Ayer surgió un nuevo caso de abuso policial en Colombia. Policías de Bogotá le dieron bolillo hasta más no poder a un grupo de indígenas emberá, entre los que había mujeres y niños. Todos ellos sufrieron los habituales excesos de la Policía Nacional de Colombia. Puede que sí, puede que nuestros hermanos mayores hayan intentado colarse por no tener para pagar el pasaje del TransMilenio. Sin embargo, esto no justifica desde ningún ángulo la brutalidad en el actuar de los uniformados. ¿Por qué será que los ciudadanos tenemos la impresión de que no hubieran actuado con tanta fuerza si se tratase de ladrones?
No es el único caso, la gama es amplia. Circula en Facebook un vídeo de cómo 12 uniformados actuaron de manera oportuna y aplicando toda la fuerza posible para reducir a un peligroso vendedor de maní en TransMilenio. No solo es eso, innumerables son los vídeos donde el último segundo de grabación es un bolillazo al celular, aunque el Código establece el carácter público de todas las actuaciones policiales y permite grabar. El abuso policial es pan diario en nuestras ciudades.
No podemos acostumbrarnos a ver todos los días vídeos de brutalidad policial. No debemos acostumbrarnos a que los policías sean unos atarbanes que se sientan superpoderosos por tener un uniforme. Verdaderamente, no debemos acostumbrarnos a que se nos extorsione a diario con el infinito y aparentemente omnipotente pretexto de "leáse el nuevo Código de Policía".
La crítica es válida y tiene sustento. La Policía Nacional de Colombia es una vergüenza. Famosa por tener una red de prostitución en su interior y famosa por inundar YouTube y Facebook de vídeos que demuestran malas praxis, irrespeto al ciudadano y uso desproporcionado de la fuerza a pesar de ser la "última ratio" en el Código. Es indigno e ilógico tener una institución así como "garante de los derechos y libertades".
Los niveles de abuso policial han llegado al absurdo y deben tener consecuencias. Propongo acabar con la Policía Nacional de Colombia y crear una nueva institución. Una con mejores criterios de selección de personal, con valores institucionales y filosofía distinta, con mejor entrenamiento, mejores capacitaciones y fundada en el valor de la decencia, en la observancia de las leyes y en el respeto por los derechos humanos. ¡El respeto por los derechos humanos, por favor!
Es lo mínimo ante tanta indecencia, tanto abuso, tantas palabras soeces que tuvimos que tragarnos, tantos malos tratos, tantos vendedores ambulantes viendo aplastadas sus empanadas o lo que sea, tantos jóvenes llevados arbitrariamente a la UPJ, tantos policías regordetes chateando mientras en la esquina roban. Es demasiado, ya basta, liquiden esa institución tan mancillada y creen una nueva que verdaderamente nos haga sentir orgullosos, seguros y confiados de que no tendremos un bolillazo en la cara si nos atrevemos a grabar una requisa.
