Nicolás Ávila terminó como jefe de gabinete del ministro Alejandro Gaviria después de que saliera por la puerta de atrás de la Embajada de Colombia ante las Naciones Unidas en Ginebra hace un año. Rafael Pardo es su padrino político, se cruzaron en el 2016 en el Fondo de Programas Especiales para la Paz, en donde Ávila era contratista y se convirtió en el hombre de confianza de Pardo que, cuando fue nombrado en la Alta Consejería para el Posconflicto en 2017, lo nombró su secretario privado. Ávila estuvo al frente del relacionamiento entre el gobierno de Juan Manuel Santos y el International Trust Fund (ITF) con el que se financió el proceso de desminado humanitario post acuerdo de paz.
El ahijado de Rafael Pardo terminó en un interesante cargo diplomático en la delegación de Colombia en Suiza, en el que lo alcanzó a dejar posesionado la excanciller María Ángela Holguín en calidad de provisionalidad como Primer Secretario en la Misión Permanente de Colombia ante las Naciones Unidas, en Ginebra, embajada que para ese entonces ya estaba siendo presidida por la embajadora de carrera diplomática Adriana Mendoza. Sin embargo, las autoridades suizas acusaron a Ávila de recibir drogas sinténticas desde Holanda. Aunque negó que esto fuera cierto, salió del cargo pero la investigación se archivó.
Ahora Nicolás Ávila se reencaucha en el ministerio de Educación, empujado por Rafael Pardo, después de haber estado también en el equipo de empalme con el gabinete de la exministra María Victoria Ángulo.