El Arca de "Uribé"

El Arca de "Uribé"

La historia es cíclica y se repite

Por: Eduardo Menco González
julio 21, 2014
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El Arca de
Imagen Nota Ciudadana

Como usted, quizás - tal vez, no puedo negar que al escuchar por vez primera la expresión “el arca de Uribé” mi mente inmediatamente se trasladó a aquella historia bíblica milenaria que nos habla de un personaje llamado Noé, del cual el dios de los judíos se valió para preservar parte de la creación al tomar la decisión de exterminar, a través de un gran y prolongadísimo diluvio, la raza humana.

1. El relato del arca de Noé.
En el antiguo testamento los capítulos 6 y 7 del libro del génesis nos relatan la historia de cómo el dios judío viendo que la humanidad se había corrompido totalmente, delegó a Noé la misión de construir una barca en la cual debía introducir dos animales de cada especie (macho y hembra). El objetivo era claro y contundente: hay que preservar algo de la primera creación para garantizar la renovación total del universo después de ocurrido el terrible diluvio, la temible inundación.

Efectivamente Noé hizo caso a la orden divina; construyó la gran barca, fortísima y con la capacidad de albergar a aquellos que finalmente fueron sus huéspedes durante muchos días como lo expresa el mismo relato. La idea era que no quedara rastro alguno de la abominable y crueldad humana; el texto más claro no puede ser: “vio (dios) que la maldad del hombre cundía la tierra y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal continuo; tanto que le pesó haberlo hecho al punto de indignación”. Dios se indignó de su propia creación, dios se arrepintió de su propia obra.

Construida el arca y ocupada solo por Noé y su familia junto a toda clase de animales, se vino la gran inundación que acabó con todo lo que había. El autor del génesis dice que “pereció toda carne; todo cuanto respira hálito vital, todo cuanto existe en tierra firme, murió”; Dios acabó con todo. Fueron suficientes los 40 días de diluvio y 150 días de inundación terrenal para ponerle fin a la maldad del mundo; y solo después de 40 días más y varios intentos de averiguar si ya había tierra firme, pudo Noé salir del Arca para repoblar de nuevo la tierra según el mandato celestial.

Un nuevo orden comenzaría sobre la faz de la tierra; un nuevo orden orientado por Noé, su familia y sus animales, por no decir sus bestias.

2. “Tras los restos del Arca”.
Hoy gracias al gran avance de los estudios bíblicos no es difícil determinar el grado de historicidad de los hechos narrados en un relato bíblico, como tampoco es complicado precisar su intencionalidad literaria y teológica. Después que la Iglesia aceptó que las sagradas escrituras no tenían como fin contar sucesos y datos al estilo de cualquier texto de historia, fue mucho más fácil entender y comprender por qué ciertos acontecimientos sucedían como eran relatados. La misma Iglesia se atrevió a afirmar que algunas cosas narradas en la biblia no sucedieron tal cual como allí aparecían, sino que se debían leer con los ojos de la fe aceptando que detrás del relato, Dios tenía un mensaje para su pueblo.

En este sentido y gracias a la hermenéutica, como la ciencia de la interpretación aplicada a los libros sagrados, un texto puede tener uno o varios mensajes, y en algunos casos como en el del arca de Noé por ejemplo la historicidad del relato poco cuenta. Lo más importante es la interpretación que hagamos objetivamente y el mensaje que podamos extraer.

Sin más rodeos, además porque este no es el asunto central del presente artículo, no es descabellado decir que ni Noé es un personaje histórico, que nunca hubo un diluvio universal, que la raza humana nunca fue extinta y mucho menos hubo una segunda creación. Entonces ¿cuál puede ser una interpretación válida del relato en cuestión?

Pueden ser varias, y esto es importante recalcarlo. La riqueza de la biblia precisamente consiste en que su mensaje es variopinto y plural. En la biblia un relato puede tener varios mensajes, lo importante es que todos ellos respondan a la idea central de todo el libro: dios salva por amor.

Para efectos de lo que nos interesa mostrar en este escrito, Noé representa entonces la figura de un gran líder; un líder que es aceptado fundamentalmente por su círculo de relación más cercano (su familia). Noé asume que tiene una misión en este mundo, la cual tiene el talante de divina (dios le da una orden); su responsabilidad es única y nadie más puede hacerlo por él. Solo él puede hacer lo suficiente y necesario para llevar a cabo aquello que se le impone como tarea. Los demás obedecen, no tienen voz ni voto, solo asienten al punto de perder incluso la libertad (encerrados en un arca). Noé es el único capaz de ver con suficiente claridad lo que sucede al alrededor, e interpreta al mismo tiempo qué y cómo se ha de actuar, y bajo qué circunstancia se debe obrar. La lectura que él hace de la realidad es la única valida y es del tal calibre que fuera de ella no existe posibilidad alguna de comprender la vida (el mundo estaba corrompido); es un líder consciente que ante grandes problemas se requieren enormes soluciones, siempre pensando que las propuestas por él son las más efectivas (40 días de diluvio).

