Así que el festín estaba servido. Se tenía un elenco espectacular, un escritor muy talentoso adaptando su propia novela al cine, un director de amplísima trayectoria. Fui con fe y a pesar de que en la primera media hora no sucedía nada creí que la historia nos estaba llevando a alguna parte, pero que va, estábamos dando círculos entre personajes que ya habíamos visto en otras historias y diálogos seudo-filosóficos que invitaban al sueño de una calurosa tarde de domingo.
Si, que pesar, El abogado del crimen es la gran decepción del año. Hay una historia en medio de enmarañadas frases existencialistas dichas por gangsters o por empleados de un hotel de paso en El paso. Es increíble pero a la hora y media no sólo estamos aburridos sino que sentimos en el cuello la presión del collar mortal que de una manera imprecisa describe Cormac McCarthy en su guión y que pone en boca de un confundido, incomprensible Javier Bardem.
Claro que entendemos las intenciones de Ridley Scott, confiar demasiado en un maestro de la novela como es McCarthy, creer que todo está bajo control, aspirar a que la trama se desarrolle por sí sola, que todo el hilo que ha soltado ocultándonos la verdadera historia, la que intuimos tras los confusos diálogos, nos sea develada de una vez, pero a las dos horas, si todavía ocupas un lugar en la sala del cine, te das cuenta de que has perdido el tiempo y que ya da lo mismo sentarse a esperar el final que salir a la calle a seguir recibiendo la andanada de sol que siempre hay un domingo en la tarde.
Creí que esta iba a ser la película de un gran actor que muy pocas veces lo puedo ver en una buena película: Michael Fassbender. A excepción de Bastardos sin gloria y de cuando encarnó a Magneto en X Men: la nueva generación, su innegable talento no le ha servido para sacar del marasmo a soporíferas producciones como Indomable de Soderbergh, Shame de Steve Mcqueen o Un método peligroso de David Cronemberg. Su desesperación final debe ser la misma que la que pudo sentir Ridley Scott al verse perdido en el laberinto que McCarthy había escrito para él.
Es muy raro que una película ponga de acuerdo a la crítica y al público; acá a ninguno de los dos le gustó. El abogado del crimen recogió en nueve días apenas 17 millones de dólares alrededor del mundo, una cifra no del todo mala ya que Brad Pitt, Bardem, Cameron Díaz y Penélope Cruz bajaron considerablemente sus sueldos queriendo participar en un filme dirigido por el creador de Los duelistas. El presupuesto del filme fue de apenas 25 millones de dólares. Igual se han perdido siete millones de dólares y esto la industria lo cobra caro.
Lo que se vislumbraba como una firme aspirante a los premios de la academia no es más que un bodrio infumable, una película en donde no pasa nada y en donde todo es largo y denso. McCarthy ya tuvo su ansiada experiencia en cine, ahora esperemos, para bien de sus lectores, de que vuelva sin rencores a la literatura.