El próximo domingo 13 de marzo serán las elecciones legislativas en las que colombianos y colombianas de toda condición social, religión o ideología política, podremos alzar nuestra voz para cambiar el Congreso de la República, el organismo encargado de crear, proponer, aprobar o desaprobar leyes, que luego se hacen visibles en acciones y obras concretas dentro del territorio nacional y que de una u otra forma terminarán afectándonos, para bien o para mal.
Infortunadamente los colombianos no hemos entendido todavía la gran importancia que estas elecciones tienen. Por esto mismo, la responsabilidad es enorme; es imperioso que cada ciudadano vote este día a conciencia, con honestidad y transparencia, sin vender su voto. No podemos votar llevados por los sentimientos, sino por la razón.
¿Ya tiene usted un candidato o una candidata para el Senado y un candidato o una candidata para la Cámara de Representantes? ¿Cómo hizo su elección?
Quiero invitar a todos a que antes de tomar una decisión definitiva, nos hagamos las siguientes preguntas:
- ¿Qué principios y valores rigen la vida del candidato o candidata?
- ¿Cuáles son sus propuestas? ¿Son pertinentes? ¿Son razonables? ¿Responden a las necesidades más urgentes del país?
- ¿Tiene una hoja de vida brillante como servidor público? ¿O como profesional? Sobre todo, en cuanto a la honestidad de sus acciones y el impacto de las mismas.
- ¿Defiende el valor de la vida y de la familia?
- ¿Tiene propuestas concretas y reales para acabar con la corrupción?
- ¿Tiene planes concretos y reales para establecer políticas educativas a largo plazo?
- ¿Tiene propuestas reales y concretas para conservar la biodiversidad de Colombia y proteger, de manera efectiva el medio ambiente?
Podríamos alargar la lista, pero creo que con estas preguntas ya podemos tener una fotografía más precisa de la persona y las propuestas de cambio por las que vamos a votar.
Las elecciones que se avecinan tienen sobre sí una enorme carga de corrupción y la incertidumbre de si los resultados serán manipulados de alguna manera o no. Esperemos que eso no suceda.
No obstante, aún en el peor de los escenarios, nuestro deber ciudadano es salir a votar masivamente. Esa, a mi modo de ver, es la mejor manera de hacerle un fuerte contrapeso a la corrupción.
Por muchos votos que quiera comprar la casta política enquistada en el poder, su poder maquiavélico y su sucia maquinaria no podrán resquebrajar la democracia, siempre y cuando la cantidad de personas que podamos y queramos votar, en completa libertad y con plena consciencia, sumamos una cantidad lo suficientemente robusta.
Lo creo y por eso saldré a votar este domingo 13 de marzo; por ahora es la acción política más honesta y más concreta que puedo (que podemos) llevar a cabo. Luego, veremos qué otras acciones logramos emprender para ir cambiando el escenario político de este país, mi país, tu país.
Votar a consciencia y responsablemente significa dejar de lado los sentimientos, incluyendo, por supuesto, la rabia y el odio o la extrema simpatía, y hacer un ejercicio de reflexión profunda para decidir, con base en hechos concretos y verídicos, no simplemente de acuerdo a mis creencias o a una idea vaga de lo que es mejor, sino guiados por la razón y por el amor a la patria y a los que más queremos, por amor a los amigos (aunque piensen distinto) y a la familia.
Invito a todos a ejercer la democracia, con un #VotoConsciente para renovar el Congreso de Colombia, con caras nuevas, con ideas nuevas y buenas. Solo si juntamos muchas esperanzas podremos derrocar la desazón y la incertidumbre que ahora a muchos nos embarga.