El agarrón de Cristina K con Alberto Fernández que sacudió su gobierno

El agarrón de Cristina K con Alberto Fernández que sacudió su gobierno

La catástrofe electoral de las primarias profundizó un viejo enfrentamiento que llevó a la renuncia de 5 ministros llegados con el respaldo de la vicepresidenta

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septiembre 16, 2021
El agarrón de Cristina K con Alberto Fernández que sacudió su gobierno

Desde el 10 de diciembre del 2019, cuando “el que dijo Cristina” se terció la banda presidencial, las peleas que han sido el pan de cada día. El reclamo de Cristina K por la derrota electoral al presidente Alberto Fernández volvió aún más ácida la relación con un resultado inesperado: el portazo de cinco ministros que habían llegado con el respaldo de la vicepresidente. Una renuncia colectiva que crea un vacío de poder tras el enorme saldo rojo de las primarias que prendió las alarmas sobre las elecciones legislativas de noviembre.

Solo dos meses de calma chicha tuvo Fernández al comienzo de su mandato. Desde que asumió como vicepresidenta, Cristina viajó semanas de ida y vuelta a La Habana para acompañar a su hija Florencia, internada allí por enfermedad, y procesada por lavado de dinero igual que Máximo, su hermano, portavoz peronista en la Cámara de Diputados, y la dos veces presidenta.

La señora K, entonces, cedió sus palabras y su verbo encendido a los seguidores que lo hicieron claro y fuerte sobre los “presos políticos”, como llama el kirchnerismo a los ex altos cargos que están en la cárcel condenados en segunda instancia por corrupción. Mientras el ala dura criticaba la tibieza del presidente en la defensa de los peronistas condenados, Fernández ripostaba diciendo que él habla de "prisiones arbitrarias", porque considera que la Justicia abusó de las prisiones preventivas durante los cuatro años en que gobernó Mauricio Macri.

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Recién posesionado viajó a Europa y en Berlín logró el respaldo de Angela Merkel a sus gestiones con el FMI

 

Días atrás, había tenido que salir a la palestra porque tras un periplo agotador por Europa en el que logró que Angela Merkel, Emmanuel Macron, Giuseppe Conte y Pedro Sánchez apoyaran sus gestiones ante el Fondo Monetario Internacional (FMI), encontró que la vicepresidenta desde La Habana, con el presidente cubano Miguel Díaz Canel, le torpedeaba la estrategia pidiendo una reducción del total a pagar, lo cual está expresamente prohibido por los estatutos del FMI. En ese momento Fernández había logrado unir a los europeos el respaldo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien le había escrito “Puede contar con este presidente”. Pero en los acreedores extranjeros había quedado en mente una pregunta recurrente sobre qué tan grande es el poder de Fernández.

Para marzo de este año las diferencias pasaron a mayores con lo que se calificó como una feroz pelea previa al nombramiento del ministro de Justicia, Martín Soria. Cuentan los conocedores de la política tras bambalinas que el encontronazo fue en la Quinta de Olivos donde Alberto y Cristina se reunieron para tratar el reemplazo de Marcela Losardo en el cargo que la vicepresidenta tenía especial interés. Durante la cena ella cuestionó la demora en la designación del ministro a lo que él respondió: “Si no estás contenta, me voy”. La contrarrespuesta de Cristina Kirchner fue: “De acá no se va nadie”. El diálogo no fue confirmado oficialmente por los protagonistas, pero de lo que no hubo dudas es que el nivel de tensión llegó al punto máximo. Soria fue nombrado y la vicepresidenta ganó el pulso para que su ministro encamine algunas acciones que alivien su difícil situación procesal.

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Esta foto de la fiesta de cumpleaños de la primera dama durante el confinamiento produjo el ´Olivosgate´

Más tarde llegaría el Olivosgate, como llaman en Argentina a la fiesta de cumpleaños de la primera dama Fabiola Yánez en plena pandemia, en la casa presidencial de Olivos y en medio de lo más duro del confinamiento.  Hubo golpes y contragolpes de presidente y vicepresidenta por la difusión de las fotos. El malgenio de Cristina K llegó al punto de acusar al “albertismo” de intentar responsabilizarla de su divulgación. Cuando las cosas habían pasado de castaño a oscuro Alberto salió al quite: “Es de una mala leche asombrosa vincular a Cristina con las fotos”. A este tipo de escándalos es muy sensible la sociedad argentina, y los analistas señalan que esta vez la factura la pasa el pueblo porque “se comportaron como la élite tradicional”, y “se alejaron de la gente”.

Poco antes de las elecciones llamadas Paso 21, que son obligatorias, que son un termómetro de la aceptación presidencial, que no eligen diputados a Cámara y Senado, Cristina K trató de enmendar la plana y asistió al cierre de campaña de Frente de Todos. Hacía un mes no se veía con el presidente. Fue un poco tarde. El domingo 12 de septiembre los resultados dieron una dimensión a la catástrofe. Perdieron 18 de los 24 distritos del país, perdieron la provincia de Buenos Aires, su bastión histórico que representa el 40 % de los votos nacionales. La oposición reunida en Juntos por el Cambio, de Macri no solo ganó en sus distritos tradicionales incluida la ciudad de Buenos Aires donde arrasó María Eugenia Vidal, sino también en provincias que no suelen votar a la derecha, y hasta en Santa Cruz, la cuna del kirchnerismo; además colocó a Horacio Rodríguez Larreta, alcalde de la capital, en una muy buena posición en la carrera presidencial. Algo más, se puso en evidencia el surgimiento de una fuerza de extrema derecha hasta ahora desconocida en Argentina, la del economista Javier Milei.defensor de Jair Bolsonaro y Donald Trump, que obtuvo 13,6 % de los votos.

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La dupla Fernández. Kirchner explotó sus fisuras en la factura política de una épica debacle electoral

La derrota se explica no solo por los encontronazos en la cúpula del poder político. En el voto de castigo mucho tiene que ver la economía y la pandemia. El argentino en la calle se queja del plan de vacunación, de segundas dosis fallidas, del escándalo de las vacunas VIP para los funcionarios y los cercanos al gobierno, y sobre todo, se queja de la falta de dinero en sus bolsillos. La inflación está en 50 % interanual, los precios suben 3 % a 4 % cada mes, las jubilaciones, los sueldos y las ayudas estatales no suben a la par, y casi la mitad de la población está por debajo de la línea de pobreza, según cifras de organismos oficiales. El enojo popular crece cuando se tiene en cuenta que la reestructuración exitosa de la deuda con la que Argentina ahorró 37.000 millones de dólares no fue a renovar el programa de asistencia social de la pandemia 2021, sino la asistencia de las empresas.

Sin poder tapar el sol con el dedo del sufragio, el presidente Fernández admitió el triunfo opositor junto a los principales candidatos y esta vez sí, junto a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. “Algo no hemos hecho bien”, dijo. El mea culpa del presidente se quedó corto ante la vicepresidenta que decidió jugarse un remezón ministerial, abriendo las puertas a una crisis institucional con un incierto desenlace que amenaza la gobernabilidad del país. Cristina K está apostando duro y arriesgadamente

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