El puntillazo final a la clase trabajadora.
Desde hace muchos años la clase empresarial había esperado el momento en el que un gobierno le permitiera contratar por horas a sus trabajadores.
Pues bien, lo encontró con el presidente más conveniente y en el momento más oscuro de nuestra historia moderna.
Solo un ministro llamado Ángel, que no tiene nada de este ser divino sino que al contrario parece un demonio, se atrevió a tanto.
La expedición del Decreto 1174 es llevar a la semiesclavitud a las presentes y nuevas generaciones.
Sin embargo, no es extraño en un personaje que hizo toda su carrera política como concejal y congresista, probablemente explotando a los trabajadores contratistas, esté detrás de esta normativa.
No en vano es bien sabido que la prestación de servicios como figura ha sido utilizada por los políticos en los últimos veinte años: votos a cambio de contratos; violándose así el trabajo decente y la meritocracia constitucional.
Por otro lado, aunque Ángel Cabrera dice que el Ministerio del Trabajo vigilará que no haya abusos, en mi opinión esa es una monumental mentira. Por poner un ejemplo, ¿acaso le ha puesto la lupa a los excesos de los ya comentados contratos de prestación de servicios, que se convirtieron en la nueva realidad de la administración pública a pesar de todos sus líos? No lo creo.
En fin, si este decreto pasa el examen de legalidad y si las marchas ciudadanas (por el momento virtuales) no obligan a Duque a derogarlo, retrocederemos al siglo XIX en materia laboral.