Que el alcalde de Cali, Alejandro Eder, haya perdido 15 puntos de popularidad, en tan solos tres meses de gestión, constituye una total sorpresa.
Y es que la más reciente versión del poll bimestral, que realiza la firma Invamer, indica que la labor cumplida por Eder es aceptada por el 49 % de los encuestados, mientras hace apenas dos meses ese porcentaje llegaba al 64 %.
La caída en la favorabilidad del mandatario caleño sorprende porque en la calle se percibe una cosa diferente y porque en estos meses no ha sucedido nada que justifique ese desplome. Al contrario, en el breve lapso que lleva al frente del destino de los caleños Eder ya tiene logros para mostrar.
Empezando por la lucha contra la inseguridad y la violencia, el tema que más preocupa a los caleños. El propio ministro de Defensa Iván Velázquez, admitió que en lo que va del gobierno de Eder, la cifra de homicidios en la ciudad ha caído un 20 %, la mayor disminución registrada en esa estadística durante los últimos 20 años.
Otro hit que se apuntó esta administración fue la consecución de la sede para la ciudad de la Cop 16, el evento medioambiental más importante del mundo, que reunirá en la ciudad, en octubre próximo, a delegados de más de cien países. Quizás desde 1971, cuando se realizaron los Juegos Panamericanos, Cali no era anfitrión de un evento tan importante.
Lo cierto es que el resultado de la encuesta de Invamer no es para “rascarse” las vestiduras, como diría el expresidente Juan Manuel Santos. Pero sí es un llamado de atención al que hay que ponerle cuidado. La pregunta, entonces, es ¿qué habrá motivado esa caída en el respaldo al alcalde? Se pueden aventurar varias hipótesis.
Algunos observadores, con una perspectiva bastante parroquial por cierto, atribuyen el hecho a los viajes internacionales que Eder ha realizad. Sostienen que el alcalde debe ir más a los barrios de Cali y menos al exterior.
Vaya falta de visión. Una ciudad llena de necesidades pero quebrada y con sus fuentes de financiación golpeadas, como la que recibió Eder, lo que requiere es plata. Y afuera, en los organismos de cooperación hay mucha. O sea que Eder hace muy bien en ir a tratar de conseguirla. Y sinceramente no creo que a los caleños les moleste que su gobernante viaje a buscar recursos. O sea, que por ahí no es la cosa.
Además es injusto insinuar que Eder no ha hecho presencia en los barrios. Constantemente el alcalde aparece en los medios supervisando obras públicas, la reparación de la malla vial o haciendo recorridos por diferentes sectores. De ninguna manera ha estado enconchado en su oficina.
Otra posibilidad que barajan los críticos de la administración es la demora en la asignación de los recursos para algunos proyectos sociales como la alimentación de los sectores menos favorecidos. Esta situación pudo haber influido, porque los asuntos sociales son muy sensibles para la gente. Pero, primero el origen del problema se remonta a la administración anterior que dejó desfinanciado el programa y, segundo, el tema ya se solucionó.
Si algo ha afectado la imagen de la actual administración de Cali es el escándalo por la adjudicación de un contrato por $7.000 millones a una firma boyacense, para hacer labores de logística en eventos.
La cifra no es muy significativa en una ciudad que maneja un presupuesto de seis billones de pesos. Es decir, el problema no es el monto del contrato. El lío surge de la forma en que se adjudicó
La cifra no es muy significativa en una ciudad que maneja un presupuesto de seis billones de pesos. Es decir, el problema no es el monto del contrato. El lío surge de la forma en que este se adjudicó: de forma directa, a través de un convenio interadministrativo.
La cuestión es que a través de esa modalidad el nefasto Jorge Iván Ospina adjudicó el 80 % de la contratación que hizo en su gobierno. Que un alcalde que fue elegido, entre otras cosas, por su transparencia y porque en esa materia representa lo opuesto que su antecesor, termine incurriendo en las mismas prácticas es algo que la gente no entiende ni acepta.
Además, la beneficiaria de esa contratación es una empresa foránea que no tiene ningún conocimiento de la ciudad, cuando aquí hay muchas empresas que están en capacidad de realizar eventos.
No creo que la opinión pública esté poniendo en duda la honestidad del alcalde. La honradez del alcalde no está en duda. El error del mandatario fue no haberle dado la importancia que el tema merecía. No por el monto del contrato, insisto, sino por la manera en que se adjudicó.
El alcalde debió haber actuado con severidad. Y el responsable del contrato debió haber sido retirado de la administración. Sobre todo porque me dicen que el convenio fue suscrito a espaldas de Eder. Pero como nada pasó, la responsabilidad recayó en Eder. Y la gente le está pasando factura.
A pesar de sus incuestionables buenas intenciones, Eder tiene poca experiencia en el manejo de los recursos públicos. Y este molesto episodio le debe servir para entender que cuando hay que tomar correctivos no se puede andar por las ramas. Y, por encima de todo, que debe tener a alguien de confianza supervisando cada uno de los contratos que firman sus subalternos. Porque no necesariamente todos los que trabajan en la administración caleña son tan transparentes como él.