He reflexionado últimamente sobre los acontecimientos que han protagonizado los integrantes de esta nueva fuerza política, que con un afán absurdo han pretendido entrar en la vida política colombiana haciendo caso omiso de sus compromisos con el pasado. En ese punto me pregunto ¿quiénes son los que los están asesorando? Pues cada vez sus actuaciones rayan en lo ridículo y en un afán notorio por contribuir a la polarización de la ya muy polarizada opinión pública colombiana.
Me considero un pensador de izquierda, pero que a diferencia de la izquierda de este país reflexiono constantemente mis actuaciones en todos los ámbitos de mi cotidianidad, es por eso que hace ya mucho tiempo que me he desligado de las organizaciones de izquierda, pues estas son muy pobres en sus reflexiones y para nada autocríticas. Sin embargo, esta no es una reflexión de un ser resentido, más bien de un espectador que desde una perspectiva más amplia ha podido realizar diferentes análisis de la actuación de los izquierdistas, en especial de las FARC.
En este orden de ideas, las FARC desde mi punto de vista deben alejarse de la vida púbica colombiana —no de la política—, y asumir el proceso de paz en el que se embarcaron hace ya algún tiempo, cumplir con sus compromisos de adquiridos hay, es decir, saldar sus cuentas con ellos mismos y con la sociedad en su conjunto, y después de esto si pensar en la cuestión electoral. Pues de esta manera mermarán los ánimos de polarización que su sola presencia provoca —no solo en las huestes derechistas, sino también en sectores moderados y de izquierda—, y de esta manera trazar una línea de actuación, es decir generar una propuesta política inteligible y coherente con la realidad social del país.
Pues para pelear se necesitan dos partes, y si no se han dado cuenta ustedes señores de las FARC le están haciendo el juego a la polarización, o no se han dado cuenta que uno de los resultados ha sido el asesinato de decenas de campesinos que no propiamente pertenecen a su organización y que han sido históricamente la víctimas directas del paramilitarismo e indirectas de la manera absurda y ciega de actuar de ustedes señores farianos.
Finalmente un pequeño consejo: revisen quiénes son sus asesores, pues a la gente de Bogotá como a Jairo Rivera, Jairo Estrada o Pacho Tolosa, el país que está fuera del perímetro bogotano les es algo desconocido, algo abstracto, lo digo porque tuve en el pasado muchas conversaciones con estos tres personajes.