La controversial novela del mestizo enemigo de Simón Bolívar

El Agualongo de Cecilia Caicedo, la novela del mestizo enemigo de Bolívar que algunos quieren desvirtuar

“Verdes Sueños” (2023) rinde homenaje al coronel Agustín Agualongo, obstinado luchador mestizo al servicio del rey Fernando VII que luchó contra Bolívar

Por: Oscar Seidel
enero 24, 2024
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El Agualongo de Cecilia Caicedo, la novela del mestizo enemigo de Bolívar que algunos quieren desvirtuar
Fotografía: Archivo

La novela “Verdes Sueños” de la escritora nariñense Cecilia Caicedo Jurado, editado por Klepsidra Editores, 2023, es un libro de aventuras de guerras y amores, de paisajes y tristes episodios. Un libro narrado sobre todo con un tono humano, de oralidad unas veces, de crónica otras, pero, sobre todo, de verdad histórica, que algunos críticos quieren desvirtuar.   

Este libro rinde homenaje al coronel Agustín Agualongo, el aguerrido y obstinado luchador mestizo al servicio del rey Fernando VII de España. No es la historia del héroe vencido sino del héroe renacido para la especulación o la reflexión de lo que hemos construido y seguimos construyendo en un país siempre beligerante y envidioso. Es una novela que muestra el lado humano de Agualongo.

Aquí, la autora cuenta lo que aconteció en San Juan de los Pastos y Quillacingas en tiempos de la Independencia del Nuevo Reino de Granada, cuando un pueblo tranquilo moldeó las primeras hostias que habría de consagrar la iglesia pero que en el arcón se llenaron de gusanos, y que los indígenas siguieron fabricando mientras soñaban “verdes sueños”. El episodio central de la novela es la noche trágica del 24 de Diciembre de 1822, cuando se realiza la matanza de los pastusos ejecutada por el ejército patriota que defendía la República, en la que el mariscal Sucre asoló la ciudad de Pasto por órdenes del general Simón Bolívar.

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En el aspecto humano y ficcional hay que destacar los caracteres de esas dos mujeres valientes, de su novela: Hercilia y Dolores Mala Hora, personajes centrales; en donde trata de darle cuerpo a Agualongo imaginando su relación con la familia Mala Hora, y su permanencia oculta en el convento de monjas en la amarga noche decembrina, y que el libro le saca buen provecho ficcionando sus aventuras al lado de estas mujeres pastusas a quienes la novelista les rinde homenaje.

Cecilia Caicedo se acompaña en una parte de la novela con alusiones a la literatura clásica griega y sus héroes. En un lenguaje que rescata no sólo a los seres humanos, con aciertos y defectos, que toman vida en fragmentos memorables en la literatura colombiana, como la dolorosa imagen del suplicio del río en la guerra, ese símbolo del abismo y la opresión, donde los hombres son amarrados por la espalda y arrojados al vacío en el cañón del rio Guáitara, en donde el abismo se tragó sus cuerpos.

Enhorabuena para la novelista Cecilia Caicedo, quien con su novela ha desvirtuado a más de un historiador que quiere perfumar con críticas severas la verdadera historia de Agustín Agualongo, quien no tenía la piel aceituna, su color era de canela suave, sus facciones se mestizaban adecuadamente con la genética de España cruzada en las Américas. No era un indígena puro como algunos historiadores lo describen, más tenía de blanco en la sangre y en los gestos. Altivo y orgulloso de su estirpe, se sabía americano y heredero de los indígenas Pastos.

En este libro se cuenta el devenir de una ciudad, su formación y su espíritu religioso y monárquico, pero es lo que menos importa o por lo que no podemos juzgarlo.

El personaje rebelde, Agustín Agualongo, es derrotado, quizás para algunos enemigos suyos debía morir fusilado por su fidelidad a un rey invisible al que nunca conoció. Oyó sentado en su banquillo de acusado en la celda de Popayán, la condena de pena capital para él e igual para sus hombres, con quienes había sido apresado por el general José María Obando, su amigo y compañero de armas al servicio del rey de España.

Agualongo exigió al pelotón de fusilamiento que lo dejaran morir contemplando el sol para ver llegar la muerte. El oficial patriota concluyó de impartir la orden. Y al tiempo que sonaban los disparos, Agualongo gritó: “Viva el Rey”.

“Verdes Sueños” es una novela que trata de ser histórica y ficcional; y lo es, pero es más humana. Felicitaciones Cecilia.

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