Fui con enorme interés a ver las exposiciones que presenta la galería El Museo en Bogotá, pero salí decepcionada y sin nada nuevo que contar.
Al ver la exposición de Juanita Carrasco, siente uno que en la experimentación con la fotografía no hay nada nuevo, siendo en la práctica totalmente lo contrario. Imágenes de la zona del centro de Bogotá la ubica fácilmente en su lugar de confort donde le es familiar el entorno porque no se mueve más allá de 20 cuadras. Andar Planetario, que resulta un buen nombre, es simple. Se trata de mirar el Planetario y sus alrededores. Nada más. Yuxtapone las imágenes que se repiten exactamente mientras logra un relieve con alguna densidad atmosférica. La repetición es una doble imagen urbana. Un espejo que busca profundidad y contrastes de luz. Búsqueda que con perseverancia llegará a algún lado. Como no fue más lejos del Planetario, encontramos la obra Andar Carrera 10 con 26, donde se atraviesa la carrera séptima y vemos de nuevo una inscripción muy arquitectónica de la ciudad. El edificio curvo sigue siendo moderno, a pesar del tiempo. Sus alrededores en escombros prometen un cambio de perspectiva urbana. Interesante seria, por ejemplo, que conjugara más las imágenes del ayer con la plazoleta y la estatua de la Rebeca, con la dinámica de la imagen de hoy. Pero lo mismo de lo mismo con sus caminantes diminutos y cambios de redacción gaseosa resulta monotemático el tema.
Aventurándose, llega tres cuadras más arriba mientras realiza una foto del parque cercano del Bicentenario que, entre otras cosas, tiene símbolos que no registra. El interés en la vegetación que la cuadricula se traga los puntos de interés y los recorridos del parque.
La fotografía, también digital, hace el mismo experimento que realizó el inglés David Hockney hace más de 40 años, en donde buscó en la repetición un espectro más amplio de la fotografía y que resultó siendo un gran aporte para su pintura.
Juanita Carrasco hace Bogotá 3 días, 11 horas y 38 minutos en la misma zona céntrica de la ciudad, elaborando cuadritos de fotografía. En ellos muestra los cambios de luz de la noche a la mañana. 3 días, 11 horas y 38 minutos en el mundo del arte, que como en la vida misma, no es nada.
Adriana Ciudad, "Pasar a mejor vida"
Salgan los ríos de mis ojos de Adriana Ciudad es una obra que tiene en la mira lugares marginados como Timbiquí. Pero la artista se compromete a pintar su testimonio como sí todo viniera del mismo lugar rupestre. No le da espacio a que el respeto venga de la propuesta técnica, sino quetodo sigue a la condición humana en la pobreza como decreto.
La investigación antropológica vuelve a la pintora “semiprimitiva”, el semimediocre de la nada. La gran categoría del Primitivismo tiene su propia condición y se sustenta por sí misma. Acá no hay composición que valga porque en virtud de lo caótico pinta las paredes de la galería como si el cuadro inútil no tuviera límites. El manejo del color la desborda.
Debería ser una obra donde se cuenta la sintaxis social de la comunidad, sus trabajos rituales, sus convicciones, sus maneras de sobrevivir a la precariedad. Pero queda solo una sombra de color con las referencias de un mundo tropical. A Adriana Ciudad le quedó grande la selva.
José Alejandro Bermúdez, "Hallazgo"
La exposición de José Alejandro Bermúdez de bloques de 21 x 21 centímetros con fundición en bronce con cera perdida deja, en su exposición, Hallazgos que exista un respiro. Son pequeños relieves en donde el resultado sale del azar. Pero en su complicada técnica, se nota que al final la obra cuenta con el bello recurso de la sensibilidad.
Fotos: Cortesía galería El Museo