En la pasada entrega de los premios Oscar, la película Birdman recibió el premio como mejor película, así como también fue galardonado su director. El subtítulo de esta película es curioso y sirve como parafraseo para esta columna ya que el filme satiriza con humor negro a los críticos de Broadway, que se pasan la vida, precisamente criticando y denigrando, por no poder realizar ellos mismos una buena obra de teatro.
Esto mismo pasa con el arroyo Bruno. El Cerrejón anuncia que hará un desvío de unos 700 metros, para darle continuidad a sus operaciones. Esto no lo va a realizar a la topa tolondra como algunos aseguran. Para realizarlo, como queda claro en el micro site que explica cada una de las acciones que implementarán, esto ha contratado a firmas de ingenieros nacionales e internacionales, de tal manera que el curso del agua no se interrumpa, sino que se mantengan las condiciones que hacen que el recurso hídrico siga fluyendo en las condiciones actuales en las que se encuentra el arroyo.
Los que se oponen a esta obra de desvío, hablan de “ecocidio”, daños ambientales irreparables, extinción de una importante fuente de agua, por sólo mencionar algunos. Detrás de esto hay un temor razonable a que se dañe un cuerpo de agua importante para el departamento. Pero, eso no es razón suficiente para plantear un apocalipsis ambiental, sin antes detenerse a analizar el concepto técnico de los ingenieros que van realizar esta intervención.
Por eso, uno debe plantearse unas preguntas para ampliar el asunto. ¿El desvío de un cuerpo de agua, produce siempre una catástrofe? ¿Existen técnicas para hacer un desvío, de manera responsable? ¿Se puede confiar en la ingeniería colombiana?
Y, se pueden analizar varios casos. En 1931 los estadounidenses tomaron la decisión de desviar el río Colorado (en una zona bastante desértica), con técnicas no probadas a este ese momento, cambiando el curso en casi cinco kilómetros. ¿Hubo un gran desastre? No. ese desvío dio lugar al lago Mead y a la represa Hoover, considerada una de las maravillas de la ingeniería moderna y un lugar visitado por más de un millón de personas anualmente. Los ingenieros colombianos se dieron a la tarea de desviar uno de los ríos más caudalosos del mundo: el río Cauca. También aquí se ha resaltado que esto constituye un hito para la ingeniería de nuestro país.
Se pueden citar otros casos. Lo importante es que la ingeniería cuenta con la capacidad, el conocimiento técnico y la experiencia para intervenir un curso de agua, sin dañar el ambiente. Lo que hay que exigir y vigilar es que el Cerrejón haga las cosas de manera correcta y que cumpla los estándares legales y técnicos para que el arroyo Bruno siga llevando sus aguas al río Ranchería.
La discusión debe evitar las trampas de las disyuntivas y de la lógica dualista: minería o agua, agricultura o minería, desarrollo o medio ambiente, etc. Esta postura ha llevado a una lógica excluyente en donde no se escucha el argumento del otro, sino que se le ignora sistemáticamente, se le insulta y, en casos extremos, se le elimina. Por esa misma razón, en Colombia desconfiamos siempre los unos de los otros, porque creemos que el otro siempre se va a aprovechar, y así, se es deshonesto hasta que no pruebe lo contrario mediante mil autenticaciones, sellos notariales, constancias y, por lo menos, siete firmas distintas. Tampoco podemos permitir que el tema se convierta en un “circo político” de esos que abundan en nuestro país y que el tema del Bruno no se convierta en una excuza electoral.
¿Qué tal si partimos de la buena fe? ¿Qué tal que comencemos a creer en los ingenieros colombianos que estudiaron en nuestras universidades? ¿Qué tal que hagamos una apuesta por lógicas incluyentes que fomenten el empleo?
Más razón y menos apasionamiento guajiros.