María José Ramírez trabaja con el cartón y se define a sí misma como una recolectora. Hizo sus prácticas universitarias en la Fundación, y desde ahí “sigue enganchada”. El mayor reto que ha enfrentado desde que está en el proceso ha sido cambiar la forma de pensar: “Cuando llegas a un espacio como este es necesario construir colectivamente y deconstruir lo aprendido hasta ahora, es decir, pensar de otra manera los elementos, porque el cartón ya no es la lámina nueva, sino el reciclado, y nada es basura”.
Samuel ha sido su mentor, asegura que gracias a él ha adquirido un amor por el cartón. “Aunque llevo un tiempo trabajando con el cartón, no dejo de asombrarme, es un asombro total ver como cada vez va quedando más lindo, cada vez creas cosas que a la gente le impactan y poco a poco aprenden a valorar el tema de la reutilización”.
Foto: Ricardo Espitia
En uno de los talleres, María José tuvo una gran experiencia: “Estaba trabajando con un grupo de chicos que estaban muy emocionados con las cosas que se podían hacer con el cartón, ¿podemos hacer una cama?, decían, y yo, claro que sí, podemos hacer lo que quieran, sólo hay que aprender a transformar el cartón. Constantemente estoy viendo cómo puedo reemplazar ciertos objetos, sobre todo los de plástico que es un material que me perturba”.
“Mi mayor tesoro es mi abuelo, mi abuelo es una máquina del tiempo echa azúcar, siempre tiene algo que enseñarme”. María José cuida la naturaleza y los animales.
