El fallo que acaba de emitir el Consejo de Estado reconociendo el error cometido por cuenta del gobierno de Bogotá y de la Armada Nacional en contra del Almirante Gabriel Arango Bacci, deteniéndolo y llevándolo a juicio ante la Corte Suprema, restituye civilmente al perseguido marino pero no obliga, ni siquiera simbólicamente, a que pueda reingresar a la Armada de donde lo sacaron estrepitosamente.
A Arango, siendo presidente de la república Álvaro Uribe Vélez, ministro de Defensa Juan Manuel Santos, comandante de la Armada el almirante Barrera Hurtado y jefe de la inteligencia de la Armada el después almirante Álvaro Echandía, lo acusaron de dizque haber favorecido a unos narcotraficantes y exhibieron como prueba un recibo falso con firma y huella de Arango Bacci y tres testigos que a la hora del juicio ante la Corte Suprema resultaron más que falsos y condenados por perjurio.
Eran los tiempos en que el presidente Uribe estaba obnubilado por los Santos y cuando Juan Manuel aspiraba ya a demostrarle a Uribe que él era mejor que Uribito y que Pachito para ser su sucesor. Pero ni entonces, como lo dije varias veces en La Luciérnaga, ni ahora, podría uno creer que un paisa tan redomado y jugado en tantas plazas como el entonces presidente Uribe se tragó el cuento de que Arango Bacci era tan bruto que había firmado un recibo por la coima a unos narcos.
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Además de la autoría intelectual de Santos la patraña estaba respaldada ante la Casa de Nariño por la palabra de un militante del Opus Dei como el almirante Barrera
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Por supuesto, como además de la autoría intelectual de Santos la patraña estaba respaldada ante la Casa de Nariño por la palabra de un militante del Opus Dei como el almirante Barrera, Uribe se tragó el cuento y la injusticia se cometió para felicidad de quienes organizaron el disparo de torpedo contra el acorazado almirante Arango Bacci. Lo sacaron de la Armada, lo sometieron a juicio ante la Corte Suprema y comenzaron a correr las cascadas de rumores que le recordaron la vida privada a los actores, convirtiendo en un acto de venganza lo ejecutado y como el fallo le fue favorable al acusado, el país prefirió los bochinches de alcoba para señalar a Santos pero evadió el señalamiento a Barrera y a Echandía como coautores del entuerto. Tras bambalinas se movieron para protegerlos los rezos del Opus Dei y el poder de Washington. Como tal se quedará en la historia chísmica colombiana por más indemnización que entre todos los contribuyentes le paguemos al injustamente acusado y nunca hundido acorazado Arango Bacci.