El acoso sexual no es una prioridad para la Universidad Nacional

El acoso sexual no es una prioridad para la Universidad Nacional

Sofía, como otras mujeres, padeció esta situación dentro de la institución y, a pesar de haberla denunciado, no se siente satisfecha con la gestión. Denuncia

Por: Sofía Carreño
julio 10, 2020
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El acoso sexual no es una prioridad para la Universidad Nacional
Foto: Rubashkyn - CC BY-SA 3.0

Hace un tiempo denuncié ante el Comité de Resolución de Conflictos y Asuntos Disciplinarios (CORCAD) de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, un caso de acoso sexual. El día 26 de junio de 2020, tiempo después de la denuncia y ya habiéndome graduado, recibí una citación para escuchar la decisión tomada. La decisión del comité había sido imponer al victimario una sanción pedagógica alternativa que consistía en la redacción de un ensayo junto con una carta disculpándose. Personalmente, sentí que esta sanción no había implicado un ejercicio verdaderamente reflexivo y transformador para el victimario y, por ende, tampoco resultó un acto reparador para mí. Por esto decidí consultar al CORCAD por otras formas de sanción que se suelen aplicar. La respuesta del CORCAD consistió en decir que creían firmemente en que no todas las sanciones deberían ser disciplinares, sino también pedagógicas, y a falta de una funcionaria que diese charlas sobre género, la única sanción pedagógica que se encontraban en capacidad de imponer era la escritura de ensayos. El primer punto lo comprendo y respeto, sin embargo, el segundo lo considero una excusa inadmisible, por esta razón decidí enviarles una carta (que también hice pública y que aún no recibe respuesta) recopilando testimonios de víctimas de acoso y abuso sexual dentro de la universidad acerca de cómo se sentirían reparadas.

Sin embargo, después de la publicación de mi carta, fui contactada por varios miembros de la comunidad educativa (estudiantes, profesores y directivos) para reportar situaciones preocupantes que muestran cómo la universidad ignora los casos de abuso y acoso sexual. Por ejemplo, una estudiante de Cine y Televisión denuncia que un profesor que la tocó sexualmente y golpeó a una estudiante recibió sesiones de terapia como única sanción.

Otra estudiante de la misma facultad relata que sufrió de violencia sexual cuando trabajaba con un profesor en proyectos universitarios. Luego de ceder a la presión, la estudiante accedió a ser pareja del profesor, pero este, al ver que ella lo iba a dejar, decidió hacer públicas grabaciones donde sostenían relaciones sexuales que habían sido grabadas sin consentimiento alguno. El caso fue reportado a la Fiscalía, pero ni el fiscal responde derechos de petición, ni la universidad se ha pronunciado al respecto.

Otro estudiante de Biología denunció que hace ya más de un año fue acosado por un profesor, quien suplantó la identidad de otra persona por internet. El caso tampoco ha recibido respuesta, ni lo ha hecho el de una estudiante de Admistración de Empresas, quien relata que fue acosada por un exprofesor de Administración de Personal, quien se vio obligado a renunciar no como consecuencia de la denuncia oficial por acoso en su contra, sino como consecuencia de su baja puntuación en las encuestas de calificación docente.

Del mismo modo, desde la Facultad de Ciencias se denuncia que varios casos han sido archivados sin las investigaciones pertinentes por el hecho de ser denuncias en contra de directivos.

Como estos han cientos de casos que la universidad sigue sin atender, ¿será que no hay opciones de sancionar y prevenir estas violencias? Las propuestas que recopilé de distintas víctimas muestran que sí las hay.

¿Cómo prevenir violencias de género?

Cuando se le preguntó cómo se sentirían reparadas teniendo en cuenta que la universidad valora las sanciones pedagógicas por encima de la disciplinares, algunas víctimas sugirieron formaciones obligatorias en prevención de violencias de género para todas las carreras. Otras propusieron hacer asistir a los estudiantes, profesores y funcionarios a talleres semanales sobre acoso y hacer seguimiento con lecturas. También se propuso que los hombres de la universidad asistieran a grupos y talleres sobre masculinidades siguiendo el modelo de sensibilización y formación en masculinidades género-sensibles y prevención de las violencias hacia las mujeres, liderados por estudiantes de la maestría en estudios de género para garantizar que no se vuelvan espacios para perpetuar conductas machistas, al igual que crear cátedras feministas en cada escuela o carrera que sea obligatoria y dictada por mujeres.

“No hay plata para implementar esas medidas”, seguramente argumentará cualquier universidad pública y, sin embargo, tal vez no sea necesaria una gran inyección de capital. En todas las universidades existen colectivas feministas de estudiantes que, si la universidad se articulase con ellas, estarían dispuestas a prestar su tiempo para dictar talleres y cátedras de forma voluntaria. Del mismo modo, si hay una maestría en Estudios de Género (como la hay en la Universidad Nacional), entonces la contribución a los talleres y cátedras podría ser un trabajo obligatorio para quienes estudien esta carrera, como una suerte de prácticas o trabajo de campo.

¿Cómo reparar violencias de género?

Además de un fortalecimiento en las sanciones disciplinares y legales, las víctimas sugirieron una variedad de medidas pedagógicas a mi parecer mucho más sensatas que aquella aplicada a mi caso. Entre ellas se encuentran la creación de espacios seguros como círculos de sanación de mujeres, obligar a los acosadores y abusadores a escuchar testimonios de víctimas de violencia sexual y ver el daño que esto puede hacer en una persona y prestar algún servicio social en fundaciones de víctimas de violencia sexual como requisito para graduarse, modificar las citaciones de inscripción de materias de tal manera que se garantice que una víctima nunca deba ver clase con su agresor sin que eso implique que la víctima se atrase en su carrera, consultarle a cada víctima qué la haría sentir lo más reparada, tranquila, protegida y reivindicada posible, disculpas públicas, acompañamiento psicológico obligatorio tanto a la victima como al victimario, anotaciones permanentes en el certificado de notas y, finalmente, que los victimarios contribuyan de forma económica al sustento de las organizaciones, instancias y estrategias de comunicación y visibilización de la violencia de género que tengan lugar.

¿Cómo financiar el acompañamiento psicológico y demás medidas? Si se toma la propuesta de que exista una contribución económica por medio de los victimarios anteriormente citada, eso podría empezar a cubrir aquel gasto. Del mismo modo, la universidad emplea alumnos mediante resoluciones similares a un contrato de prestación de servicios para acompañar clubes de conversación de distintos idiomas, procesos burocráticos y procesos editoriales, entre otras actividades. ¿Por qué no emitir también ese tipo de contratos para estudiantes de posgrado en psicología? ¿O un descuento a sus matrículas por prestar el acompañamiento, así como nos hacen descuentos a quienes mantenemos ciertos promedios? Opciones hay, dinero también, lo que falta por parte de las universidades no es más que voluntad.

* Acá un informe exhaustivo sobre el tema hecho por estudiantes de Antropología de la universidad. 

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