Óscar Hernán Urrea, quien fue su compañero de pupitre en la primaria en el Colegio San Ignacio y luego en los años finales del bachillerato en el Jorge Robledo de Medellín, afirma que Uribe siempre estuvo convencido de que iba a ser Presidente de la República. Fue el mejor alumno de la promoción 1970. Nunca estudiaba, su memoria eidética, que le sirvió para saludar por el nombre a cientos de miles de personas alrededor del país cuando se convirtió en el hombre más popular de Colombia, le permitió aprenderse de memoria parrafadas enteras de libros de historia, geografía y religión.
Nunca le tuvo miedo a nada. En sexto bachillerato fue al aeropuerto Olaya Herrera a saludar al expresidente Guillermo León Valencia. El mandatario se quedó impresionado ante la habilidad política que demostraba el hijo del ganadero y terrateniente Alberto Uribe Sierra y de Laura Vélez Uribe, quien contrario a lo que pasaba con las mujeres de la década del sesenta, se interesó por la política y hasta fue concejal de Salgar, el pueblo antioqueño donde nació.
A los 25 años, mientras era uno de los alumnos más destacados de Carlos Gaviria en la Universidad de Antioquia, quien tres décadas después sería uno de sus más encarnizados opositores políticos, se unió a las juventudes del Partido Liberal. Un año después, en 1977, fue jefe de Bienes de las Empresas Públicas de Medellín y luego Secretario General del Ministerio del Trabajo. Su primer puesto de relevancia nacional llegó el 24 de marzo de 1980, cuando fue nombrado por el entonces presidente Julio César Turbay, director de la Aeronáutica civil. Era una época complicada. Los carteles de la droga que empezaban a dominar el país, inundaban de cocaína a Estados Unidos en aviones que salían desde la espesa selva colombiana. Había gente que decía que al joven funcionario le quedaría grande el puesto “o lo matan o se lo comen vivo”, se escuchaba por los pasillos. Su antecesor en el cargo, Fernando Uribe Senior, había sido asesinado en 1979 por orden de Pablo Escobar. A Uribe lo rodeó la polémica en los dos años que estuvo en el cargo. El gobernador de Antioquia de la época, Iván Duque Escobar, padre del presidente electo, denunció en 1982 las excesivas licencias que había otorgado en su gestión. No fue el único que lo cuestionó. Rodrigo Lara Bonilla en un debate en la Cámara de Representantes en septiembre de 1983, se quejó de la débil labor que había tenido la Aerocivil que había permitido que personajes como Pablo Escobar tuviera una flotilla de avionetas y tres hangares en el Olaya Herrera.
Después de la Aerocivil, Uribe Vélez fue nombrado por el presidente Belisario Betancur Alcalde de Medellín a finales de 1982. Sólo duró cinco meses, y según la periodista María Jimena Duzán en una columna de Semana, la decisión de Betancur de removerlo del cargo fue por haber descubierto presuntos nexos de Uribe con el narcotráfico.
En 1983 Uribe sufre el peor golpe de su vida. En un ataque atribuido a las FARC su papá fue asesinado en su finca. Sólo la política pudo aliviar su dolor. Entre los años 1984 y 1986 fue Concejal de Medellín hasta que ese año, y con el color rojo del Partido Liberal, llegó al Senado. En los ocho años que duró en el Congreso fue, en 1990, uno de los ponentes a la reforma de seguridad social, la famosa ley 100 que eliminó las horas extras.
Salió del Congreso siendo el senador más votado en Antioquia. Pertenecía al movimiento Sector Democrático y luego a Poder Popular, que lideraba Ernesto Samper Pizano. En las elecciones regionales más reñidas en treinta años, derrotó a Alfonso Núñez, concejal de Medellín, candidato del conservatismo y de la Alianza Social Indígena y la AD M-19. Núñez tenía también el apoyo de los hermanos Ramiro y Fabio Valencia Cossio, quienes habían creado un grupo político llamado Coraje. Los boletines eran confusos. En unas horas ganaba Núñez, después ganaba Uribe, quien salió en radio denunciando un presunto fraude de Fabio Valencia. Al entonces gobernador no le gustaron los señalamientos y respondió con violencia: la pelea a puños con Uribe fue uno de los momentos más macondianos en la historia de la política antioqueña.
Durante su administración la educación del departamento se fortaleció al igual que las vías y la infraestructura en donde realizó una millonaria inversión. Fue uno de los gobernadores más populares del país. Sus lunares fueron los señalamientos de haber mostrado negligencia para impedir las masacres de El Aro y la Granja, y la muerte del defensor de derechos humanos Jesús María Valle, por los que aún pesa una investigación sobre sus espaldas.
Después de dos años en Oxford, Inglaterra, a donde viajó con su esposa Lina Moreno y sus dos hijos, Tomas y Jerónimo, regresó al país. Su desconectada no le impidió tomar partido por Horacio Serpa en las elecciones que el liberal perdió con el conservador Andrés Pastrana en 1998.
Regresó con su popularidad en baja. La corta memoria de los votantes colombianos frenó el impulso con el que había salido de la Gobernación de Antioquia. Tenía el firme convencimiento que iba a ser presidente en las elecciones del 2002. La gente ya no creía en Serpa, estaba cansada de los partidos y políticos tradicionales. En sólo tres meses remontó las encuestas con el 53.1 por ciento de los votos.
Su presidencia es la de más alta popularidad en la historia del país y, en su mejor momento, sobrepasó el 70 por ciento de popularidad. En su reelección obtuvo 7.300.000 votos, el 62 por ciento de los votos con los que se impuso en primera vuelta a su más inmediato rival, su exmaestro en la Universidad de Antioquia Carlos Gaviria.
Desde 2010 asumió el papel de ser el jefe de la oposición a Juan Manuel Santos, el hombre que apoyó y que después le cerró la puerta. En 2014 llegó al Senado y estuvo en el Congreso durante cuatro años hasta que el miércoles 24 de julio le dijo adiós, cerrando una carrera política de más de cuarenta años.