El plan de los bancos centrales para luchar contra los precios obstinadamente altos en casi todo, desde alimentos hasta ropa, ha sido el enfoque central de Wall Street en 2022 y tiene a la Reserva Federal como protagonista.
La tasa de referencia de la FED actualmente se encuentra entre 3,75% y 4%, frente a casi cero en marzo pasado. Eso marca el aumento más pronunciado desde al menos 1990 y se espera que siga aumentando en la última reunión de política monetaria de este año, prevista para mediados de diciembre.
Según el mercado, la tasa de intervención podría superar el 5% en 2023. Pero, ¿por qué debería interesarle al resto del mundo?
Un banco central que lleva la voz cantante en la economía mundial
Jerome Powell, presidente de la FED, es considerado el banquero central más importante del mundo. Cualquier declaración que emita es analizada minuciosamente por analistas que leen cada línea tratando de adivinar sus próximos pasos.
De lo que decida la Reserva Federal depende en gran parte lo que opine y haga el resto de bancos centrales del mundo, que han seguido los pasos de la FED y replican su estrategia de subir tasas para frenar la inflación.
En su más reciente pronunciamiento, Powell sentenció que “necesitamos subir los tipos de interés hasta un nivel lo suficientemente restrictivo como para que la inflación vuelva al 2%”.
Cuando habla de “restrictivo”, el jefe del Banco Central estadounidense se refiere a que se desinhiba el consumo para que la inflación, hoy cercana al 8% en términos anuales, se reduzca hacia ese 2% que es considerado un nivel “saludable” para las economías.
Jerome Powell, sin embargo, también entregó un mensaje “esperanzador” al sugerir que los próximos aumentos en las tasas de interés podrían no ser tan agresivos.
Aunque las bolsas mundiales reaccionaron con entusiasmo, el júbilo podría ser flor de un día, pues los analistas y economistas se han vuelto escépticos de que la FED pueda controlar la inflación sin estancar la economía en una recesión. Y una recesión en la principal economía del mundo tendría un efecto dominó sobre el resto de países.
¿Cómo afectan las decisiones de la FED al dólar, hoy en mínimos de tres meses?
A medida que la economía se recuperó de la pandemia del coronavirus, las cadenas de suministro no pudieron satisfacer la demanda. Un aumento en los precios del petróleo y de la gasolina a principios de año, como consecuencia de la guerra en Ucrania, agregó más combustible.
Con tasas de interés más altas, los bancos centrales hacen que los préstamos sean mucho más difíciles para los consumidores. Al tiempo, un interés alto hace más atractivo para los inversionistas depositar su dinero en bonos gubernamentales porque entregan un mejor rendimiento. Eso pesa directamente sobre las acciones.
En Wall Street, las empresas con valoraciones altas, especialmente las de tecnología, se volvieron menos gustosas a medida que los rendimientos de los bonos del Tesoro se volvieron más lucrativos.
Por regla casi general, cuando a la Bolsa le va mal, al dólar estadounidense le va bien, ya que es considerado un activo seguro en momentos de crisis porque es menos volátil que las acciones.
De ahí que durante el año la divisa más fuerte del mundo se haya valorizado frente a casi todas las monedas locales. Eso también explica cómo el dólar tocó mínimos desde agosto este jueves, con un mercado que, con apenas una frase del presidente de la Reserva Federal, se ilusionó con que esta será menos agresiva en los meses que vienen.