El señor ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, parece ser un islote de sensatez en ese mar inmenso de desgobierno y desaciertos que el país siente que lo han puesto a navegar. En un gesto, muy poco propio de políticos expertos en mentir, trastocar y mamar gallo, el minhacienda dijo públicamente que el precio del ACPM no va a subir hasta después de elecciones. Mientras tanto la gasolina se acerca precipitada y dañinamente a los 16.000 pesos el galón. El ACPM no sube desde cuando Petro ejerce la presidencia porque generaría tal puntillazo a la inflación que hay quienes dicen que podría hacer reventar la torta. Y no están pensando irracionalmente quienes tal cosa afirman. El ACPM, o diesel, es el combustible que usan los camiones para trasportar toda la carga del país y los tractores que trabajan la tierra agrícola y pecuaria de la mayoría de las tierras planas y sobre todo los buses urbanos e intermunicipales. Subirle el precio antes de elecciones es volver un tsunami el antipetrismo que está comenzando a forjarse para enfrentar las elecciones de octubre.
Solo Bonilla, con una franqueza de profesor de Economía, se atrevió a decirlo y ha desatado el primer huracán de la temporada
Eso lo saben bien en el gobierno desordenado y sin perfil que nos rige, pero nadie lo dice. Solo Bonilla, con una franqueza de profesor de Economía, se atrevió a decirlo y ha desatado el primer huracán de la temporada. Puede haber sido un error político que atizará la campaña para las elecciones de alcaldes, gobernadores, concejales y diputados. Pero sirve para escanografiar, sin tener que ir hasta una resonancia magnética, los verdaderos músculos de este gobierno y sobre todo la flacidez que lo tiene en los berenjenales en que se ha metido.
Obviamente el día después de elecciones cuando suban el ACPM, se disparará la inflación, dando reversa hasta el tope que por estos días alcanzamos y prenderá la mecha del estallido que para ese momento tendrá el país represado, molesto, gane o pierda Petro y los suyos las elecciones.