El empresario canadiense Frank Giustra aterrizó en su jet privado Mcdonnell Douglas que lo había traído desde Vancouver a Bogotá, a cumplir una cita en abril del 2008, con el entonces Presidente Álvaro Uribe. La reunión había sido concertada por el expresidente norteamericano Bill Clinton. Comenzaba el segundo período presidencial de Uribe con resultados para mostrar en su lucha contra la guerrilla de las Farc, cuando este empezó a poner en marcha, a todo vapor, otro de los pilares de su estrategia de gobierno: la confianza inversionista.
Coincidía el propósito de Giustra, un banquero de inversión de origen italiano pero nacido en Ontario, de expandir sus negocios en recursos naturales con el empeño del Presidente colombiano por atraer capital extranjero dentro de su política de confianza inversionista. La realidad del país había cambiado, y Uribe se sentía en condiciones de ofrecerle a los inversionistas extranjeros seguridad. Giustra traía su portafolio de inversiones en madera, petróleo y carbón debajo del brazo. Abrió el camino y un año después, el 22 de julio de 2009, se sentaban a la mesa del Consejo de ministros, sus tres socios venezolanos con quienes habían fundado Rubiales Energy Corp, también en Vancouver, para explotar el campo petrolero en el Meta que el brasilero German Efremovich había adquirido. Giustra no estuvo en aquella memorable reunión en la que los venezolanos Ronald Putin, José Francisco Arata y Miguel de la Campa, de regreso de visitar el campo no solo le daban el parte de victoria al Presidente Uribe, sino que auguraban que Pacific Rubiales rompería todos los récords de producción de petróleo del país. Y en efecto sucedió.
Amigo de muchos años de Serafino Iacono, de quien fue padrino el año pasado de su boda con la colombiana María Paola Mejía, Giustra había estado como inversionista en minería, detrás de la financiación de Pacific en la Bolsa de Toronto. Sabía como nadie que la coyuntura no podía ser mejor y le apostó. Por un lado había logrado apuntalar el negocio petrolero de Pacific, así como otras dos inversiones en el sector –Blue Pacific y Petroamérica– también con Iacono. Y de otro lado, había iniciado el también promisorio negocio maderero. El radar lo tenía puesto en las selvas del Chocó con su gran riqueza natural en Bahía Solano.
A sus casi sesenta Frank Guistra figura en la lista de los 50 hombres más ricos del Canadá y ha hecho de su cercanía con el Presidente Bill Clinton, un pasaporte para negocios que involucran decisiones de gobierno como son todos aquellos de recursos naturales que tienen licencias de explotación de por medio. Buen discípulo de Clinton en temas de lobby y relaciones con alto gobierno para propósitos privados. Por eso lo de Colombia no podía ser distinto.
Su relación empezó a tejerse en el año 2005 cuando Giustra, quien no descuida el frente filantrópico, le facilitó su jet para realizar un viaje por países de América Latina con fines sociales, incluido Colombia. El canadiense lo acompañó y con una empatía instantánea se hicieron amigos y cómplices en todo tipo de proyectos incluido el filantrópico. Realizaron, según el Washington Post 13 viajes juntos en su avión y Giustra se convirtió en uno de los principales donantes de la Fundación Clinton con un aporte de US $100 millones.
La estrecha relación con los Clinton trajo a Giustra de nuevo a Colombia en el 2010, cuando la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton, acompañada por su esposo, visitaron el país, el 8 y 9 de junio. Después de la cena privada que tuvieron con el Presidente Uribe, quien estaba a dos meses de concluir su mandato, al día siguiente los Clinton se reunieron con Giustra quien los esperaba en Bogotá. Y al poco tiempo, de manera exprés, la empresa canadiense Prima Colombia Hardwood de propiedad de Frank Giustra, obtuvo la autorización para explotar madera en la selva chocoana, uno de los bosques con mayor diversidad del mundo, tal como lo cuenta Peter Schweizer en su libro Clinton Cash: The Untold Story of How and Why Foreign Governments and Businesses Helped Make Bill and Hillary Rich (Clinton en efectivo: la historia no contada de cómo y por qué gobiernos y empresas extranjeras ayudaron a hacerse ricos a Clinton y Hillary). Quedaba confirmado que los viajes de Giustra por el mundo con sabor filantrópico han ido de la mano de negocios lucrativos en el que el lobby ha pesado mucho. Colombia entró así al mapa de la corrupción política que le endilgan a la señora Clinton y que según el autor Schweizer puede convertirse en un serio obstáculo en el boleto a la Casa Blanca de la señora Hillary.
Con la bendición presidencial todo fluyó. Urgía actuar rápido; el gobierno Uribe estaba en la recta final de su segundo período. Ya se contaba con la autorización de aprovechamiento forestal emitida por la autoridad competente Codechoco –Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo sostenible del Chocó–, sin embargo se requería que el Ministerio del Medio Ambiente, entonces en cabeza de Carlos Costa Posada, decretará la sustracción de las 67.327 hectáreas de la reserva forestal que cubre buena parte de la Costa Pacífica, definida en la Ley 2 de 1959. La apetecida excepción se dio. Se autorizó explotar esa superficie durante quince años para extraer más de cinco millones de metros cúbicos de madera.
La empresa Prima Colombia Hardwood Inc., dueña de REM Forest Products Inc, propiedad de Frank Giustra, inició la explotación comercial de madera en un territorio selvático que se extiende entre Bahía Solano y Juradó, el Pacífico y la Serranía del Baudó, un área donde viven 18 comunidades, cinco mil personas. Se trata de uno de los lugares con mayor biodiversidad en el mundo, cuya tala compromete el ecosistema y especies nativas como el abarco, aceite, algarrobo, amapa (sande), amargo, bálsamo, caimito, chanul, choiba, granadillo, guayacán polvillo, jutahy, níspero, oquendo, tangare y virola.
Detrás de la canadiense Prima Colombia Hardwood Inc también está Pacific Rubiales. En marzo del 2011 destaparon las cartas y firmaron una alianza con Blue Pacific en la que Giustra y Serafino Iacono eran los principales accionistas dejando claro que esta formaba parte de un emporio candiense-venezolano de oro, madera y petróleo. Con gerencia en Bogotá, su principal campamento está en la playa de Huaca, un corregimiento de Bahía Solano, como base de operaciones con 20 funcionarios entre canadienses y colombianos y cerca de ochenta trabajadores afros e indígenas encargados del trabajo duro.
Las maderas más finas de la selva Pacífica van rumbo a la China, dejando una selva devastada y unas comunidades empobrecidas, mientras Frank Giustra busca proteger su empresa del tsunami de Pacific Rubiales. Entretanto, Hilary Clinton intenta salvar su candidatura de los escándalos de tráfico de influencias que la pusieron últimamente a declarar siete horas ante el FBI y en cuyo amplio dossier, Colombia y la entrega del gobierno de Álvaro Uribe a una empresa canadiense de una buena tajada de una de las selvas más ricas en biodiversidad del planeta, ocupa un capítulo importante.