Tunja, Soacha, Cúcuta han sido por el momento los escenarios donde han rechazado la aparición del ex presidente y hoy candidato al Senado, en las dos primeras los manifestantes tuvieron la libertad de expresar su inconformismo y gritar su sentimiento de repudio a dos periodos del mandatario señalado de “paraco, fascista y terrorista”, recordado por tantos escándalos como las chuzadas, los falsos positivos, agro ingreso seguro entre las estelas negra del amargo capítulo de la neobeligerancia en Colombia. En la última ciudad visitada aparece algo común y son sus seguidores, como una estrategia para contrarrestar a los opositores pero inusitado en las anteriores, lo que evidencia que los asesores de campaña han afilado su astucia en tener un grueso número de seguidores en cada concentración que contrarreste los gritos de los indignados; pero no percibieron lo que llevaría a la escena, una confrontación, un campo de batalla, un despliegue policial oneroso, sumado a sus 300 escoltas que con ese número llena una plaza en cualquier ciudad intermedia, es muestra que en cada presentación del expresidente no se vive un acto de proselitismo político donde las ideas surgen como forma de suplir necesidades, en el lenguaje donde se maquilla la política, sino más bien el acto del tirano que se dirige a su súbditos para seguir autoproclamándose como soberano, imponiendo, señalando, reprimiendo cualquier acto que se abra paso en su contra.
Las gráficas así lo señalan, el expresidente rodeado de escoltas y escudos protectores, haciendo esfuerzo para hablar o mejor gritar por encima de los hombros de sus escuderos armados no de ideas sino del cruel metal que asesina, mirando asiduos y desafiantes a todos aquellos que gritan consignas negras en contra. Eso no es hacer política, es la imagen de la guerra, la figura de la autoproclamación.
Muchos consideran que el señor expresidente tiene talante y pantalones para mostrar de sus anteriores gobiernos; como otros tanto que lo llaman cínico, pero no, el expresidente vive su propio laberinto de narcisismo auspiciado por sus amigos empresarios que serán los que le den en última la curul al Senado más no el elector, algo así como el vicio que siempre ha rodeado la política.
Ya lo dice el poeta español Luis García Montero, “El narcisismo es una fuente de errores, porque impide la madurez en la decisión y suele actuar con un procedimiento envenenado: convierte nuestras virtudes en defectos”.
El narcisismo le impide al expresidente descubrir que detrás de ese orgullo se agazapaba el error. Que ha perdido la conexión con la realidad del país, que está jarto del lenguaje bélico y que quiere apostarle un poco a un camino de paz, pero la imagen visual del expresidente es otra y tal vez su mismo ego no lo deja ver que es instrumento de los que quieren continuar manteniendo sumido a este país en el círculo de la beligerancia, que son más poderosos pero no tan ciegos, de tirarlo al escarnio público, de volver las plaza en concentraciones de rivalidad y conflicto, de dividir y valerse de la popularidad para caer en el vilipendiado pero muchos asesores le dirán al oído “ tranquilo Presidente, -porque no lo reconocen como el ex – . Usted tiene la razón, sólo usted tiene la visión de país”.
Y cuando el expresidente se refleje en su mismo espejo de soledad y comprenda los gritos valerosos sobre la figura negra de la neobeligerancia en Colombia que tanto le abuchean en las plazas públicas y no entendía el por qué, es que sentirá su error, ojalá y no tan tarde como para evitar que en esas plazas se presente un muerto entre simpatizantes y opositores que engruese la lista que le atribuyen.
Para consuelo de tontos, muchos mandatarios en el mundo que han padecido de esta enfermedad se van a la tumba sin reconocerla, y lo peor, de creerse que siempre han tenido la razón.
Entretanto, Marta Lucía Ramírez candidata conservadora a la presidencia es a su vez la del expresidente Uribe, Zuluaga es un comodín más y no tiene peso para enfrentar a Santos en su reelección y el expresidente Pastrana también lo reconoce, por tal motivo han montado la unión bélica del conservatismo y el Centro democrático, para primera o segunda vuelta, la brújula, como punto de partida será las elecciones de marzo.