La guerra entre Rusia y Arabia Saudita que hundió los precios del petróleo llegó a su fin esta semana tras intensas negociaciones con la mediación de Estados Unidos. El acuerdo se concretó el lunes con un publicitado tijeretazo de 9,7 millones de barriles a la oferta por parte de Opep + y 5 millones de EE. UU. y otros productores, unidos para ponerle talanquera a los precios que, en caída libre, iban hacia los 20 dólares. Cuarenta y ocho horas después llegó la frustración: el Brent (de referencia para Colombia) se descolgaba por debajo de los 30 dólares y el WTI acaso podía sostenerse en los 20. El veredicto del mercado respondía a la brutal caída de la demanda. El recorte “es insuficiente” dijo la banca de inversión Goldman Sachs, recogiendo un sentimiento que ya es generalizado.
Mientras los presidentes de Rusia Vladimir Putin, de Estados Unidos Donald Trump y el rey de Arabia Saudita Salmán bin Abdulaziz celebraban en teleconferencia el acuerdo alcanzado, el secretario de Opep, Mohamed Barkindo ponía el dedo en la llaga: “El coronavirus es una bestia no vista antes, que se lleva por delante todo lo que se encuentra por el camino”, y “los fundamentales de oferta y demanda son horrorosos", registró Bloomberg. Porque si la guerra de Putin y el príncipe Mohamed bin Salman inundó el mercado de petróleo, la pandemia redujo la demanda con los aviones en tierra, las fábricas paralizadas y los autos inmovilizados. En Estados Unidos la demanda está en el punto más bajo desde que hay registros en 1990, y en India, el tercer consumidor mundial, cayó 18 % en un solo mes, en marzo. Más grave aún, la Agencia Internacional de Energía (AIE) pronosticó el miércoles una caída histórica de 9,3 mbd en el 2020 que llevaría el consumo a los niveles del 2012 (90,6 mbd), solo este mes caerá 29 mbd, algo no visto en 25 años.
Trump impulsó el acuerdo para lanzar un salvavidas a los petroleros de Texas, su fortín electoral
Desde que se empezó a extender la pandemia por Europa al iniciar el año, el precio del crudo se ha desplomado 58,83%, llegando a mínimos en casi dos décadas. Los anunciados recortes tienen tanto de largo como de ancho, porque se calculan sobre la producción actual de Arabia Saudita de 12 millones de barriles y no sobre los 9,68 millones del último acuerdo de Opep+. Y las promesas de los aliados están llenas de incertidumbre. De hecho, Estados Unidos no tiene una empresa nacional que asegure el recorte, y siempre ha estado en contra de Opep por considerar que es un cartel en contravía del libre mercado. “Solía odiar a la Opep, dijo Trump hace ocho días. Más aún, en el Congreso cursa una ley llamada Nopec que le quitaría la inmunidad a cada uno de sus miembros de la Opep y los dejaría en peligro de ser demandados en virtud de la ley antimonopolio. Que posiblemente ahora sea archivada cuando está de por medio la supervivencia de los productores del petróleo fracking de Texas, un estado clave para la reelección presidencial de Donald Trump.
No obstante, quitar de en medio 9,7 millones de barriles desde el 1 de mayo servirá para poner un soporte a los precios que no empezarán a reaccionar hasta que empiece a remontar la demanda por ahí en el tercer trimestre cuando la pandemia empiece a ceder y salga del confinamiento la mitad de la población mundial. El entretanto es crítico. La persistente caída de la demanda hace crecer los inventarios y los tanques de almacenamiento ya están en el 80 % de su capacidad, las refinerías no reciben crudo porque no hay quien compre los refinados. “Nunca la industria del petróleo ha estado tan cerca de probar su capacidad logística hasta el límite”, dijo en su informe mensual la AIE. Aún con los recortes de Opep+ el espacio para almacenar petróleo podría agotarse en las próximas semanas, incluyendo no solo los tanques de almacenamiento, sino los buques petroleros y los oleoductos, es decir, todo el espacio disponible a nivel global.
La reactivación de China es clave porque normalmente consume 14 mbd y todo lo importa
La expectativa ahora es cuándo y cómo se reactivará la demanda de petróleo. La clave la tiene el coronavirus, el virus microscópico que les aguó la fiesta a los tres superpoderosos con su acuerdo de producción. China que es el mayor importador de petróleo, después de levantar la cuarentena, ha restaurado su capacidad industrial en un 90 %. Consume cerca de 14 mbd lo que equivale a las necesidades combinadas de Francia, Alemania, Italia, España, el Reino Unido, Japón y Corea del Sur. Pero sus refinerías están copadas de productos que no ha podido vender como gasolina para aviones, dice Bloomberg, y la capacidad de almacenamiento está casi al límite. Algunos en el sector estiman que tiene inventarios para cuatro meses más.
Esta semana ocho países de Europa -varios importadores de crudo- comenzaron a relajar sus restricciones, entre ellos los dos más afectados por el covid-19: España, que abrió la actividad en infraestructura, e Italia. Además de Dinamarca, Austria, República Checa, Bulgaria, Noruega, Austria. Irán, en medio de fuertes críticas, empezó el sábado pasado.
Probablemente, los precios comenzarán a crecer después que termine la cuarentena, o cuando los países empiecen a reanudar su actividad económica, para evitar el desastre. Hasta entonces habrá que aguantar que apenas si superen los 30 dólares por barril. En Colombia habrá que lidiar con un hueco de las finanzas del gobierno equivalente a casi media reforma tributaria de enero.
Habrá que recordar, también, las lecciones de la guerra. Arabia Saudita es el que puede aguantar por más tiempo los precios más bajos, Rusia está mejor preparado de lo que se pensaba, y Estados Unidos con su petróleo de fracking es muy vulnerable a los precios débiles. Y todos, que una guerra no le sirve a nadie.
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