Solo bastó 1 mes para que su frágil carácter y sus convicciones de cambio se vieran interrumpidas y acobardadas por las presiones de sus adversarios políticos.
En solo un mes, Daniel Quintero fue blanco de innumerables críticas, creando una atmósfera de desconcierto, pues sus más acérrimos contendores políticos empezaron una campaña de desprestigio desde el primer día de mandato, cuestionado desde ambos bandos por algunos de sus nombramientos en secretarías y acusado vilmente de su poca "dureza" frente a la protesta social, y tal parece que hoy esa campaña negra rinde sus frutos, quebrando las banderas de la independencia y desgarrando las pocas carnes de carácter y valor que tenía Daniel Quintero.
El afán de Quintero por desmarcarse del estereotipo en el que lo ha encasillado la extrema derecha colombiana, junto con el amedrentamiento que ha sufrido esta, llevando a Quintero a donde sus adversarios lo quieren: un panorama donde la gente que lo eligió se canse de él, y los que lo criticaban desde campaña acepten un poco que él es el alcalde, cambiando un poco de tranquilidad por una inminente muerte política.
No se sabe en la cabeza de qué visionario que plantea un Medellín para el futuro pueda, ante una reacción social como lo es la confrontación en los campus universitarios, a raíz de una manifestación amparada por la constitución, ofrecer como solución única el aumento al pie de fuerza y la transgresión al alma de las universidades con el ingreso policial, violentando su autonomía universitaria, arriesgando la vida del 99% de los estudiantes, empleados y profesores que se encuentren en los campus intervenidos y no haciendo parte activa de la confrontación, omitiendo los antecedentes de asesinatos a estudiantes, golpizas, montajes judiciales y atropellos a los derechos humanos que reposan en los archivos de denuncias por abuso por parte de la fuerza pública cuando estos ingresan a un campus o interviene en alguna manifestación social y lanzan sus arremetidas hacia la comunidad universitaria; y todo esto solamente para generar un ambiente temporal seguro a los ojos de sus detractores, creando una falsa ilusión de que la convivencia y los sentires en las universidades va bien , cuando en realidad lo que se necesita es un trabajo de base social de dimensiones apocalípticas de muchos años y que aún no ha empezado y que con los actos Administrativos actuales se pone en duda que por fin empiecen.
Esta es sin duda una decisión cobarde, que sólo la hacen personas que no tienen claras sus convicciones, que no cumplen con la palabra y que, por no tener carácter no son capaz de enfrentase con gallardía ante los opositores que eligieron tener y defender sus ideas sin importar lo que pase; es una decisión baja, sin sentido común, olvidándose que él, Daniel Quintero, pudo haber sido un afectado directo cuando dio su paso por una universidad, si el alcalde de turno hubiera tomada una decisión tan irresponsable y atarbana. Es una decisión pusilánime y pasquinezca en la que ni Federico cayó tan bajo cuando sintió la ausencia del poder político que no lo respaldaba, una decisión al más estilo caza ingenuos, al más estilo populista.
La nueva ola de cambio, representada por Daniel Quintero, parece haber llegado a su fin para la capital antioqueña, una serie de desaciertos han llevado a los electores del alcalde a replantear si fue lo correcto votar por él, aunque poco o nada se podía haber hecho con los demás candidatos.
