Carlos Ardila Lulle estaba en la cima, como unos de los cinco hombres más ricos de Colombia, cuando aún sin cumplir 60 años, un golpe de mala suerte le cambió su vida. Había pasado las navidades en familia en su finca de Barbosa, tierra panelera cerca de Medellin, la ciudad donde vivió la primera etapa de su matrimonio con la antioqueña Eugenia Gaviria, donde eran frecuentes las reuniones campestres.
Era enero de 1988 y Carlos Ardila estaba casado con Florencia Borrero. Habían invitado a un grupo de amigos a un almuerzo para agasajar a Pierre Levai, el representante del pintor Fernando Botero, quien ya para entonces era un aclamado pintor quien en los años 80 encabezaba la lista de los artistas más cotizados del mundo con ventas en subastas en Europa y Estados Unidos. La tenida fue larga, como ocurría con los almuerzos amenizados con tríos musicales donde Ardila. El almuerzo se convirtió en fiesta y se alargó en la tarde.
Fiel a sus costumbres al otro día, madrugó para nadar en la piscina. Cuando bajaba por las escaleras de piedra que lo separaban de la alberca se resbaló, cayó unos dos metros. El accidente fue complicado: se fracturó varias costillas pero lo más grave: se lesionó la décima segunda vértebra cervical. Desde el principio se temió lo peor y el desespero cundió. Estaba a hora y media de Medellin y debía ser llevado con extremo cuidado por tierra hasta Medellin. Fue atendido en la clínica Soma de Medellín y dado el complicado diagnóstico, fue trasladado en un avión hospital hasta el Cedars medical center Miami.
A pesar de la atención super especializada y el acceso a todo tipo de recursos médicos en el importante hospital adscrito a la Universidad de Medellin, Carlos Ardila no pudo recuperar su movilidad. Desde entonces, hace 33 años quedó limitado a una silla de ruedas para sus traslados, pero sin que esta adversidad hubiera sido un obstáculo para su empuje empresarial.
Sin cumplir sesenta años, la expansión de su emporio apenas comenzaba y supo adecuarse para viajar, socializar, disfrutar de las corridas de toros en la Plaza la Santa María, asistir a ceremonias, tomar decisiones empresariales, presidir inauguraciones como la de la gran planta de etanol en el Ingenio Cauca en la que asistió el Presidente Uribe y llevar la batuta de sus negocios, hasta el final, acompañado en el manejo por sus dos hijos varones Carlos Julio y Antonio José, hoy embajador de Colombia en Londres.
Su residencia en el sur de Cali, donde decidió trasladarse a vivir hace unos años, al lado de su esposa Eugenia, con quien rehicieron su matrimonio, fue construida especialmente para facilitar su movilidad con libertad. De allí salió para ser atendido en la Fundación Valle del Lili, donde falleció este 13 de agosto a los 91 años de edad.