Noé representa la imagen de un mesías o caudillo ideológico que se ve asimismo con la autoridad de gobernar, imponer y dominar; él representa la única salida ante cualquier panorama adverso y hostil. No le interesa que sus seguidores piensen, la adhesión a él es suficiente (arca llena de animales), la razón y la crítica no son necesarias, el camino que él ofrece es suficiente para vivir. La palabra de Noé es salvífica y con tal que sus intereses se cumplan está dispuesto a que los medios justifique cualquier fin (exterminio de la raza humana). Ante el caos, solo él puede dar nuevo orden a las cosas asumiendo que el cumplimiento de su deber responde a la voluntad de un ser superior ante el cual no puede hacer otra cosa más que obedecerle. El Noé del génesis deriva de una estirpe casi “uránica” al estilo griego de los semidioses (el varón más justo y cabal de su tiempo).

El mundo que rodea a nuestro personaje bíblico y de acuerdo a nuestra interpretación, es un mundo que no le es suficiente; de ahí que sea necesario destruir lo que hay y crear otro con la ayuda de fuerzas que sobrepasan los límites del orden establecido (todos fueron exterminados de la tierra). Y finalmente, como si no fuera suficiente, el tiempo existe en él, es perpetuado en él y es determinado por él (Noé vivió 950 años).

3. “La historia es cíclica”.
Hoy sabemos que las intenciones de aquel siniestro plan de querer acabar el mundo para repoblarlo con una nueva creación, fracasó. Después de Noé la tierra volvió a degenerarse, la maldad tomó el control en muchas partes del universo como si cada especie se hubiera dispersado con el objetivo de querer sembrar la maledicencia en los corazones de cuantos habitaban el orbe; como si cada animal tuviera claro que el arquetipo Noé debía repetirse cada vez que fuera necesario sobre la faz de la tierra. Por qué no pensar que aquella granja de George Orwell* fue creada para representar lo que en los orígenes del universo ya era una convicción: el poder corrompe las entrañas del corazón, y corrompe más cuando es legitimado por quienes ideológicamente son susceptibles de los más amplios niveles de manipulación. La rebelión en la granja de Orwell pudiera analógicamente ser el deseo profundo de aquellos animales del arca, que viendo cómo su líder proponía una nueva manera de entender la realidad se satisfacían al pensar que ellos mismos podrían repetir el mismo esquema después del prolongado diluvio, luego del retorno a la libertad.

El síndrome Noé a la manera cómo lo hemos entendido aquí, es un esfuerzo por perpetuar “un caudillismo malvado”, es una manera de hacernos entender que el poder ha de estar centralizado y para efectos de obtenerlo y mantenerlo, al estilo Maquiavelo, los medios es lo que menos cuenta. No sabemos aún con precisión cuál es la fecha exacta de composición del relato veterotestamentario, pero si sabemos que detrás, delante o al lado de él, se esconde una verdad ineludible que nos hace pensar que tal vez los griegos tenían razón al afirmar y defender con vehemencia que los hechos ocurridos en eso que llamamos historia no son más que la repetición de actos donde lo único que cambia son los nombres y lugares.

El objetivo de Noé no se cumplió, pero sí la perpetuación de sus intenciones. No en vano una manera de comprender la historia misma es a partir de la vida de personajes que a lo largo y ancho del mundo, y con la más brutal cuota de cinismo y tiranía, han querido doblegar a sus pies al resto de vivientes como animales encerrados en un arca. Se valen de la debilidad y la fragilidad para imponer sus ideas, aprovechan la debilidad ajena para posicionar sus discursos que terminan por dogmatizar lo más sagrado: la palabra. El tono con el que se expresan deja entrever la inseguridad de quienes los escuchan pero también la falsedad de sus intenciones, sobre todo cuando ya no son capaces de sostener la mirada ante la realidad de sus mentiras. Cuántos Noés por este mundo, cuántas arcas en formas de aldeas, pueblos, ciudades y países, cuántos ciudadanos que como animales cabeza gacha recorremos el camino ajeno, cuántas masacres que como diluvio han azotado y denigrado de nuestras condiciones humanas, cuánto silencio e impunidad que como el encierro de aquel arca impiden ver la luz de la justicia.

Con tristeza y alguna cuota de dolor, es difícil reconocer que siendo supuestamente modernos y herederos de una cultura donde la razón es la luz que guía el comportamiento humano, aún en países como el nuestro algunos personajes parecieran encarnar perfectamente las características arquetípicas de Noé a la manera como lo hemos presentado.

Para ningún colombiano debe ser un secreto que aquella historia antiquísima pareciera que hubiese tomado vida en nuestras tierras; obviamente ya no con un personaje vestido de pieles, con la misión divina de construir un arca y con la tarea de repoblar de nuevo la tierra; sino más bien con saco y corbata, con un gran sequito a su servicio, y la intención de perpetuarse a cualquier costo en el poder. Solo esperamos que los animales de esta nueva arca no se sigan dispersando por el mundo.

*Rebelión en la granja es una novela satírica del británico George Orwell. Publicada en 1945. En la ficción de la novela un grupo de animales de una granja expulsa a los humanos tiranos y crea un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en otra tiranía brutal.

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