Este 31 de diciembre finaliza el mandato del burgomaestre Gustavo Petro, y, junto con él, los más de 10 años de la izquierda en Bogota. Por eso es necesario hacer un balance de qué tanto gana y qué tanto pierde la ciudad.
En un clima hostil, y de bastante escepticismo, Petro recibe las llaves del Palacio de Liévano, y promete recuperar la confianza de los bogotanos, tras el desfalco del Carrusel de la Contratación del exalcalde Samuel Moreno. Afirma que su gobierno girará en torno a tres ejes fundamentales: Superar la segregación y la discriminación, adaptar la ciudad al cambio climático y fortalecer y defender lo público.
Analizando su periodo de gobierno desde estos tres ejes, se podría afirmar que la promesa de la Bogota Humana se cumplió: los CAMAD (Centros de Atención Móvil para Drogodependientes), fueron calificados como experiencia exitosa en Latinoamérica según el BID [1], se le arrebataron 9 mil jóvenes a la guerra con la estrategia "Jóvenes de Paz", cerca de medio millón de personas salieron de la pobreza, se entregó y se puso en funcionamiento las troncales de Transmilenio de la Carrera Décima y la Calle 26, se pusieron en marcha 286 buses híbridos, se revitalizó y peatonalizó la Carrera Séptima desde la Plaza de Bolívar hasta la Avenida Jiménez, se respetaron los derechos de los animales al restringir el uso de la Plaza la SantaMaría para corridas de toros, se sanearon las finanzas de los hospitales públicos, se demostró que las empresas públicas pueden ser rentables y eficientes sin necesidad de privatizarlas, ejemplo de ello es la ETB que en menos de 4 años duplicó su valor, en una ambiciosa apuesta por la educación, 131 284 jóvenes fueron beneficiados con la Jornada Completa, además se financiaron tres nuevas sedes de la mejor universidad pública de Bogotá: La Universidad Distrital Franciso José de Caldas.
Pero así como hablamos de los logros, también debemos hablar de lo que no se logró realizar y ejecutar:
Gracias a la necedad y soberbia de Enrique Peñalosa , Bogota está a punto de echar a la basura 135 millones de pesos en estudios serios sobre el Metro, para cambiarlo por un Metro subterráneo para los ricos y elevado para los pobres.Hasta el mismo William Ospina afirma:
"Nos hemos permitido llegar a la segunda década del siglo XXI sin un metro en una ciudad de ocho millones de habitantes como Bogota" [2]
Gracias al egoísmo y la avaricia, el Concejo de Bogota le ha privado a la ciudad oportunidad de ser el eje ambiental transformador de Latinoamérica con el POT y la Reserva Thomas Van Der Hammen.
Hay una enorme percepción de que la calidad de vida bajó en Bogota, una falsa percepción, creada por los medios de comunicación, que en estos cuatro años, y en un equipo casi perfecto con el Procurador, el Concejo de Bogota, y hasta el mismo Gobierno Nacional tan solo quiso entorpecer la labor del Distrito, y acallar y ocultar sus logros.
Hoy la ciudadanía ha elegido como su nuevo alcalde al hombre que hace 15 años le privó la posibilidad de tener un metro, y lo cambió por un sistema BRT de carga mediana, pero democráticamente fué elegido, y democráticamente debemos afrontar las consecuencias de su elección.
En unos días, el "odiado" alcalde sale, sin embargo, si usted conversa con un ciudadano del Centro de la ciudad, éste le dirá que hubo un alcalde en la historia de Bogota que se preocupó por los pobres, por los drogadictos, por las prostitutas, por las madres cabeza de hogar, por los indigentes, un alcalde que se atrevió a recorrer la ciudad de la Calle 72 hacia el Sur.
Cristian David Montoya G.
Estudiante Sociología, Universidad del Rosario.
[2] Pa que se acabe la vaina, Ospina William, 2013, Editorial Planeta.