La explosión se escuchó en Chipre, a doscientos kilómetros del puerto de Beirut, donde el hongo atómico se levantó con la ferocidad de un orco gigante. Las imágenes, el pasado mártes 4 de agosto, estremecieron al mundo y la comparación era obvia con Hiroshima. Una semana después el balance de los daños es devastador,miles de heridos, más de cien muertos y un país que empieza a perder la esperanza.
Entre los afectados estuvo un colombiano, el actor vallecaucano Carlos Valencia Marín, quien desde hace dos años vivía en Beirut junto a su esposa, la diplomática alemana Sandra Schulz. Vivían en un edificio, en el piso 14 y allí lo sorprendió la explosión. Después de horas de angustia en un hospital ya está sano.
Valencia Marín se crió en Buga, estudió actuación en Cali y en Venezuela y pudo conseguir algunos papeles en programas colombianos y en obras de teatro en Bogotá. También ha sido profesor de baile.
Esta semana regresarán a Alemania donde viven. El periplo en Libano terminó de la peor manera, llevándose el susto de sus vidas y, además, siendo protagonistas de una tragedia que el mundo nunca olvidará.