El animal de Facebook
Opinión

El animal de Facebook

Por:
diciembre 11, 2014
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Todo aquel que me pide una invitación la acepto sin siquiera mirar quien es: yo quiero que todo el universo quepa en mi Facebook y creo que lo estoy consiguiendo. En mi zoológico particular tengo de todo, desde mamertos anacrónicos que copian cada miércoles un capítulo del Capital entero en alemán, que es como se debe leer, y luego aderezan el postre con alguna canción perdida de Violeta Parra. Es muy cómodo eso de ser comunista en París, decía un filósofo en La Habana mientras pensaba  en la paloma de bronce que le prometió Picasso a la revolución y que nunca envió, hasta los otros, los que añoran, con la misma pasión que Agualongo esperaba el regreso del virrey, a Álvaro Uribe y sus discursos encendidos. A raíz de la muerte del Chavo, evento que exacerbó la necesidad de decir algo entre todos los que no son capaces de decir nada, me encontré con memes haciendo alusión a que la juventud latinoamericana se terminó de perder cuando siguieron al Ché y no a Chespirito, menuda estupidez. Arengas contra Petro, la bareta, los diálogos y todo lo que suene progresista, vítores a Paloma Valencia, el Polo Democrático y Ronald Reagan,  cadenas de oración para conseguir trabajo o para que el América ascienda, el zoológico es un lugar ruidoso  en donde los animales siempre están tratando de mascullar algo.

Yo paseo y los miro, algunos son bastante graciosos y otros me consuelan con sus vidas patéticas, plagadas de problemas e infelicidades. El ventilar los problemas en público es algo que amo de la bestia facebookiana, ¿Cómo se puede caer tan bajo? Chicos, no solo acepten a los muchachos de moda, denles cabida, por su propia salud mental, a todos aquellos infelices que curten a la pareja en público, que desconocen cualquier código de comportamiento y echan al agua a los amigos, sus deudas, infidelidades, vicios y cobardías. Hace rato que no leo periódicos, gracias a Facebook ya no me dan tantas ganas de suicidarme en los atardeceres del domingo.

La bestia facebookiana se transmuta constantemente y se convierte, de la noche a la mañana, en un voraz lector. Aquel que de los libros solo leyó las contraportadas ha encontrado en Facebook su tabla de salvación. Hacen álbumes completos con los rostros de Cortázar, García Márquez y hasta Nietzsche y construyen el perfil de un hombre interesante que está lejos de ser el pelafustán que es en la vida real. Por las citas profundas que postea no solo nos damos cuenta que es un intelectual a carta cabal sino que es un hombre al que le preocupan las inequidades del mundo y sus injusticias. Sin pensarlo nos encontramos con todo un activista virtual. Por lo general este cambio ocurre cuando la hippie que vende pukas en la esquina le ha hecho ojitos, entonces a guardar todos esos CD piratas del Binomio y los Embajadores y a posar mijo que esta vida es muy corta para no llevar máscaras.

Pero entre todos los especímenes de Facebook me quedo con los enamorados. El Facebook revolucionó las relaciones de pareja. Y las abarató. En los ochenta uno tenía que juntar moneda tras moneda para comprarle una credencial a la novia de turno o uno de esos globos horrendos que decían I LOVE YOU. Ahora la vuelta es más breve, solo se tiene que decir cada dos horas “Oshita te extraño” o postear una canción de Santiago Cruz o Alberto Plaza no sin antes decirle que “los días que he pasado sin ti han sido una eternidad” y luego seguir con una reflexión borgiana sobre el tiempo. Ni qué decir que cuando es una frase más elaborada que el popular “Te amo” resulta siempre siendo un plagio de algún poema  de Benedetti. El “Corazón Coraza” casi nunca falla.

Hace poco quise meterme en Twitter pero es algo que supera por completo mi inteligencia. No sé cómo a estos tipos se les ocurren esas frases tan punzantes y brillantes. Esa necesidad de descrestar en cada frase escrita me genera demasiada presión. El Twitter es para gente brillante y yo soy solo un animal de Facebook.

Me encanta ver cómo mi amigo, el que era comunista en la universidad, llama zombies a los indigentes de la Macarena,  como el otrora tirapiedras termina haciéndole las campañas políticas a un senador corrupto y cómo la que era la chica más bonita de la Juco ahora escribe en su estado: “Semana dura la que viene… muchos cilindros por vender” y abajo en un comentario complementa “Y auditorías por doquier”.

No, al lado de ese placer el Twitter me resulta algo completamente inadecuado, un instrumento de genios. El Facebook en cambio es un sitio vulgar y sucio en donde caben todas las miserias humanas. Es solo basura, pero me gusta.

 

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