El sector agropecuario en el departamento de Nariño es de gran importancia. Estimaciones apuntan que para el 2024 la población rural será de 957.869 personas, equivalente al 56% de la población total, compuesta en su mayoría por mujeres. Socialmente, prevalece un alto índice de pobreza, acompañado de limitaciones en vivienda, servicios públicos especialmente en acueducto, alcantarillado, aseo y gas natural.
Según el Censo Nacional Agropecuario, Nariño produce más de 2.100.000 toneladas de alimentos y cuenta con más de 556.000 hectáreas cosechadas. En conjunto con Antioquia, Valle del Cauca, Tolima, Cundinamarca y Meta representa el 48,2% de la producción agrícola total y el 42,9% del área agrícola cosechada de Colombia. Para el 2022, el agro representó el 19,2% del PIB del departamento, mostrando una variación positiva que viene desde el año 2019. En Nariño, los tres cultivos con mayor producción son:
- Papa: 954.538 toneladas
- Plátano: 150.307 toneladas
- Caña Panelera: 101.820 toneladas
Es de anotar que según la UPRA (2023), producir un kilo de papa en Nariño costó $890 y producir una hectárea del producto $36.781.522, lo que permite que el departamento cuente con unos costos competitivos, respecto a los precios más bajos de los departamentos de Boyacá y Cundinamarca.
Frente al ganado multipropósito, se contabilizan más de 430.000 cabezas (bovino y bufalino); respecto a la producción de leche (2023), el departamento oscila entre los 900.000 y 1.200.000 litros diarios, con un rendimiento muy superior al de otros departamentos como Cundinamarca o Boyacá: cada vaca en Nariño produce un promedio de 9,5 Lts diarios.
Se identifica la presencia de distintos tipos de productores pequeños, medianos y grandes, los cuales hacen uso de recursos de capital principalmente por Finagro y Banco Agrario, que aportaron más 300.000 millones de crédito para este tipo de usuarios durante el 2023.
Este panorama muestra la compleja situación del sector rural nariñense, pero también la oportunidad que tiene el Departamento para emprender políticas públicas que impulsen la producción agropecuaria y mejoren los costes de mercado.
Las entidades locales y regional tienen una oportunidad para estimular este renglón con, por ejemplo, compras públicas que pueden asegurar la alimentación de las personas en condición de pobreza o instituciones públicas que lo requieran, además de poder absorber parte de la producción en tiempos de sobre producción o abaratamiento traumático de productos, mejorar el sistema de asistencia técnica para llevar la ciencia e investigación al campo y dotar de bienes y servicios públicos, como carreteras, acueductos veredales, distritos de riego, bancos de maquinaria verde, entre otros elementos, que permitan mejorar la producción y modificar entornos productivos.