Difícil definir el tipo de persona que, en entrevista radial, le pregunta a la recién nombrada embajadora en las Naciones Unidas, Leonor Zalabata, si hablaba inglés. Según la periodista, en elocuente muestra de ignorancia, apenas una más suya, el inglés es la “lengua del diálogo” en las NU. La señora Zalabata, serena, respondió que hablaba arhuaco y español. Con el deseo de descalificar a la nueva embajadora, detacada líder indígena y abogada, la periodista no sabía que los seis idiomas oficiales de las NU son árabe, chino, español, francés, inglés y ruso.
El dominio del inglés en Colombia sigue siendo excepcional. Un aceptable manejo del idioma, dentro del sistema educativo, es sólo pósible en el puñado de colegios bilingües, por fuera de la órbita de los ingresos de más del 98 % de los hogares. Aún dentro de los colegios privados hay muchos en los que no se sale hablando inglés, incluyendo la mayoría de los religiosos y muchos seculares. Los hijos de los migrantes colombianos a los Estados Unidos, criados allí, lo hablan por obvias razones y, por supuesto, quienes estudian en países angloparlantes. Aquellos padres de familia que tienen la oportunidad de enviar durante unos meses a sus hijos cuando tienen 18 años a los Estados Unidos, Reino Unido, Canadá o Australia, “para que aprendan inglés”, algo consiguen, si bien ese tiempo es insuficiente. Los jóvenes van y regresan a Colombia trastabillando.
Y dentro de la gente que aquí se llama importante, muchos no han tenido la oportunidad de aprender inglés. Empresarios, políticos, artistas, presidentes y funcionarios, no hablan inglés. Se mencionaba en estos días a Gabriel Garcia Márquez, uno de muchos ejemplos. Lo de Uribe es meritorio porque refleja la enorme fuerza de voluntad de alguien que no sabía inglés cuando se graduó de bachiller. Me pregunto si Alejandro Ordóñez, embajador saliente y tantos otros ocupantes de puestos diplomáticos lo hablan…
Gente que no habla inglés, de extraordinaria inteligencia. Y viceversa: presidentes que hablan inglés y exaltan los siete enanitos.
Por eso mismo llama la atención la forma en que algunos de los que hablan o dicen hablar inglés, tratan de mostrar su excepcionalidad. Al fin y al cabo, país de parroquia. Los gringos, especialmente tierra adentro, no hablan ningún idioma extranjero, a diferencia de los alemanes, cuyo sistema educativo obliga al dominio de, al menos, una lengua foránea. En Holanda, un país históricamente cosmopolita, preguntarle a un conductor de taxi en Amsterdam si habla inglés resulta ofensivo, pues el oficio obliga al manejo básico de varios idiomas.
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Ignoro por qué algunos magníficos profesionales colombianos consideran que se encuentran en una plataforma superior si propagan sus cargos y destrezas en inglés
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Un lugar en el que resalta la necesidad de diferenciarse a punta de inglés es el espacio colombiano de linkedin. Ignoro por qué algunos magníficos profesionales colombianos consideran que se encuentran en una plataforma superior si propagan sus cargos y destrezas en inglés. En eso, Colombia se destaca, a diferencia de Argentina, país en el que la presunción del inglés no impresiona.
Hay muchas maneras de aprender hoy inglés y, también, de no aprenderlo. El mundo de la inteligencia artifical y del aprendizaje automático (“machine learning”) nos ha puesto a disposición magníficos traductores gratuitos como el Deepl Translate, así como extraordinarios correctores gramaticales y de estilo como Grammarly.
El mundo de la inteligencia artificial y del aprendizaje automático nos ha puesto a disposición magníficos traductores gratuitos como el Deepl Translate, así como extraordinarios correctores gramaticales y de estilo como Grammarly.