Un día en la esquina de cualquier barrio de Colombia, un emprendedor encuentra un nicho de oportunidad y decide montar un negocio por encima de las leyes y normas de convivencia a sabiendas de que es libre de hacer lo que quiera, que nada le va a pasar.
El emprendimiento normalmente se desarrolla en el espacio público que es de todos y de nadie. El emprendedor sabe que con un poco de lenguaje intimidatorio ningún vecino se atreverá a reclamar. También sabe que las quejas ante las autoridades serán desatendidas y el denunciante solo recibirá una avalancha de correos crípticos que exhibirá el funcionario para demostrar que si se atendió el asunto sin que en realidad haya resuelto nada.
El emprendedor también sabe que cuando las autoridades correspondientes decidan actuar ya ha pasado tanto tiempo que ya no va a estar solo, sino que muchos otros habrán seguido sus pasos y estarán prestos a defender en montonera los “derechos adquiridos” a como dé lugar. En el año 2000 había en Bogotá un bicitaxista, en 2019 ya se estimaban en 4.600 y hoy con el refuerzo venezolano las cifras seguramente se habrán disparado.
La arraigada costumbre de los alcaldes, concejales, ediles y policías de Colombia de no actuar oportunamente, es decir, de no intervenir el mismo día en que se está sembrando la irregularidad, haciendo un control temprano, con lo cual el problema se puede cortar de raíz sin grandes traumas, como si lo hacen las autoridades de cualquier ciudad desarrollada, es el motor que impulsa el crecimiento de los mega problemas que vemos todos los días en nuestros barrios.
Por la indiferencia, la indolencia y el incumplimiento de los deberes rutinarios por parte del ejército de funcionarios que paga la sociedad para que preserven el orden y actúen de manera preventiva, una pequeña bola de nieve se convierte en una gran avalancha incontrolable.
Cuando por alguna circunstancia las autoridades no pueden seguir mirando para otro lado, ya es tarde, este ya no es un problema que habría podido resolver con una pequeña advertencia, reconducción o amonestación, sino que ya se ha convertido en un problema de orden público, en que deben actuar numerosas dependencias, el cy hasta el ejército en algunos casos. Hay heridos, muertos, familias desamparadas, trancones, daños, violencia, destrozos, cientos de funcionarios con chaquetas y uniformes de todos los colores, que cobran todos los días, totalmente desbordados por el monstruo de mil cabezas que indolentemente ellos mismo con sus omisiones ayudaron a que creciera.
En realidad, el caso de los bici-moto taxis, es un solo ejemplo, el mismo recorrido de germinación y evolución de los grandes problemas se puede aplicar también a la siembra de coca, primero fue un solo colono que se metió a un baldío y como nada le pasó, pues hora son cientos de miles. En la séptima primero llego un solo vendedor con cilindros de gas y peligrosas pailas y hornos calientes, como nada le pasó, pues ahora son decenas. La venta de drogas en los barrios comenzó con un solo vendedor, como nada le pasó, ahora son miles los micro traficantes que invaden las calles.
Primero fue una carreta de basura frente a la casa, como nada pasó, a la semana siguiente fueron tres, a los 6 meses ya eran 100, a los dos años las propiedades ya se habían desvalorizado y los propietarios tuvieron que huir. La lista es interminable, por lo que solo reseñamos un ejemplo más: primero despojaron de su tierra a un campesino, como nada pasó, luego se la quitaron a cientos y a miles, ahora se trata de hacer una reparación moral imposible y una restitución física tardía y dispendiosa cuyo aparataje legal tiene un costo exorbitante para toda la sociedad, obviamente, no para los funcionarios negligentes que dejaron que esta vergüenza histórica se normalizara.
Está claro que todos los grandes problemas de paz y convivencia siempre surgieron como un hecho aislado o como una incipiente infracción que floreció a la luz de la apatía de las autoridades y lo peor es que esto no es historia, hoy se está repitiendo, basta con salir a la calle y a los campos.
Los chinos ya apuntaron en su proverbio que el “aleteo de una mariposa en un lugar puede provocar un huracán en otra parte del mundo”, por lo que no es difícil entender que cualquier pequeña acción a tiempo puede generar un inmenso efecto positivo para la sociedad y que igualmente esa pequeña omisión cotidiana es la que permite el surgimiento de los monstruos de mil cabezas que después nadie puede controlar.
La primera barrera a los problemas es la atención temprana, lo saben los médicos, lo saben los agricultores, lo sabemos todos, menos una categoría humana constituida por funcionarios públicos que no lo saben o no les importan las consecuencias de sus omisiones, total nadie los va a responsabilizar de nada.
El malestar de los ciudadanos finalmente se olvida o más bien se sustituye por un nuevo problema que entra en la fase de cosecha, después de haberlo dejado germinar y crecer por años. Ahora toca iniciar una solución a costa de todos los contribuyentes que puede durar 10 o más años, para lo cual hay pagar mediadores, expertos y contratistas, entregar indemnizaciones y subsidios y reparar todos los daños al patrimonio público ocasionado por los emprendedores ofendidos.
No se puede seguir permitiendo la mala costumbre de los presidentes, ministros y alcaldes de dejar que la mano invisible del rebusque, no solo sea la respuesta en primera instancia a las carencias de servicios y de oportunidades para los ciudadanos, sino que también sea la que impone la agenda y el POT real de los municipios después de que ya ha sido copado el espacio público por cuanto emprendimiento “invisible” estrato 1 o 6 se instale.
La falta de un servicio de transporte formal ha sido el origen del bici–moto taxismo, las autoridades ausentes han sometido a los ciudadanos a un servicio inseguro, incómodo, contaminante, con todo tipo de efectos negativos en los barrios y que finalmente a mediano plazo ha dado por resultado una onerosa cuenta social, económica y ambiental que deberá asumir por muchos años toda la sociedad. Ya lo dijo Ortega y Gasset “Toda realidad que se omite prepara su venganza”. Las venganzas por las realidades desatendidas por nuestras autoridades crecen, se multiplican y nos toca pagarlas a lo largo de toda nuestra vida. Hoy los procesos radicados en el Distrito Capital en contra de los Bogotanos superan los cinco billones de pesos.
Nota: Al jefe de los agentes de tránsito de azul, recordarle que la misión de los agentes es mantener las vías libres, no es ponerles multas a los carros y al mismo tiempo dejar obstruir la vía por carretas, avisos y ventas ambulantes. Tampoco se requieren gavillas de cinco funcionarios para poner una multa. Eso nos sale caro. Si las vías no se despejan y los sueldos valen más que la multa, no estamos haciendo nada.