Esta vez la niña que fue abusada sexualmente, torturada y maltratada tiene 3 años.
Esta vez no voy a tener pena por decir o escribir una grosería y no me voy a disculpar o lamentar después por nada de lo que diga, ¡hoy me importa muy poco!
Todos los días mujeres y niñas son abusadas, maltratadas, torturadas. De hecho, en casi todos los 130 días que van de este 2018 hay denuncias por estos hechos.
Por eso yo decidí que no quería hablar, que no quería escribir y que mucho menos quería hacer un puto video (sí, hago vídeos). Y sí, hoy admito que digo groserías, tal vez más de las que una “mujer decente” debería decir.
Y no quería decir más porque ofenderse e indignarse en redes es muy fácil.
Pero, ¿qué importa si desfallezco yo, una mujer con privilegios si lo que importa es que a nuestras niñas las siguen violentando?
¡Por desgracia esta vez y como casi siempre la víctima es una mujer! La víctima es una niña y tiene 3 años, pero la catástrofe es aún peor, pasa todos los días, cada hora del día, y el ICBF y la Fiscalía están llenando anaqueles con estas denuncias.
Sin embargo, el problema mayor es que esos delitos tienen nuestras caras, son el reflejo de un país indiferente y machista, porque en la cara de cada una de las niñas víctimas está la cara de este país que no ha querido entender que más allá de necesitar cadena perpetua, necesitamos deconstruir todas esas construcciones sociales que nos siguen invitando a la desigualdad y al odio.
Porque si a usted de verdad le indignara esta situación, le molestaría el machismo, la desigualdad social, la discriminación, el racismo, ¡pero no! Nos dedicamos a postear que la niñez se está perdiendo, que hay que buscarle oficio a las jovencitas para prevenir el embarazo adolescente, que la educación sexual es innecesaria, que todo es un invento y una victimización de la que ahora se aprovechan las mujeres que son unas putas busconas y así todos por el estilo, porque la víctima es una mujer, ¡una niña!
Además, porque lo alarmante y preocupante es que no son monstruos los que hacen esto, no son lobos que se quieren comer a caperucita, no es un transformer, no, no y no, somos nosotros los seres humanos que no hemos entendido que el machismo nos está matando.
Pedir justicia y cadena perpetua no me quita este sinsabor, porque más allá de querer justicia yo quisiera que esto no pasara más y para que eso ocurra —que por demás nos llevará mucho tiempo— se necesita romper con lo que hemos naturalizado que está bien y en realidad está mal muy mal. Además, es fundamental educarnos para vivir y no para tener miedo, no formar niñas y mujeres cuyo valor principal esté en su vagina, ni mucho menos instruirlas únicamente para que sean princesas sino que puedan ser también unas guerreras. Al final, niñas y mujeres que puedan decidir sobre sus cuerpos, niñas y mujeres que no teman vivir.
Por otro lado, es vital enseñarle tanto a niños como a hombres a que respeten un no, que no crean que la opinión de una mujer se debate con decirle que es gorda, fea o loca. Requerimos niños y hombres que construyan una vida en comunidad y no alrededor de su pene; niños y hombres que vivan el amor desde la decisión y no desde la posesión, entendiendo que la muerte no es la respuesta a un desamor.
Nos urge una humanidad conciente de que eso que nos escandaliza tanto hoy está pasando.
Mientras escribí este post seguramente esos hechos ocurrieron de nuevo, y esa otra niña y esa otra mujer que fue abusada mientras tanto tiene el rostro de este país, el reflejo de lo podridos que estamos.
Alguna vez se llamó Yuliana, otra vez se llamó Sarita, otra Rosa Elvira… esta vez, es una niña de tan solo 3 años.