El ex senador vallecaucano Juan Carlos Martínez, fue detenido por sus nexos con el paramilitar HH del Bloque Calima en 2009 y trasladado a la cárcel La Picota de Bogotá. Las visitas de políticos vallecaucanos los fines de semana se hicieron famosas por sus extravagancias. El exgobernador del Valle Juan Carlos Abadía era uno de los asiduos junto a otros políticos locales integrantes del Movimiento Popular Unido (MPU), el grupo político fundado por su papá Carlos Herney Abadía.
Fue en este escenario de jolgorios semanales en el que Martínez lo introdujo, en el 2011 a los recién llegados al penal, los integrantes del cartel de la contratación de Bogotá, entre quienes estaba Emilio Tapia, uno de los cerebros de la mafia de corrupción incrustada en la Alcaldía de Samuel Moreno Rojas, quien tiene treinta años de cárcel por delante. Una relación que se mantuvo durante toda la década, cada quien moviéndose en sus escenarios locales, hasta que la ambición desmesurada de Emilio Tapia tomó forma nuevamente para acceder a través del consorcio de Centros Poblados y quedarse con el billonario contrato para dotar de internet a colegios rurales de Colombia y reconectó a los viejos amigos.
Juan Carlos Abadía ejerce un gran poder en Emcali, por cuenta de la alianza electoral con el alcalde Jorge Iván Ospina, y fue precisamente allí donde llegaron los tentáculos de Emilio Tapia a través de dos contratos que sumaban $6 mil millones y que fueron movidos por la mano derecha de Tapia, Herles Rodrigo Ariza Becerra. Aunque el gerente de Emcali, Juan Diego Flórez, y la junta directiva revocó dichas adjudicaciones que tenían garantías falsas del Banco Itaú, la administración está advertida y la Contraloría General empezar a aplicar el control preferente sobre la contratación de Emcali sobre la que penden muchas denuncias de posible corrupción.
La reaparición de Emilio Tapia como cerebro del consorcio de Centros Poblados, que le echó mano a los $ 70 mil millones del anticipo del contrato con MINTIC, ha dejado en evidencia que las relaciones de La Picota de hace 10 años, están más vivas que nunca.
