaran una miseria y atender los caprichos de mis jefes indistintamente si me tocaba correr un domingo en la mañana para la oficina.
Un día luego de un accidente que tuvo mi pareja cometí un error imperdonable: irme directo al hospital pero informando de la situación a mi jefe inmediato. ¡Eso fue Troya! Unos días después de la manera más grosera el Gerente General recibió mi justificación y la tiró sobre su escritorio, luego se me anunció mi despido sin justa causa. Lo que no podía perdonarme en su arribista arrogancia, era el que yo, su empleada que asumía como otra de sus propiedades, le diera prioridad a algo que para él no tenía importancia pues hasta para ir al baño había que hacerle reverencia. Definitivamente el Ego y su falta de control son un terrible mal entre la gente que goza de un “pequeño ejercicio de poder”. Ese fue el fin de mi anterior empleo y el inicio de una búsqueda que ya completa un año.
Como cualquier persona que está fuera del circuito de roscas, recomendaciones, abolengos o apellidos que faciliten las cosas, me di a la tarea de aplicar a ofertas de empleo y cuando me llaman se repite una misma rutina: Llaman telefónicamente citando a una entrevista pero nunca te ofrecen una mayor información para que puedas saber si es de tu interés o no, debes arreglarte, ir a la peluquería, para muchas veces encontrarte que se trataba de una empresa fachada o avivatos que cazan incautos y gente desesperada, que piden plata para supuesto exámenes, ventas a destajo donde perfectamente puedes trabajar meses sin recibir un centavo.
La pregunta obvia es ¿Dónde está el ministerio del Trabajo en este país para defender a los ciudadanos y no a los “empresarios”? Cuando hablan en los noticieros de los bandidos, terroristas o bandas criminales, créanme que yo no pienso en los Urabeños o en las FARC, sino en personajes que desde la “legalidad” explotan de manera inmisericorde a cientos de personas con la mediocre complicidad de un gobierno de papel.
En la rutina de la búsqueda de trabajo, cuando no se trata de un fraude inicial, hago las llamadas pruebas “psicotécnicas” que ya conozco casi de memoria, son una serie de preguntas que uno consigue en Internet y que son las mismas en todas las empresas, con algunas variaciones del orden de las preguntas o los postulados, ¡Pero las mismas Preguntas!
Siempre que hago esas pruebas me pregunto, ¿Qué motivación tienen alguien que estudia psicología por cinco años para luego bajar esas pruebas de Internet, aplicarlas a decenas de personas de manera rutinaria? ¿Realmente creen que de esa manera es posible hacer un proceso objetivo y eficaz de selección laboral?
El siguiente paso en los procesos de selección son las entrevistas: de manera muy general se indaga sobre la capacidad o preparación para asumir el cargo, pero mis interlocutores(as) suelen estar más interesados(as) en saber con quien vivo, quienes son mis familiares, y detalles íntimos que harían sonrojar a María del Pilar Hurtado. De verdad que somos muy chismosos en Colombia!
Finalmente llega la parte de las concreciones, ese momento donde finalmente uno espera que le informen que ha resultado seleccionado pero te hacen preguntas como ¿Por cuánto está dispuesta a trabajar? O ¿Cuáles son sus expectativas salariales? La idea es llegar al mejor perfil posible pagando la menor cantidad de dinero. ¿Acaso no saben que la inversión que hace una familia para titular a uno de sus hijos contribuye a una sociedad más educada, a generar equidad y que un buen perfil profesional es un capital humano definitivo para una compañía? Si queridos, ¡Lo saben pero les importa un pepino porque la idea es hacer plata!
La parte final es la desilusión cuando le cambian las reglas de juego de las condiciones que inicialmente estaban o en los anuncios del trabajo o que le habían dicho de manera general y aparecen las condiciones Leoninas donde la clave es ganamos nosotros, pierde usted y mi última experiencia me llevó a escribir este artículo.
Llegué luego de todo el proceso descrito mediante una empresa de selección a la entrevista final para ser parte del equipo de una de las empresas más grandes de correspondencia del país y la oferta era que los primeros cuatro meses me descontarían el 20% para la empresa que hacía el proceso de selección (pueden creer que son tan tacaños que uno debe ser quien les pague eso), el contrato era semestralizado, “si te portas bien y logras los objetivos te lo podemos renovar cada 6 meses” me dijeron. Además la modalidad era de “obra labor” que no es otra cosa que un contrato de prestación de servicios con una infinidad de cláusulas que en la práctica deja con un poco más de un salario mínimo.
A esta altura ustedes dirán: ¿Pero esta vieja de qué ha vivido durante este último año? Pues bien, he asesorado a pequeños negocios –generalmente unipersonales– en toda la respuesta a la maraña de pagos, impuestos y aspectos administrativos que hacen que la corrupción y la burocracia sean tan indignantes para una persona de bien, de esas que nos levantamos a las 4 de la mañana y nos dan las 2 de la mañana terminando la jornada.
Por unos meses tuve mi oportunidad de conocer el sector público porque pude hacer un remplazo a una señora que se enfermó y que cree que Excel es un científico ruso porque de eso no tiene idea. ¡Ese sector público si es un completo circo! Imagínense una empresa donde no hay un jefe que está pendiente que nadie sea vago o que nadie le robe, eso es lo más parecido a lo que vi.
Me resultaba indignante para los millones de colombianos que se rompen el lomo que la gente llegara a esa entidad a las 10 de la mañana cuando son contratistas o a las 8 cuando son funcionarios de “planta” y que hacen honor al término porque llegaban a reír, hablar de la novela de la noche anterior a buscar a quien se iban a comer esa semana. Si, lo sé, suena horrible pero no les estoy mintiendo! Otro era el desfile cual reinado de belleza de las funcionarias que en manada iban todas juntas al baño, y que solo se sentaban para reír o armar corrillo de chisme. Me imagino no todos los funcionarios públicos son así, pero valdría la pena conocerlos.
Algunas de las preguntas que me asaltan después de un año desempleada es ¿De qué paz estamos hablando cuando al menos alguien como yo mantiene la esperanza de encontrar empleo, pero son miles las personas que no pueden acceder a un empleo porque vale más una palanca que un “saber hacer” que es tan o más importante que un cartón? ¿Cómo se pretende alcanzar la paz en un país que no premia la Legalidad, la honradez y las rectas intenciones?
Queridos señores empresarios: no sean tacaños, ¡Pagar bien no es perder dinero, es una inversión! Si quieren empleadas inteligentes, con una importante experiencia, capacidad laboral y compromiso, ¡Eso debe ser remunerado de manera digna! Si además busca una muñequita que parezca actriz porno, eso solo existe en las películas que ven los ingenieros desde sus puestos de trabajo. Si lo que quieren es ahorrar plata no se dejen engañar de las empresas de “selección de personal”, ¡Bajen las pruebas de Internet!
Señores del Gobierno Nacional: la corrupción de muchos de ustedes es indignante, es la mayor causa de la violencia de este país y ser corrupto no es solamente robarse la plata en coimas o “retenes” para asignar contratos, es no hacer lo que les pagamos TODOS los colombianos, es ser mediocres, conformistas o arrogantes. No esperen que no los vean con repudio o desconfianza porque la mejor carta de presentación son nuestras propias acciones.
Yo seguiré, por ahora, mi búsqueda porque a lo que no podemos renunciar queridos míos, es a perder la esperanza.