En Colombia estamos peor que en la época de Pablo Escobar, pero esta vez no por cuenta de un narcotraficante, ¡sino del propio presidente de la república! Nos graduó de idiotas útiles; toda una vergüenza ante el mundo y una lección para los que ya estaban pensando hacer lo mismo. Nos devolvió a los ochenta, cuando venir a Estados Unidos -o ir a cualquier lugar del mundo- significaba pagar la estigmatización de ser colombianos y aguantarnos miradas de desconfianza, esculcadas hasta de conciencia, tocatas sin miramiento y preguntas repetidas pero presentadas de distinta forma una y otra vez, a ver si caíamos en algo. Cuántos colombianos vinieron legalmente a este país por ese entonces, buscando trabajar en empresas como profesionales y sencillamente se devolvieron porque siendo señalados como ciudadanos del país símbolo del narcotráfico, no les dieron la oportunidad.
Nuestro gobierno actuó como puro “perro’e reja”, ese que es valiente detrás de la cerca, sale, asusta al que va pasando y ya, vuelve y se echa amargado
Mientras el gobierno norteamericano encontró la mejor oportunidad para mostrarle a la izquierda del mundo que las bravuconadas no lo asustan y que, por el contrario, lo fortalecen, nuestro gobierno actuó como puro “perro’e reja”, ese que es valiente detrás de la cerca, sale, asusta al que va pasando y ya, vuelve y se echa amargado esperando la próxima oportunidad de otro desprevenido transeúnte. Así, tal cual, veo nuestra situación en Colombia. Solo que nuestro perro’e reja tiene dos componentes: no sabemos qué anda haciendo detrás de la reja (llámenlo Catatumbo y sus acuerdos con el gobierno venezolano), y tampoco podemos abrirle la puerta porque trina en X contra un país como Estados Unidos, comandado por un presidente al que, como ya vimos y sentimos, no le tiembla ni el pelo.
Este será sin duda el año y medio más largo para el pueblo colombiano. Se sentirá leeento y doloroso por cuenta de un presidente que no parece cuerdo, que se pinta novelas en la cabeza al compás que le da la copa rota de tragos largos y respiraciones profundas, y que nos tiene de nuevo a los colombianos en el peor de los escenarios para viajar, para buscar oportunidades y para vivir sin señalamiento a lo largo y ancho de todo el globo terráqueo que hoy nos mira con lástima. Toda una desgracia.
De la misma autora: No prolongar sino ensanchar la vida