El alto precio que Carla Giraldo tiene que pagar por ganar Master Chef

El alto precio que Carla Giraldo tiene que pagar por ganar Master Chef

A la par del trofeo y la plata, Carla se ganó el rencor de mucho, pues demostró que es una persona indeseable que solo puede despertar los peores sentimientos

Por: Mario Manuel León Pulido
noviembre 05, 2021
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El alto precio que Carla Giraldo tiene que pagar por ganar Master Chef
Foto: Instagram/@carlagiraldo

Colombia conoció la noche del pasado lunes el nombre de la ganadora del reality de cocina Master Chef Celebrity Colombia en su edición 2021, quien resultó siendo Carla Giraldo.

Inmediatamente, las redes sociales colapsaron a cuenta de quienes, en su mayoría, manifestaron inconformidad con el resultado arguyendo que Carla demostró ser una arribista, tramoyera, chabacana y otros apelativos que no la dejan bien parada.

Objetivamente, hay que decirlo, en cuanto a cocina y técnica Carla fue superior a sus contrincantes con una ejecución impecable y poco menos que perfecta, a juicio del jurado. Desde la perspectiva de la técnica, Carla merecía ganar o por lo menos cometió menos errores que sus compañeros. Al inicio del reality y de la gran final, el jurado resaltó el hecho de que “calificaban platos y no personas”, algo que a primera vista resultaba coherente con el formato y la intención del concurso, pues en la final calificaron los platos por sobre las personas, lo cual, sin embargo, no convenció al público.

Hace ocho días reflexioné en este mismo espacio en torno a la figura de Liss Pereira y de lo que realmente, o por lo menos desde mi perspectiva, representaba en el reality. Y llegábamos a la incómoda aunque necesaria pregunta de qué tan preparados estamos para personas transparentes, justas y honestas como Liss, concluyendo que normalmente se les tiene en cuenta en este tipo de programas para poder destruirlas al aire, porque eso vende y sube el rating.

Hoy sabemos que Liss no ganó ni el trofeo ni el cheque por los 200 millones de pesos, los ganó Carla, pero aparentemente a un alto precio, pues a la par del trofeo y la plata, se ganó el rencor de muchos que piensan que a lo largo del programa demostró que es una persona indeseable que solo puede despertar los peores sentimientos de las personas que la rodean. Viña Machado, según el sentir de otros tantos, perdió por partida doble, pues ni ganó la competencia ni a los televidentes, que consideraban en la última etapa del programa que tanto ella como Carla debían salir.

Por otro lado, encontramos a dos finalistas que gozaban de la empatía y cariño de los televidentes, ambos humoristas: Liss Pereira y Frank Martínez, los favoritos de la gente, pero que tuvieron un desempeño un poco accidentado en la gran final.

Ahora, ni Liss ni Frank ganaron el reality de cocina; no obstante (y a lo que va encaminado el presente artículo) no siempre el que gana es el que triunfa, porque hay ganancias que nos hacen perder más de lo que creemos ganar.

En el caso de Carla Giraldo, ganó el título y el cheque, pero perdió a su público; Catalina Maya, Marbell y Viña Machado no solo no ganaron ni el trofeo ni el premio, sino que perdieron el cariño y la empatía del público, que es el sustento de sus carreras. Queriendo ganar, queriendo polemizar y ser protagonistas en el programa terminaron presentándose como las personas a las que la gente del común jamás les pedirían un autógrafo o una foto en la calle.

En contraposición, Liss Pereira, Frank Ramirez, Pitty Camacho, Emmanuel Esparza, bueno casi todos los demás, perdiendo el premio y el trofeo ganaron la empatía, cariño y respeto del público, y eso será más provechoso.

La rentabilidad de la decencia

Hay una frase de Stephen Crane que siempre me ha llamado la atención: “Junto a lo que un hombre es, nada significa lo que un hombre tiene”. Esta frase me ha servido en más de una ocasión para comprender que son vanos los esfuerzos de alcanzar el éxito o lo que comúnmente se asocia con él si en el camino usted pierde aquello que debería ser inmutable y perdurable: su esencia.

Usted debe trabajar cada día para no terminar convirtiéndose en un camaleón que cambia de acuerdo al entorno, porque corre el riesgo de que un buen día descubra que su verdadero yo se perdió.

La decencia es una de esas virtudes que las personas han ido perdiendo paulatinamente, hasta el punto en que pareciera en vía de extinción, y los decentes, una aberración o un fenómeno.

El reality nos demostró que tenemos tantos problemas como sociedad que cuando encontramos personas decentes nos resulta increíble que aún existan; lo bueno de todo esto es que cuando las encontramos seguimos siendo capaces de sentir admiración.

La decencia resulta el más rentable de los capitales, máxime en un país en que día tras día presenciamos lo más decadente de la humanidad y cómo los más indecentes y arribistas resultan ocupando el lugar en que deberían estar los más idóneos, los más decentes, los mejores seres humanos.

Me esperanza el hecho de que la gente no solo explotó en redes sociales para señalar a quien no merecía ganar, sino que en mayor proporción señalaron por qué las buenas personas, las decentes y más amables y auténticas eran sus preferidas. Quisimos que ganara la decencia, sin importar la impecabilidad de su técnica; queríamos buenos cocineros, pero por sobre todo queríamos mejores personas.

Preferíamos un plato defectuoso que a una persona rota, porque la falta de valores, empatía y decencia logran precisamente romper a la persona.

Carla hizo un comentario en la final que le ganó un sentimiento profundo de lástima hacia su persona: “Que Gregorio trabaje conmigo y a Liss la mando para la parrilla de atrás porque es una excelente cocinera…”. No, Carla, lastimosamente ni Gregorio ni Liss ni nadie que la vio en este programa pensaría en trabajar con usted, conténtese con tener empleados que trabajen por un salario, pero no espere que por gusto o por camaradería alguien quiera aunar fuerzas con alguien que es incapaz de ganarse el respeto, quizá el miedo sí, pero jamás el respeto que está reservado a las personas decentes.

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